Cuentos de Valores

Marina, la Princesa de la Luna

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez una niña llamada Marina que soñaba con viajar más allá de las nubes y tocar las estrellas. Cada noche, desde la ventana de su habitación, miraba la luna brillante y se preguntaba qué secretos escondería.

Una mañana, mientras Marina desayunaba, escuchó un ruido extraño proveniente del jardín. Al salir, encontró una nave espacial plateada con ventanas que relucían como diamantes bajo el sol. La puerta de la nave se abrió suavemente, y una voz amigable la invitó a entrar.

Sin poder creer lo que veía, pero guiada por su curiosidad y valentía, Marina subió a la nave. Con un suave zumbido, la nave despegó hacia el cielo, dejando atrás su casa y volando más alto que las aves y las nubes.

Después de un viaje a través de un túnel de luces coloridas y estrellas fugaces, la nave aterrizó suavemente en la superficie de la luna. Al salir, Marina se sorprendió al ver que no estaba sola. Pequeñas criaturas, parecidas a bolas de pelusa con grandes ojos brillantes, la recibieron con danzas y cantos.

Las criaturitas, llamadas Lunis, le explicaron que habían estado observándola desde hacía tiempo, admirando su amor por el espacio y su corazón valiente. Querían nombrarla princesa de la luna para que pudiera enseñarles sobre la Tierra y compartir sus aventuras.

Marina aceptó feliz y, coronada con un aro de cristales lunares, pasó el día explorando cráteres y valles lunares con sus nuevos amigos. Los Lunis le mostraron sus jardines de cristales y fuentes de polvo de estrellas, donde Marina aprendió a hacer magia lunar que podía cambiar los colores del cielo.

A medida que el día lunar se acercaba a su fin, Marina sabía que era hora de regresar a casa. Los Lunis, agradecidos por su visita, le regalaron un saco lleno de polvo de estrellas para que pudiera recordar siempre su aventura.

La nave espacial la llevó de vuelta a su jardín, justo a tiempo para la cena. Al entrar en casa, Marina corrió a contarles a sus papás todo sobre los Lunis, la magia lunar y cómo había sido nombrada princesa de la luna. Aunque sus papás pensaron que era solo un juego imaginativo de Marina, sonrieron al ver la felicidad en los ojos de su hija.

Esa noche, al mirar la luna desde su ventana, Marina sonrió y agitó su saco de polvo de estrellas. En el cielo, la luna brillaba un poco más fuerte, como si devolviera su saludo.

Desde entonces, Marina supo que siempre tendría amigos en la luna y que el universo estaba lleno de maravillas esperando ser descubiertas. Prometió que un día volvería a visitar a los Lunis y explorar aún más los misterios del cosmos.

Y así, entre sueños y estrellas, Marina vivió feliz, siempre lista para su próxima gran aventura, sabiendo que el cielo no era el límite, sino solo el comienzo.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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