En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivían tres inseparables amigos: Roberto, Ana y Luis. Desde que tenían memoria, los tres compartían un amor inmenso por los animales.
Cada tarde, después de la escuela, recorrían el bosque cercano buscando pequeñas criaturas para observar y aprender sobre ellas.
Roberto, el más alto y con pecas en la nariz, siempre llevaba consigo una pequeña libreta donde anotaba todo lo que descubría. Ana, con sus trenzas y ojos brillantes, siempre decía que su animal favorito era el que estuviera cuidando en ese momento.
Mientras que Luis, el más pequeño, pero con una energía inagotable, soñaba con construir un refugio para animales heridos.
Un día, mientras exploraban una parte más alejada del bosque, encontraron a una pequeña zorra con una pata lastimada. Sin dudarlo, decidieron llevarla a casa y cuidarla. Transformaron el cobertizo de Luis en un pequeño hospital para animales, donde pasaban horas cuidando de la zorra, a la que llamaron «Luz».
El rumor sobre los tres pequeños «veterinarios» se esparció por el pueblo y, pronto, más y más animales heridos o enfermos eran llevados a su cobertizo.
Los amigos trabajaban sin descanso: Roberto se encargaba de investigar y aprender sobre los tratamientos, Ana era la encargada de dar amor y cariño a cada criatura, y Luis organizaba el espacio para que todos estuvieran cómodos.
Una noche, después de un largo día de trabajo, los tres amigos se sentaron en el jardín a observar las estrellas. Roberto rompió el silencio diciendo: «Algún día, cuando seamos mayores, quiero ser veterinario».
Ana asintió, «Yo también, y tener un refugio para animales». Luis, con una sonrisa en el rostro, añadió: «Y yo construiré el mejor hospital para animales del mundo».
Los años pasaron y los tres amigos nunca se separaron de su sueño. Estudiaron juntos, trabajaron duro y, finalmente, inauguraron un gran hospital y refugio para animales, justo en las afueras del pueblo. Era un lugar lleno de amor y cuidado, donde cada animal era tratado con el respeto y cariño que merecía.
Conclusión:
Los sueños pueden convertirse en realidad cuando trabajamos en equipo y perseguimos nuestras pasiones con determinación. Roberto, Ana y Luis demostraron que con amor, dedicación y solidaridad, podemos hacer del mundo un lugar mejor para todos los seres vivos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.