En el pequeño pueblo de Valledulce, donde las casas parecían sacadas de cuentos de hadas y los jardines siempre estaban en flor, vivía una doctora muy especial llamada Aurora. Ella no era una doctora cualquiera; Aurora tenía el don de hacer que cualquier niño se sintiera mejor con solo su sonrisa.
Un día soleado, llegó a su consulta un niño llamado Felipe. Felipe era un chico alegre y curioso, pero ese día se sentía un poco triste porque tenía dolor en su oído. Aurora, con su bata blanca y un otoscopio en mano, le dedicó una sonrisa amable y lo invitó a sentarse en una silla grande y cómoda que parecía un trono.
—Hola Felipe, hoy te veré muy rápido y haremos que ese dolor desaparezca —dijo Aurora mientras ajustaba su otoscopio.
Felipe, un poco nervioso, asintió y se sentó, mirando curioso todos los diplomas coloridos que adornaban la pared de la clínica. Aurora, con suavidad, examinó el oído de Felipe, y mientras lo hacía, comenzó a contarle una historia mágica.
—¿Sabías que dentro de los oídos no solo encontramos sonidos sino también pequeñas criaturas mágicas que los cuidan? —comenzó Aurora, y los ojos de Felipe se iluminaron de asombro.
—¿Criaturas mágicas? ¿En mi oído? —preguntó Felipe con una mezcla de emoción y sorpresa.
—Así es. Se llaman los Guardianes del Silencio. Ellos se aseguran de que solo escuches lo que te hará feliz y aprendas de los sonidos del mundo. Pero a veces, cuando hacen mucha limpieza, algunos de nosotros podemos sentir un poco de dolor. Es su manera de decirnos que están allí, trabajando para nosotros.
Felipe se relajó, imaginando pequeños seres con escobas y cubetas, corriendo alrededor de su oído. Aurora, viendo que Felipe ya estaba más tranquilo, aprovechó para limpiar y tratar su oído con cuidado.
—Ya casi terminamos —dijo Aurora. —Y esos Guardianes te dejarán escuchar muchas más historias y canciones maravillosas.
Después de unos minutos, Aurora terminó el tratamiento y Felipe ya no sentía dolor. El niño se levantó de la silla, sintiéndose mucho mejor, no solo por el oído, sino por el corazón lleno de una nueva historia mágica.
—Gracias, doctora Aurora. ¿Podré volver a visitar si quiero escuchar más sobre los Guardianes del Silencio? —preguntó Felipe con una sonrisa esperanzada.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.