Cuentos de Valores

Patu y la Fiesta de los Amigos

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un mágico bosque lleno de colores y risas, un dragón llamado Patu. Él era un dragón muy especial. A diferencia de otros dragones que podían ser un poco asustadizos, Patu era muy amigable y siempre tenía una gran sonrisa en su cara. A Patu le encantaba volar entre los árboles y jugar con sus amigos, el duende Som, el monstruo Roberto y la princesa Oleti.

Un día, mientras Patu volaba, tuvo una idea maravillosa. “¡Voy a organizar una fiesta para todos mis amigos del bosque!”, pensó emocionado. Decidió que la fiesta sería el próximo sábado y que tendría juegos, música y muchos dulces. Así que voló rápidamente a buscar a sus amigos para contarles su gran idea.

Primero fue a la casa de Som, el duende. Som era pequeño y ágil, siempre lleno de energía y ocurrencias. Cuando Patu le contó sobre la fiesta, Som aplaudió de alegría. “¡Sí, sí! ¡Me encantaría! ¿Qué puedo hacer para ayudar?” Patu sonrió y le dijo: “Podrías hacer las invitaciones. ¡Quiero que todos en el bosque vengan!”

Luego, Patu voló hasta la cueva de Roberto, el monstruo. Roberto era un monstruo muy tierno, con un pelaje suave y colorido. A veces, se sentía un poco triste porque creía que los demás lo veían como un monstruo aterrador. Pero Patu y Som sabían que Roberto era en realidad muy cariñoso. Cuando Patu le dijo sobre la fiesta, Roberto se emocionó mucho. “¡Me encantaría ayudar! ¿Puedo traer mis deliciosos pasteles de chocolate?” Patu, encantado, respondió: “¡Por supuesto! Todos estarán muy felices de probarlos.”

Finalmente, Patu fue al castillo de Oleti, la princesa. Oleti siempre estaba rodeada de flores y tenía un corazón muy grande. Cuando escuchó sobre la fiesta, se iluminó. “¡Sería maravilloso! Puedo hacer coronas de flores para todos. ¡Así todos serán reyes y reinas por un día!” dijo con una sonrisa.

Con todos sus amigos listos para ayudar, Patu regresó a su hogar y comenzó a preparar la fiesta. Colocó mesas, decoró con cintas de colores y llenó canastas con frutas y dulces. Som hizo las invitaciones, que eran preciosas y brillantes, y comenzó a repartirlas por todo el bosque. Mientras tanto, Roberto se puso a hornear los pasteles más ricos que se podían imaginar. El aroma dulce llenó el aire y atraía a todos los animales del bosque.

El sábado llegó, y el bosque estaba lleno de risas y música. Todos los amigos de Patu llegaron a la fiesta: los ciervos, los conejos, las ardillas, y hasta los pájaros cantores. Oleti había hecho coronas de flores para cada uno, y todos se veían tan felices con sus coronas en la cabeza.

Mientras disfrutaban de los juegos, algo inesperado ocurrió. Un pequeño ratón llamado Tico, que vivía cerca del arroyo, se acercó. Estaba muy triste porque había perdido su casa. Patu, Som, Roberto y Oleti, al verlo, se dieron cuenta de que necesitaban ayudarlo. “¡Tico, no te preocupes! Te ayudaremos a encontrar un lugar donde vivir”, dijo Oleti.

Patu, que siempre estaba dispuesto a ayudar, sugirió: “Podríamos hacer una casa pequeña con hojas y ramas. ¡Eso podría funcionar!” Som, con su ingenio, encontró unas piedras suaves y le ofreció a Tico un lugar acogedor. Roberto trajo un poco de su delicioso pastel para que Tico comiera mientras ellos trabajaban.

Juntos, los cuatro amigos comenzaron a construir una pequeña casa para Tico. Todos los animales del bosque se unieron, trayendo materiales y ayudando a construir. En poco tiempo, la casita estaba lista. Tico, al ver su nuevo hogar, no podía contener la alegría. “¡Gracias! ¡No sabía que tenía tantos amigos dispuestos a ayudarme!”.

Patu, Som, Roberto y Oleti sonrieron, porque sabían que habían hecho algo importante. La fiesta continuó con juegos, risas y muchas historias compartidas. Al caer la tarde, todos se sentaron alrededor de una gran fogata y compartieron sus experiencias del día. La noche se llenó de estrellas, y la luna iluminaba el bosque como si estuviera celebrando con ellos.

Antes de que la fiesta terminara, Patu se puso de pie y habló a todos los presentes: “Hoy hemos aprendido algo muy importante. No solo es divertido compartir y celebrar, sino que también es hermoso ayudar a quienes nos rodean. Todos merecemos tener un lugar al que llamar hogar y amigos que nos apoyen.”

Todos aplaudieron y estuvieron de acuerdo. La fiesta no solo había sido una celebración de amistad, sino también una oportunidad para mostrar que, juntos, podían hacer del bosque un lugar mejor. Oleti, con su voz dulce, añadió: “Recuerden, siempre hay espacio en nuestro corazón para ayudar a los demás. La verdadera magia está en compartir y ser empáticos.”

Y así, entre risas y dulces, los amigos celebraron no solo la fiesta, sino el valor de la amistad y la importancia de estar ahí para quienes más lo necesitan. Desde aquel día, Patu, Som, Roberto y Oleti no solo fueron amigos, sino un equipo que siempre estaba listo para ayudar a los demás, recordando siempre que el amor y la empatía eran los mejores regalos que podían compartir.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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