Había una vez, en un pequeño pueblo, un chico llamado Luis. Luis era un poco más grande que los demás niños de su edad, lo que hacía que algunos compañeros de clase, como Miguel y Alex, se burlaran de él. A pesar de tener un corazón enorme y ser muy inteligente, Luis se sentía triste y solo debido a estas burlas.
Lian, su amigo, siempre estaba a su lado. «No les hagas caso», le decía, «tú vales mucho». Pero las palabras hirientes de Miguel y Alex pesaban mucho en el corazón de Luis.
Un día, después de una desagradable broma de sus compañeros, Luis decidió que quería cambiar. No para complacer a los demás, sino para sentirse bien consigo mismo. Empezó a ir al gimnasio después de clases. Al principio, fue difícil. Luis no estaba acostumbrado al ejercicio y a menudo se sentía agotado.
Pero no se rindió. Poco a poco, Luis se fue haciendo más fuerte. No solo su cuerpo cambió, sino también su confianza. Empezó a participar más en clase y a socializar con otros niños. Lian, siempre a su lado, se alegraba de ver el cambio positivo en su amigo.
Miguel y Alex se dieron cuenta de la transformación de Luis y comenzaron a respetarlo más. Sin embargo, una tarde, mientras Luis estaba en el gimnasio, Lian fue acosado por unos niños de otra escuela. Luis, al enterarse, corrió a ayudarla.
Al llegar, Luis no usó su fuerza física para resolver la situación, sino su nueva confianza y habilidades de comunicación. Habló con los niños y logró calmar la situación sin violencia. Miguel y Alex, que habían seguido a Luis, quedaron impresionados por su madurez y valentía.
Desde ese día, Luis, Miguel, Alex y Lian se convirtieron en un grupo inseparable. Luis se dio cuenta de que el verdadero cambio no había sido solo físico, sino también en su actitud ante la vida y hacia sí mismo.
Conclusión:
El verdadero cambio viene desde adentro. Luis aprendió que la fuerza y la confianza no solo se construyen con ejercicio físico, sino también con determinación, autoaceptación y respeto hacia los demás y hacia uno mismo. El respeto y la amistad que ganó no fue por su apariencia física, sino por su coraje y su corazón.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.