Cuentos de Valores

Stiven y el Paraíso de los Ratones

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 7 minutos

Español

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En las profundidades de la ciudad, donde las luces del día apenas logran penetrar, vivía Stiven, una pequeña rata que había conocido el mundo solo a través de las sombras y los ecos de las cloacas. No obstante, Stiven soñaba con algo más allá de las oscuras y húmedas paredes que lo rodeaban. Había oído historias de un lugar mágico, un sitio que los ratones llamaban «el paraíso de los ratones», un lugar donde no existía el miedo ni la escasez, sólo abundancia y felicidad.

Cansado de su solitaria existencia y movido por la curiosidad, Stiven decidió que era momento de buscar ese mundo mejor. Una noche, cuando la luna colgaba baja en el cielo, tejiendo plata sobre las aguas estancadas, Stiven tomó su decisión. Con determinación, se deslizó por las estrechas tuberías, escaló montañas de escombros y evitó los peligros que acechan en la oscuridad, guiado por un instinto que le decía que su destino estaba cerca.

Después de un viaje que pareció una eternidad, Stiven emergió a la superficie, y lo que vio lo dejó sin aliento. Ante él se extendía un paisaje que superaba sus más salvajes sueños: montañas de queso tan altas que parecían tocar el cielo, ríos de agua cristalina que fluían suavemente, y acogedoras camas de algodón esparcidas por doquier. Era el paraíso de los ratones.

Sin embargo, la llegada de Stiven no pasó desapercibida. Los ratones domésticos, acostumbrados a la seguridad y la comodidad de su entorno, miraron a Stiven con recelo. A sus ojos, él era un extraño, una rata de las cloacas, diferente a ellos. Stiven sintió el rechazo en sus miradas, pero en su corazón, la esperanza de encontrar un nuevo hogar era más fuerte.

Decidido a ganarse su lugar en este mundo, Stiven se acercó a los ratones con gestos de amistad. Al principio, fue difícil. Las diferencias entre ellos parecían insuperables. Stiven, con su pelaje áspero y manchado, y los ratones domésticos, con sus suaves y brillantes capas. Pero Stiven no se rindió. Día tras día, se esforzó por mostrarles que, a pesar de sus diferencias, todos compartían el mismo deseo de vivir en armonía y felicidad.

Con el tiempo, los ratones comenzaron a ver más allá de las apariencias. Se dieron cuenta de que Stiven, a pesar de venir de las cloacas, poseía un corazón valiente y un espíritu generoso. Había en él una pureza y una sinceridad que no podían ignorar. Stiven les enseñó sobre la resilencia y la fortaleza, sobre cómo encontrar la luz incluso en los lugares más oscuros.

Juntos, Stiven y los ratones domésticos construyeron un puente de amistad y entendimiento. Aprendieron que el verdadero paraíso no se encuentra en el lugar donde vives, sino en la compañía de aquellos que aceptan y aman, sin importar de dónde vienes.

La historia de Stiven se convirtió en una leyenda entre los ratones, una historia sobre el valor de la amistad, la importancia de la aceptación y el poder de un corazón abierto. Y así, en un rincón del mundo, en un lugar que una vez fue solo un sueño, Stiven encontró un hogar, y los ratones encontraron un amigo.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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