Cuentos de Valores

La Arquitectura Luminosa del Ser: Un Viaje al Corazón de la Alma

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y árboles que susurraban al viento, vivía un niño llamado Lucas. Lucas tenía once años, una gran curiosidad y una increíble pasión por explorar. Desde muy joven había escuchado historias sobre un lugar mágico conocido como «El Corazón del Alma», un sitio que según decían, era capaz de revelar la verdadera esencia de las personas. Sin embargo, para llegar a ese lugar, uno necesitaba la guía de un sabio y la valentía de un explorador.

Una mañana, mientras caminaba por el bosque cercano, Lucas se encontró con un anciano que parecía estar esperando a alguien. El anciano era conocido en el pueblo como el Sabio, un hombre que tenía respuestas para preguntas que la mayoría de las personas ni siquiera se atrevían a formular. Con una larga barba blanca que caía sobre su pecho y unos ojos que brillaban como estrellas, el Sabio miró a Lucas y le dijo: “He estado esperando por ti, joven explorador. Tu corazón está lleno de valor, y tu mente busca entender el mundo. ¿Te gustaría acompañarme a descubrir el Corazón del Alma?”

Los ojos de Lucas brillaron con emoción. “Sí, sí, quiero ir! ¿Qué tengo que hacer?”

El Sabio sonrió y respondió: “Para encontrar ese lugar, deberemos atravesar el Bosque de los Reflejos, donde cada árbol guarda un secreto, y cada sombra tiene una historia. Sin embargo, no estarás solo en este viaje; otro compañero se unirá a nosotros. Su nombre es Elia, y es una niña conocida por su gran imaginación y creatividad.”

No pasó mucho tiempo antes de que Elia llegara. Era una niña rubia de rizos dorados y ojos chispeantes que reflejaban la luz del sol. Cuando se unió a Lucas y al Sabio, su alegría fue contagiosa. “¡Tengo muchas ideas sobre lo que podemos encontrar en el Corazón del Alma! Puede que haya flores que cantan o piedras que cuentan cuentos.” Sus ojos brillaron al pensar en todas las posibilidades.

Juntos, los tres comenzaron su aventura. Mientras caminaban, Lucas notó que el bosque era un lugar fascinante. Cada árbol tenía un color diferente, y al acercarse, podía escuchar murmullos suaves que parecían historias susurradas por el viento. El sabio observó la curiosidad de Lucas y dijo: “Cada árbol aquí refleja algo de nosotros. Escucha con atención, y podrías aprender algo valioso.”

Lucas cerró los ojos y comenzó a escuchar. Al principio, solo oyó el viento y el canto de los pájaros, pero luego, poco a poco, empezó a entender que los murmuros hablaban sobre el coraje, la amistad y la empatía. “Es sorprendente,” murmuró para sí mismo. “Los árboles son como … ¡como libros vivientes!”

Elia brincó de alegría. “¡Eso es! Cada árbol tiene una historia que contar, así como nosotros.”

Mientras caminaban, se encontraron con un gigantesco roble que parecía tener raíces que se extendían hacia el cielo. Lucas se acercó y posó su mano sobre el tronco. Inmediatamente, sintió una calidez que lo envolvía. La voz del árbol resonó en su mente: “El coraje no es la ausencia de miedo, sino la decisión de actuar a pesar de él.” Lucas sonrió, entendiendo que esa lección sería importante para su flijo viaje.

De repente, un ruido llamó su atención. Delante de ellos apareció una pequeña criatura, un zorro con un pelaje tan brillante como el oro. “¡Soy Onir, el guardián de este bosque!” dijo el zorro emocionado. “He estado observando su camino y he venido a advertirles. Muchos creen que el Corazón del Alma es un lugar mágico, pero también es un espejo que refleja la verdad de quienes somos. Deben estar listos para enfrentar sus miedos y aceptar sus debilidades.”

Lucas sintió un escalofrío y miró a Elia y al Sabio. “¿Qué significa eso?” preguntó con preocupación.

El Sabio, siempre sereno, respondió: “Cada uno de nosotros tiene una sombra. La sombra es todo aquello que no nos gusta de nosotros mismos, lo que rechazamos o escondemos. Pero para encontrar el Corazón del Alma, debemos aceptarla y aprender de ella.”

Elia, conociendo su amor por la creatividad, dijo: “Tal vez eso significa que deba pintar mi sombra. He estado buscando formas de hacerla más brillante para darle luz.”

Onir sonrió. “Eso es. Cada uno de ustedes tiene su propia forma de enfrentar su sombra. Recuerden, sólo así podrán encontrar la verdadera luz dentro de ustedes.”

Continuaron avanzando, y pronto llegaron a un claro donde había una pequeña laguna. El agua era tan clara que podían verse sus reflejos. “Este es el Espejo de la Verdad,” dijo Onir. “Miren dentro, y verán no solo su imagen, sino también sus miedos más profundos.”

Lucas, sintiéndose un poco temeroso, se acercó al agua. Su reflejo sonrió, pero Lucas sabía que detrás de esa sonrisa había inseguridades. Recordó aquel momento en que no se atrevió a hablar en clase porque tenía miedo de ser ridículo. “¿Por qué tengo que sentirme así?” se preguntó.

Elia también se acercó. Al verse en el agua, recordó todos los momentos en que dudó de su creatividad y sintió tristeza por no haber presentado sus dibujos por miedo al qué dirán. El Sabio, viendo la angustia en sus rostros, dijo: “La aceptación es el primer paso para crecer. Deben aprender a amar esas partes de ustedes mismos.”

Con esas palabras resonando en sus mentes, decidieron enfrentar esos temores. Elia tomó una hoja y comenzó a dibujar su sombra, mientras Lucas escribía sus pensamientos en un pequeño cuaderno que había llevado.

“Me gustaría poder hablarles a todos sin miedo,” escribió Lucas. “Mi sombra se siente pesada a veces.” Mientras tanto, Elia pintaba colores brillantes alrededor de sus dibujos, mostrándose a sí misma que su creatividad era algo que debía abrazar.

Finalmente, después de lo que pareció un largo tiempo, el zorro dijo: “Pues ahora que han reflexionado sobre sus sombras, es momento de continuar. El Corazón del Alma les espera”.

Siguieron a Onir por un sendero que serpenteaba entre árboles de colores deslumbrantes, donde flores danzaban como si celebraran la llegada de los viajeros. En el camino, Onir les repetía que la aceptación era solo el comienzo, y que la verdadera magia estaba en aprender de sus sombras para convertirse en mejores personas.

Finalmente, llegaron a una montaña brillante donde el aire parecía cargado de energía. En la cima de la montaña había un gran templo, iluminado por una luz cálida y resplandeciente. “Este es el Corazón del Alma,” dijo Onir. “Dentro de este templo encontrarán la esencia de lo que son.”

Entraron con reverencia, y lo que encontraron en el interior los dejó sin aliento. En el centro de la sala se encontraba un cristal gigantesco que reflejaba las emociones y deseos de cada uno de ellos. Al acercarse, Lucas vio reflejado un niño lleno de confianza, capaz de hablar en público y expresar sus ideas. Por su parte, Elia observó a una artista brillante, cuya creatividad iluminaba el mundo a su alrededor.

El Sabio, al ver sus reacciones, sonrió y dijo: “Este no es un lugar de magia, sino un recordatorio de que la luz siempre ha estado en ustedes. La valía que buscan, la confianza que desean, no están fuera de su alcance. Están dentro, solo esperando ser reconocidas.”

Los tres se sintieron llenos de energía y determinación. Lucas tomó la mano de Elia y juntos se dirigieron al cristal de luz. Quisieron absorber toda esa energía que sentían y llevarla a su vida fuera del templo. Mientras sostenían las manos, el cristales brilló aún más, iluminando la sala con una luz resplandeciente.

Al salir del templo, sintieron que un peso había sido levantado de sus corazones. Comprendieron que no solo habían encontrado el lugar mágico que buscaban, sino que habían descubierto algo aún más importante: la aceptación y el amor hacia sí mismos.

En el camino de regreso al pueblo, comenzaron a hablar sobre lo que habían aprendido. Lucas mencionó: “No puedo creer lo poderosos que somos. Me siento diferente; creo que puedo enfrentar cualquier cosa ahora.”

Elia añadió con entusiasmo: “Y yo también. Sé que puedo mostrar mis dibujos sin miedo. Al fin y al cabo, la verdadera belleza está en ser quienes somos.”

Onir sonrió al mirar a los jóvenes. “Recuerden, el viaje no se detiene aquí. La vida es un continuo aprendizaje y el amor propio siempre será la clave.”

Cuando llegaron al pueblo, el cielo comenzaba a oscurecer, y las estrellas comenzaron a aparecer. Los tres amigos se despidieron, pero no sin antes hacer una promesa: seguirían explorando, aprendiendo y creciendo juntos.

Así, Lucas y Elia continuaron su camino, inspirados por su aventura, siempre recordando que la verdadera arquitectura luminosa del ser está construida con los ladrillos de la aceptación, el amor y la valentía. Sus sombras ya no les asustaban; eran una parte de ellos, y juntos eran más fuertes. De esta forma, entendieron que el verdadero viaje no era solo hacia el Corazón del Alma, sino hacia el corazón de cada uno de ellos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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