Cuentos de Valores

El sueño de Cristian

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Cristian siempre había soñado con ser futbolista. Desde que tenía memoria, lo único que quería hacer era correr detrás de una pelota, patearla hacia la portería y escuchar el grito de gol. Vivía en un pequeño barrio donde no había muchas oportunidades para jugar en un campo grande, pero eso no lo detenía. Junto a sus mejores amigos, Camilo y Alexander, pasaba las tardes jugando en un pequeño parque lleno de árboles, imaginando que estaban en un estadio gigante, con miles de personas vitoreando sus nombres.

Cristian era el más apasionado de los tres. Siempre llevaba su camiseta azul de fútbol, la misma que había recibido como regalo de cumpleaños, y se esforzaba cada día por mejorar. No importaba si hacía calor, frío o si estaba cansado, él siempre estaba listo para jugar. Camilo, con su pelo rizado y su energía inagotable, era el más animado. Siempre encontraba una forma de hacer que el juego fuera divertido, inventando reglas nuevas o creando desafíos imposibles. Alexander, por otro lado, era más callado y observador. Jugaba de portero, y aunque no era tan veloz como Cristian o tan entusiasta como Camilo, tenía una habilidad especial para saber dónde estaría la pelota antes de que llegara.

Un día, mientras los tres amigos jugaban, Cristian pateó el balón con tanta fuerza que este voló por encima de la portería improvisada, hecha de dos mochilas. El balón rodó y se perdió entre los arbustos. Cristian, decidido, corrió a buscarlo, pero al agacharse para recoger la pelota, escuchó a unos chicos mayores riéndose de él. Eran conocidos del barrio que solían burlarse de los que jugaban en el parque, diciendo que nunca llegarían a nada. Uno de ellos, un chico alto llamado Jorge, dijo en voz alta: «¿De verdad crees que puedes ser futbolista? ¡Mírate! No tienes el talento para llegar a ningún lado».

Las palabras de Jorge se clavaron como espinas en el corazón de Cristian. Aunque sabía que no debía escuchar a los que se burlaban, por primera vez, sintió que tal vez tenían razón. Después de todo, el camino para ser futbolista profesional era difícil, y no todos lo lograban. Cristian regresó al campo con el balón en la mano, pero su entusiasmo se había apagado.

Camilo, siempre perceptivo, notó el cambio en su amigo. «¿Qué te pasa, Cristian? Pareces triste», le preguntó mientras se estiraba en el césped. Cristian suspiró y respondió: «Es que… tal vez no sea tan bueno como creo. Quizás nunca llegue a ser futbolista». Alexander, quien rara vez hablaba durante el juego, intervino desde su posición en la portería. «Eso no es cierto. Eres el mejor jugador que conozco. Además, ser futbolista no es solo tener talento, también es cuestión de esfuerzo y de no rendirse nunca».

Cristian se quedó en silencio, pensando en lo que sus amigos le habían dicho. Ellos siempre lo apoyaban, pero aun así, las palabras de Jorge seguían resonando en su cabeza. «¿Y si nunca logro nada?», se preguntó en voz baja.

Esa noche, en su casa, Cristian no pudo dormir bien. Se quedó mirando el techo de su habitación, recordando cada vez que había practicado bajo la lluvia, cada partido con sus amigos, cada gol que había imaginado marcar en un estadio lleno de gente. ¿Valía la pena seguir soñando?

A la mañana siguiente, mientras caminaba hacia la escuela con Camilo y Alexander, vio un cartel pegado en un poste. «Torneo de Fútbol Juvenil – Inscripciones Abiertas». Los ojos de Cristian se iluminaron. Era su oportunidad para demostrar que podía ser un buen jugador. «¡Chicos, tenemos que inscribirnos!», exclamó emocionado. Camilo, siempre listo para un nuevo desafío, sonrió de oreja a oreja. «¡Vamos a ganar ese torneo!», gritó, levantando el puño al aire. Alexander, como siempre, fue más cauteloso. «Tendremos que entrenar duro, pero podemos hacerlo».

Durante las semanas siguientes, los tres amigos practicaron sin descanso. Cristian lideraba cada entrenamiento, motivado por su deseo de demostrar que era capaz. Camilo aportaba su energía y alegría, manteniendo el ánimo en alto incluso cuando las cosas se ponían difíciles. Alexander, con su mirada tranquila, trabajaba en mejorar su técnica como portero, decidido a proteger la portería como nunca antes.

Finalmente, llegó el día del torneo. El estadio local estaba lleno de familias, amigos y otros chicos que también soñaban con ser futbolistas. Cristian sintió un nudo en el estómago cuando vio a Jorge y sus amigos en el equipo contrario. «No va a ser fácil», pensó, pero esta vez no dejó que las dudas lo detuvieran. Sabía que había trabajado duro, y que tenía a sus mejores amigos a su lado.

El partido comenzó, y desde el primer minuto, fue intenso. Ambos equipos jugaban con pasión, pero Cristian y sus amigos se mantenían unidos. Camilo corrió por todo el campo, pasando el balón con precisión. Alexander, en la portería, bloqueó tiro tras tiro con una agilidad que sorprendió a todos. Y Cristian, con cada pase, cada regate, demostraba que su esfuerzo había valido la pena.

En los últimos minutos del partido, el marcador estaba empatado. Cristian recibió el balón en el centro del campo, miró hacia adelante y vio a Jorge acercándose. «Esta es mi oportunidad», pensó. Con un movimiento rápido, dribló a Jorge y corrió hacia la portería. El estadio pareció quedarse en silencio mientras Cristian se preparaba para patear el balón. Con un golpe firme, lanzó la pelota al ángulo superior de la portería. El balón entró, y el estadio estalló en gritos.

Cristian había marcado el gol de la victoria.

Mientras sus amigos lo levantaban en el aire, supo que había tomado la decisión correcta. Ser futbolista no era solo un sueño lejano, era algo que podía lograr con esfuerzo, dedicación y, sobre todo, con la ayuda de quienes siempre creyeron en él.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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