Había una vez una niña pequeña llamada Carla, quien vivía en un pueblo lleno de color y alegría. Carla era una niña muy especial, con sus rizos dorados y su gran sonrisa. Le encantaba ir al Colegio Alejo Lorén, un lugar donde cada día era una aventura.
El colegio estaba lleno de risas y aprendizajes. Carla disfrutaba mucho de sus días allí, especialmente porque estaba rodeada de sus amiguitos y su querida maestra, Manuela. La maestra Manuela era muy cariñosa y siempre tenía preparadas actividades divertidas y educativas para los niños.
Carla tenía un hermano mayor llamado Marco, con quien compartía muchos juegos y risas. Marco siempre cuidaba de Carla, y juntos exploraban el mundo de la imaginación. A Carla le gustaba mucho el color naranja, el sabor del chocolate y escuchar música. Su canción favorita era el Himno de Caspe, que solía cantar a todo pulmón, bailando y riendo.
Su mejor amigo en el colegio era Acher, un niño valiente y aventurero. Acher y Carla eran inseparables, siempre inventando nuevas aventuras y juegos. Juntos descubrieron un mundo de fantasía en el patio del colegio, donde cada rincón era un tesoro por descubrir.
Un día, la maestra Manuela les propuso a los niños una actividad muy especial: plantar un jardín en el colegio. Todos los niños se emocionaron, especialmente Carla y Acher. Esa mañana, Carla se vistió con su vestido naranja favorito y se preparó para un día lleno de diversión y aprendizaje.
Al llegar al colegio, Carla y sus amigos encontraron todo lo necesario para empezar su proyecto: tierra, semillas, regaderas y pequeñas palas. La maestra Manuela explicó cómo plantar las semillas y cuidar las plantas. Carla y Acher eligieron un lugar soleado en el jardín y comenzaron a trabajar juntos.
Mientras plantaban, Carla encontró una pequeña lombriz en la tierra. La observó con curiosidad y le preguntó a la maestra Manuela sobre ella. La maestra explicó que las lombrices eran muy importantes para la tierra y ayudaban a las plantas a crecer. Carla se sintió feliz de aprender algo nuevo y decidió nombrar a la lombriz «Lombriz Lucy».
Después de un rato, el jardín comenzó a tomar forma. Carla y Acher plantaron flores de colores y varios vegetales. La maestra Manuela les enseñó cómo cuidar de las plantas y la importancia de la naturaleza. Carla se sentía orgullosa de su trabajo y esperaba con emoción ver crecer las plantas.
Al final del día, todos los niños se reunieron para admirar su jardín. Carla miró a su alrededor y se sintió muy feliz. Había aprendido mucho y había contribuido a crear algo hermoso. Se prometió a sí misma cuidar de su jardín y de todas las plantas.
Esa noche, al volver a casa, Carla le contó a sus padres y a su hermano Marco todo sobre su día. Marco la escuchó atentamente y le prometió ayudarla a cuidar de las plantas en el colegio. Juntos, planearon visitar el jardín cada semana.
El Gran Día de Carla en el Colegio Alejo Lorén había sido un éxito. Aprendió sobre la naturaleza, la importancia de cuidar el medio ambiente y el valor del trabajo en equipo. Se durmió esa noche soñando con su jardín y todas las aventuras que le esperaban junto a sus amigos.





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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.