Había una vez tres niños muy traviesos llamados Fernandita, Eloisa y Carlitos. Fernandita era una niña con el cabello rizado y castaño, siempre vestida con un colorido vestido que reflejaba su personalidad alegre. Eloisa tenía el cabello rubio y lacio, siempre recogido en una coleta, y usaba una camiseta y jeans que le permitían moverse con libertad. Carlitos, por otro lado, tenía el pelo corto y oscuro, y solía vestir una camiseta deportiva y shorts, listo para cualquier travesura.
Estos tres amigos eran conocidos en su escuela por ser muy desordenados y causar problemas. No había un solo día en el que no armaran algún lío en el salón de clases. Se reían y hacían ruidos durante las lecciones, lanzaban papeles al aire y volcaban los escritorios mientras jugaban. Sus compañeros de clase se molestaban con ellos, y los maestros ya no sabían qué hacer para que se comportaran.
Un día, después de una travesura especialmente grande en la que habían llenado la clase de confeti, la directora de la escuela, la señora Rodríguez, decidió que ya era suficiente. Llamó a los tres niños a su oficina. «Fernandita, Eloisa, Carlitos, su comportamiento no puede continuar así», les dijo con voz firme pero amable. «Ustedes son buenos niños, pero necesitan aprender a portarse bien y respetar a los demás».
Fernandita, Eloisa y Carlitos se miraron entre sí, sabiendo que la directora tenía razón. La señora Rodríguez continuó, «Les voy a dar una oportunidad para que demuestren que pueden cambiar. Les voy a asignar una tarea muy especial: deberán organizar una actividad para toda la escuela que enseñe la importancia del respeto y la responsabilidad. ¿Aceptan el reto?»
Los tres niños asintieron, aunque no estaban muy seguros de cómo iban a lograrlo. Salieron de la oficina con la cabeza llena de ideas y comenzaron a planear.
Primero, decidieron que la actividad sería una obra de teatro. Fernandita, que era muy creativa, escribió el guion. Eloisa, con su habilidad para organizar, se encargó de los ensayos y de coordinar a los demás niños que participarían. Carlitos, que tenía mucha energía, se encargó de los decorados y de hacer la publicidad para que todos asistieran.
Los días pasaron y los niños trabajaron duro en su proyecto. Se dieron cuenta de que, para que todo saliera bien, necesitaban cooperar y respetar el trabajo de cada uno. Fernandita dejó de interrumpir a Eloisa durante los ensayos, Eloisa ayudó a Carlitos a terminar los decorados sin que él se distrajera, y Carlitos se aseguró de que todos los carteles de publicidad estuvieran bien hechos.
Finalmente, llegó el día de la obra. Toda la escuela estaba reunida en el auditorio, esperando con emoción. La obra comenzó, y Fernandita, Eloisa y Carlitos representaron su historia sobre tres niños traviesos que aprendían la importancia del respeto y la responsabilidad. Los personajes de la obra, llamados Ana, Luis y Mateo, causaban problemas en la escuela hasta que se daban cuenta de que su comportamiento estaba afectando a todos sus compañeros. Con la ayuda de sus amigos y maestros, Ana, Luis y Mateo aprendían a portarse bien y a valorar la amistad y el respeto.
La obra fue un éxito rotundo. Todos los niños y maestros aplaudieron con entusiasmo. Al final de la presentación, la señora Rodríguez subió al escenario y felicitó a Fernandita, Eloisa y Carlitos. «Han hecho un trabajo maravilloso», les dijo. «No solo han organizado una actividad increíble, sino que también han demostrado que pueden cambiar y ser un ejemplo para sus compañeros».
Desde ese día, Fernandita, Eloisa y Carlitos se convirtieron en líderes en su escuela. Ya no causaban problemas, sino que ayudaban a sus compañeros y participaban activamente en todas las actividades. Descubrieron que era mucho más divertido y gratificante trabajar juntos y portarse bien que hacer travesuras.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.