Había una vez, en un pequeño y tranquilo pueblo, un niño llamado Pulmi. Pulmi era un niño muy curioso y alegre, con el cabello corto y castaño. Le encantaba jugar con sus juguetes y explorar el jardín de su casa. Sin embargo, había algo que le daba mucho miedo: ir al doctor.
Un día, mientras Pulmi jugaba con sus bloques de construcción, su mamá se acercó y le dijo suavemente, «Pulmi, hoy tenemos que ir a ver al doctor. Es un nuevo doctor que se llama Kinesiologo. Es muy amable y quiero que lo conozcas.»
Pulmi dejó de jugar y sintió un nudo en el estómago. «No quiero ir, mamá. Me da miedo el doctor,» dijo Pulmi, aferrándose a su juguete favorito.
La mamá de Pulmi lo abrazó y le dijo, «No tienes que tener miedo, Pulmi. El doctor Kinesiologo es muy bueno y solo quiere ayudarte a estar sano y fuerte. ¿Por qué no vamos juntos y vemos cómo es? Prometo que no pasará nada malo.»
Con un poco de duda pero confiando en su mamá, Pulmi aceptó ir. Se pusieron sus zapatos y caminaron de la mano hasta la clínica. La clínica era un lugar brillante y colorido, con dibujos de animales y sonrisas en las paredes. Cuando llegaron, fueron recibidos por el doctor Kinesiologo, un hombre con gafas y cabello corto y negro, que llevaba una bata blanca y un estetoscopio colgado alrededor del cuello.
«Hola, Pulmi. Me alegra mucho conocerte,» dijo el doctor Kinesiologo con una sonrisa cálida. «Soy el doctor Kinesiologo y estoy aquí para asegurarme de que estés muy bien.»
Pulmi se escondió un poco detrás de su mamá, pero el doctor Kinesiologo continuó hablando con calma. «¿Sabes, Pulmi? Tengo muchos juguetes aquí para que juegues mientras hablamos. ¿Te gustaría verlos?»
El doctor abrió una caja llena de juguetes y Pulmi no pudo evitar sonreír un poco. Había bloques de colores, muñecos y hasta un pequeño tren. El doctor Kinesiologo se sentó en el suelo junto a Pulmi y comenzó a jugar con él. Poco a poco, Pulmi empezó a sentirse más cómodo y se unió al juego.
Mientras jugaban, el doctor Kinesiologo le explicó a Pulmi lo que iba a hacer. «Pulmi, voy a usar este estetoscopio para escuchar tu corazón. Hace un sonido muy bonito, como un tambor. ¿Puedo intentarlo?»
Pulmi asintió con timidez, y el doctor Kinesiologo puso suavemente el estetoscopio en su pecho. «Escucha,» dijo el doctor, «suena como un tambor muy especial.»
Pulmi escuchó y sonrió. «¡Es divertido!» dijo, perdiendo un poco del miedo que tenía.
Después, el doctor Kinesiologo le mostró otros instrumentos médicos y le explicó para qué servían. Le enseñó cómo el medidor de presión tomaba su presión y cómo la linterna especial podía ver dentro de su garganta. Cada explicación era sencilla y amable, y Pulmi comenzó a ver que no había nada que temer.
«Pulmi, estás muy sano,» dijo finalmente el doctor Kinesiologo. «Eres muy valiente por venir hoy. Me alegra mucho haberte conocido.»
La mamá de Pulmi lo abrazó y le dijo, «Estoy muy orgullosa de ti, Pulmi. Fuiste muy valiente y ahora sabes que el doctor está aquí para ayudarte.»
En el camino de regreso a casa, Pulmi se sentía muy contento. «Mamá, el doctor Kinesiologo es muy amable. Me gustó conocerlo y jugar con los juguetes.»
«Me alegra que te sientas así, Pulmi. Siempre puedes preguntar y aprender sobre las cosas que te dan miedo. Eso hace que sea más fácil enfrentarlas,» le respondió su mamá con una sonrisa.
Desde ese día, Pulmi ya no temía ir al doctor. Sabía que el doctor Kinesiologo era su amigo y que siempre estaría ahí para asegurarse de que estuviera sano y feliz. Pulmi aprendió que enfrentar sus miedos con ayuda de su mamá y conociendo más sobre ellos, hacía que esos miedos desaparecieran.
Y así, Pulmi siguió creciendo, aprendiendo y disfrutando de sus visitas al doctor, sabiendo que siempre estaría rodeado de amor y cuidado. Y colorín colorado, este cuento de valores ha terminado.





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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.