Había una vez, en un rincón muy lejos de la ciudad, una pequeña aldea llamada Nublana. En Nublana vivía una familia muy especial conocida como la familia de los Reyes Escamosos. En esta familia, cada uno de sus miembros tenía una misión única y un valor que destacaba. Los protagonistas de esta historia eran Arisai, una niña curiosa; Izan, su hermano travieso; Said, el amigo valiente de Izan; Iann, el lápiz mágico que animaba sus aventuras, y la mamá de los niños, que siempre sabía cómo guiarlos en sus travesuras.
Un soleado día, mientras jugaban en el jardín, Arisai encontró un viejo libro cubierto de polvo detrás de un arbusto. Era un libro antiguo que hablaba sobre el valor de la amistad y el respeto. «¡Mira, Izan! ¡He encontrado un libro!», exclamó emocionada. Izan se acercó rápidamente, entusiasmado por descubrir lo que había dentro. Al abrirlo, una calavera amistosa hizo su aparición. Era el espíritu de un antiguo rey escamoso. «Bienvenidos, pequeños», dijo con una voz cariñosa. «He estado esperando que encuentren este libro. Tiene el poder de enseñaros lecciones muy valiosas».
Izan, siempre inquisitivo, preguntó: «¿Qué tipo de lecciones?». El rey escamoso sonrió y dijo: «Lecciones sobre la importancia de la amistad, el respeto y la valentía. Si deseáis aprender, debéis seguirme a través de estas páginas mágicas».
Con una mirada llena de curiosidad, Arisai asintió. «¡Vamos a hacerlo!», dijo. También Said, que siempre estaba dispuesto a embarcarse en nuevas aventuras, se unió a ellos. Iann, el lápiz mágico, también estaba ansioso por participar, así que todos juntos se adentraron en la historia.
Al instante, se encontraron en un prodigioso bosque lleno de criaturas extrañas y coloridas. Allí conocieron a un dragón pequeño, llamado Flamí, que estaba atrapado en un arbusto. «¡Ayuda! Estoy atrapado», gritó Flamí, con lágrimas en los ojos. Arisai y sus amigos sabían que tenían que actuar. «Debemos ayudarlo», dijo Said, su voz firme. «No podemos dejar a Flamí así».
Izan, con su espíritu travieso, de inmediato encontró unas ramas y, con ayuda de Arisai, comenzaron a deshacerse del arbusto que aprisionaba al pobre dragón. Tras un rato de esfuerzo, lograron liberar a Flamí. «¡Gracias, amigos! ¡Yo les debía algo!», exclamó el dragón. «Soy el guardián de este bosque, y por vuestra valentía, podía concederos un deseo».
Arisai pensó en ello y decidió que su deseo sería que todos en la aldea Nublana pudieran aprender a respetar y cuidar el medio ambiente. Cuando lo dijo, el dragón sonrió y prometió que su deseo se haría realidad. Luego de despedirse de Flamí, los amigos continuaron su aventura en las páginas del libro.
Pronto llegaron a un lago brillante donde encontraron a una tortuga anciana llamada Sabia. «Hola, pequeños viajeros. Si venís en busca de lecciones, debéis aprender de la paciencia», les dijo, antes de contarles una historia sobre cómo esperar el momento adecuado puede traer grandes recompensas. «La vida, como el agua de este lago, fluye lentamente, y a veces, lo que más deseamos llega a aquellos que saben esperar», agregó con dulzura.
Los niños escucharon atentamente, sintiendo que cada palabra se adentraba en sus corazones. Iann, emocionado por la enseñanza, decidió plasmarla en una hermosa ilustración del lago, la tortuga y sus lejanas colinas. Después de averiguar la importancia de la paciencia y el respeto, los amigos continuaron su camino.
Pronto llegaron a un claro donde encontraron una gran piedra con un enigma. La piedra hablaba con una voz grave: «Solo aquellos que comprenden la valentía podrán cruzar el puente que conecta los dos mundos». Arisai miró a sus amigos y pensó que tenían que probarlo. «¿Qué tal si intentamos resolverlo juntos?», sugirió.
Después de discutir y colaborar, finalmente lograron resolver el enigma. «¡Lo hicimos!», gritó Izan. Con su victoria, el puente se iluminó y se abrió ante ellos. Cruzaron hacia otro lado y, allí, encontraron a un grupo de animales que parecían tener problemas. Los animales estaban enojados porque no se respetaban entre ellos.
Arisai, recordando las lecciones aprendidas, decidió intervenir. «¡Ey! ¿Por qué no se hablan y resuelven sus diferencias?», propuso. El grupo se miró mutuamente y tras un rato de debate, decidieron hablar y encontraron el sentido de amistad y respeto. Un ratón, muy agradecido, se acercó a Arisai y sus amigos para decirles que sin su ayuda, nunca habrían podido resolver su conflicto.
Tras ayudar a los animales, los amigos regresaron a su hogar, cada uno cargando en su corazón las lecciones aprendidas. Iann, el lápiz mágico, había dibujado todo lo que vivieron. Al regresar a su jardín, se dieron cuenta de que el día había pasado volando.
Al llegar, Mamá estaba esperándolos con una gran sonrisa. «¿Qué tal su aventura?», les preguntó. Los niños comenzaron a contarle todo lo que habían aprendido sobre la amistad, la paciencia, la valentía y el respeto. Mamá quedó sorprendida y orgullosa de ellos. «Esas son lecciones muy importantes, chicos. Recuerden siempre poner en práctica lo que han aprendido».
Y así, con los corazones llenos de nuevas enseñanzas y una promesa de convertir a Nublana en un lugar mejor, la familia de los Reyes Escamosos supo que siempre trabajarían juntos, apoyándose mutuamente. La amistad y el respeto serían sus mejores tesoros mientras continuaban viviendo aventuras llenas de magia y conocimiento.
Con el tiempo, Nublana se convirtió en un lugar donde todos se cuidaban unos a otros, todo gracias a las lecciones que Arisai, Izan, Said, y con el apoyo de Iann, aprendieron en su cuento épico. Y así, en su pequeño rincón del mundo, la familia de los Reyes Escamosos vivió feliz, dando siempre lo mejor de sí mismos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.