El Superhéroe de Austin

En la pequeña ciudad donde vivía Austin, cada atardecer despertaba la magia. Austin, un pequeño niño de pelo rizado y ojos brillantes, adoraba esos momentos. A su lado siempre estaba su padre, Steven, quien con su sonrisa amplia y capa roja de superhéroe, convertía cada día en una aventura.

Un día, Steven le regaló una capa roja igual a la suya a Austin. “Ahora, también eres un superhéroe”, le dijo.

• ¿Y cuáles son mis superpoderes, papá? – preguntó Austin.
• Tus superpoderes te los damos todos nosotros, tu mamá, yo, tu abuela, tus amigos, todos. Cada vez que lees un libro, cada vez que aprendes algo nuevo, cada vez que haces un buen acto, te fortaleces, y eso te hace un superhéroe – le explicó Steven.

Desde aquel día, Austin emprendió una importante misión: convertirse en el mejor superhéroe. Pasó horas leyendo libros, practicando matemáticas, aprendiendo sobre los animales y las plantas, e incluso ayudando a su abuela en el jardín.

Pero, a pesar de todos sus esfuerzos, Austin no sentía que tenía superpoderes. Un día, después de una larga jornada de aprendizaje y trabajos, Austin se sintió frustrado y desanimado.

Esa noche, Austin fue a buscar a su padre y le dijo – Papá, creo que no soy un superhéroe. He estado haciendo todo lo que me dijiste, pero no siento que tenga superpoderes.

Steven le sonrió y con un suave abrazo le dijo – Austin, el poder de un superhéroe no se siente en una gran explosión, no es algo que puedas ver. Pero estoy seguro de que lo tienes.

• ¿Estás seguro, papá? – preguntó Austin.
• Absolutamente – dijo Steven – Cuando ayudas a tu abuela en el jardín, estás salvando las plantas. Eso es ser un superhéroe. Cuando aprendes cosas nuevas, te estás dando el poder de hacer más cosas. Eso también es ser un superhéroe. Y cuando lees un libro, viajas a lugares que no podrías ver de otra manera. Eso es, sin duda, ser un superhéroe.

Austin se quedó pensando por un momento y luego sonrió -Entonces, ¡soy un super-superhéroe!

Desde aquel día, Austin entendió lo que significaba realmente ser un superhéroe. No se trataba de grandes capas, ni de poder volar. Ser un superhéroe estaba en las pequeñas cosas, en cómo ayudamos a otros, en cómo cuidamos el mundo, y en cómo aprendemos y crecemos.

Austin y su padre, Steven, se convirtieron en superhéroes cada día, ayudando a las personas, a los animales, protegiendo la naturaleza, y sobre todo, aprendiendo nuevas cosas.

Este es el final de la aventura del día, pero recuerda, cada amanecer viene una nueva. Y Austin, con su inseparable capa roja, está listo para enfrentar cada desafío que le traiga el nuevo día, porque él sabe que siempre puede ser un superhéroe.