Cuentos de Valores

La Historia de las Cuatro Amigas

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en una pequeña escuelita rodeada de árboles y flores, cuatro niñas muy especiales. Ellas eran María, Lis, Gigi y su profesora, Anggie. Aunque eran muy diferentes entre sí, pronto descubrirían que las diferencias son algo maravilloso.

María era una niña de la región de la costa. Su piel tenía un tono bronceado por el sol y su cabello era rizado y negro como la noche. A veces, llevaba collares y pulseras de conchas que ella misma recogía en la playa. Siempre sonreía y le encantaba contar historias de los pescadores y los barcos.

Lis, en cambio, venía de las montañas. Su piel era muy clara y su cabello lacio y negro caía como una cascada sobre sus hombros. Tenía los pómulos altos y sus ojos oscuros brillaban con la luz del sol. Lis siempre vestía ropa de colores vivos, con bordados hechos a mano que mostraban flores y animales de su región. Le encantaba hablar de las montañas y los volcanes que rodeaban su hogar.

Gigi era de la selva amazónica. Sus rasgos eran muy parecidos a los de Lis, con pómulos altos y ojos oscuros, pero su piel tenía un tono más dorado y su cabello también era lacio y negro. Gigi adoraba la naturaleza y siempre llevaba pequeñas figuras de animales hechos de barro o madera que su abuelo tallaba para ella. Sus historias hablaban de ríos, árboles gigantes y animales exóticos.

Un día, en la hora del almuerzo, las tres niñas estaban sentadas juntas, pero cada una comía algo diferente. María tenía un ceviche de pescado, Lis comía un plato de mote con queso y Gigi traía yuca con pescado asado. Las tres se miraban con curiosidad.

—¿Por qué tu comida es tan diferente a la mía? —preguntó María.

—¿Y por qué hablas de manera distinta? —agregó Lis.

—¿De dónde vienen esas figuras tan bonitas? —preguntó Gigi a María, observando sus pulseras.

La profesora Anggie, que estaba cerca, escuchó sus preguntas y decidió reunirlas para explicarles algo importante.

—Niñas, veo que tienen muchas preguntas. Vamos a hablar sobre las diferencias y lo hermosas que son. María viene de la costa, donde el mar es muy importante. Por eso su comida y sus historias están llenas de peces y barcos. Lis viene de la sierra, donde las montañas son altas y los volcanes impresionantes. Su ropa y su comida reflejan la riqueza de su cultura. Y Gigi viene del oriente, la selva amazónica, donde la naturaleza es exuberante y llena de vida. Sus figuras y sus historias muestran el amor por los animales y los árboles.

Las niñas escuchaban atentamente, asombradas por todo lo que aprendían.

—Aunque somos diferentes, eso no significa que no podamos ser amigas. De hecho, nuestras diferencias nos hacen únicas y especiales. Podemos aprender mucho unas de otras —continuó Anggie con una sonrisa.

A partir de ese día, María, Lis y Gigi comenzaron a compartir más sobre sus vidas y sus culturas. María enseñó a las otras a hacer collares de conchas, Lis les mostró cómo hacer bordados y Gigi les habló sobre los animales de la selva y les regaló pequeñas figuras talladas.

Pronto, las niñas se dieron cuenta de que aunque sus comidas, ropas y maneras de hablar eran diferentes, tenían mucho en común. Les encantaba jugar juntas, reír y aprender unas de otras. Descubrieron que sus diferencias no eran obstáculos, sino puentes que las unían más.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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