Había una vez, en un pequeño pueblo lleno de color y alegría, cuatro amigos inseparables: Ana Rocío, Evelyn, Izan y Vale. Cada uno de ellos tenía una personalidad única, pero juntos formaban el grupo más unido y divertido del lugar. Les encantaba jugar en el parque, inventar historias y, sobre todo, celebrar los cumpleaños.
Se acercaba una fecha muy especial, el cumpleaños de Vale. Vale era una niña con el cabello largo y brillante, siempre llena de energía y entusiasmo. Sus amigos querían que su cumpleaños fuera inolvidable, así que comenzaron a planear una gran fiesta en el parque.
Ana Rocío, una niña con el cabello rizado y una gran sonrisa, se encargó de las invitaciones y los regalos. Evelyn, que siempre llevaba un sombrero de fiesta y tenía una risa contagiosa, se ofreció para decorar el lugar con globos y serpentinas. Izan, un niño con el cabello corto y ojos curiosos, decidió que él se ocuparía de los juegos y la música.
El día del cumpleaños de Vale, el parque se llenó de colores y alegría. Había globos de todos los tamaños y colores, una mesa llena de deliciosos pasteles y una enorme tarta con velas brillantes esperando ser sopladas. Ana Rocío llegó con un regalo envuelto en papel brillante, mientras que Evelyn ya estaba colocando las últimas decoraciones. Izan ajustaba los altavoces para que la música comenzara a sonar.
Vale llegó al parque y no podía creer lo que veían sus ojos. Todos sus amigos estaban allí, sonriendo y esperando para celebrar con ella. Ana Rocío le entregó el regalo con una gran sonrisa.
—¡Feliz cumpleaños, Vale! Espero que te guste —dijo Ana Rocío.
Vale abrió el regalo y encontró una hermosa muñeca que había estado deseando durante mucho tiempo. Sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad y abrazó a Ana Rocío.
—¡Gracias, Ana Rocío! Es el mejor regalo de todos.
La música comenzó a sonar y todos empezaron a bailar y a jugar. Izan organizó varios juegos divertidos como la búsqueda del tesoro y carreras de sacos. Evelyn hizo que todos se rieran con sus bromas y su entusiasmo contagioso.
Después de mucho jugar y reír, llegó el momento de soplar las velas del pastel. Vale se acercó a la mesa, cerró los ojos y pidió un deseo. Sus amigos la rodearon y empezaron a cantar «Feliz cumpleaños» a coro. Vale sopló las velas con todas sus fuerzas y todos aplaudieron.
Mientras disfrutaban del pastel, Vale miró a sus amigos y sintió una gran gratitud. Se dio cuenta de que no importaban los regalos o las decoraciones, lo que hacía que su cumpleaños fuera realmente especial, eran sus amigos y el amor que compartían.
Después del pastel, siguieron jugando y contando historias. Ana Rocío, Evelyn, Izan y Vale se sentaron en círculo y comenzaron a hablar sobre sus sueños y deseos. Ana Rocío confesó que quería ser artista y pintar los lugares más hermosos del mundo. Evelyn, con su risa contagiosa, dijo que quería ser comediante y hacer reír a todos. Izan, con sus ojos curiosos, dijo que quería ser científico y descubrir cosas nuevas cada día.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.