Marina era una niña pequeña con una gran curiosidad. Tenía el cabello corto y oscuro, y unos ojos grandes que siempre brillaban de emoción. Desde que era muy pequeña, Marina siempre había usado pañal, y le parecía normal. No conocía otra forma de hacer sus necesidades. Pero un día, mientras jugaba con sus muñecas, su mamá le dijo algo muy importante.
«Marina, ya eres una niña mayor y pronto querrás dejar de usar el pañal», dijo mamá, con una sonrisa suave. «Un día, sentirás cuándo tienes ganas de hacer pipí o popó, y sabrás que es hora de ir al baño como los mayores.»
Marina se sorprendió un poco al escuchar eso. Siempre había usado pañal, y no sabía cómo ir al baño como los adultos. Miró a su mamá con los ojos muy abiertos, preguntándose si podría hacerlo algún día.
«¿De verdad podré hacerlo, mamá?» preguntó Marina con una carita curiosa.
«Claro que sí», respondió mamá, abrazándola suavemente. «Es un paso muy importante, y tú eres más que capaz. Solo tienes que prestar atención a las señales de tu cuerpo y practicar un poco. No te preocupes si al principio no sale perfecto, porque yo estaré aquí para ayudarte.»
Marina pensó que sería difícil, pero decidió intentarlo. Si mamá decía que podía, entonces seguramente lo lograría. A partir de ese momento, Marina comenzó a prestar atención a su cuerpo. Cada vez que sentía algo en su barriga, se detenía y pensaba: «¿Será que necesito ir al baño?»
Al principio, no fue fácil. Algunas veces, cuando no llegaba a tiempo, se le escapaba un poco de pipí o popó. Pero Marina no se desanimó. Su mamá siempre estaba allí para tranquilizarla y decirle que no pasaba nada. «Todo es parte del proceso, Marina», le decía mamá con una sonrisa cariñosa.
Un día, Marina estaba jugando con su gatito Pepe en el salón de su casa. Ella y Pepe jugaban a las escondidas, saltando y corriendo por toda la casa. De repente, Marina sintió una sensación extraña en su barriguita. «¡Oh no! Creo que tengo que hacer pipí», pensó rápidamente. Recordó lo que su mamá le había dicho: «Cuando sientas esa sensación, ¡ve al baño!»
Marina dejó rápidamente a Pepe y corrió hacia el baño. «¡Voy a hacerlo!», se dijo a sí misma, sintiendo una mezcla de emoción y nervios. Cuando llegó al baño, se sentó en el orinal que su mamá había preparado para ella. Miró alrededor, sintiendo que todo era nuevo, pero también muy especial. Esta vez, estaba lista.
Y, ¡sorpresa! ¡Lo hizo! Hizo pipí en el orinal, justo como lo había visto hacer a los adultos. Marina se sintió tan feliz que empezó a saltar y a dar vueltas de alegría. «¡Lo hice, lo hice! ¡Soy una niña grande ahora!», exclamó con una sonrisa enorme en su rostro.
Su mamá, que había estado esperando fuera del baño, escuchó el grito de alegría de Marina y entró rápidamente. «¡Lo lograste, mi amor! Estoy tan orgullosa de ti», dijo mamá abrazándola fuertemente. «Eres increíble, Marina.»
Marina se sintió muy feliz. No solo porque había hecho pipí en el orinal, sino porque había dado un gran paso para convertirse en una niña mayor, como su mamá le había dicho.
Cuentos cortos que te pueden gustar
El Poder de la Obediencia con Sentido
El Camino a la Santidad
La Lección del Sabio Anciano
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.