Cuentos de Valores

Yurii: Un Viaje hacia la Libertad

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 7 minutos

Español

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En una pequeña ciudad del norte de Ucrania, donde los inviernos eran largos y las calles resonaban con el eco de historias antiguas, vivía un niño llamado Yurii.

Yurii era un chico pelirrojo, cuya cabellera parecía encenderse con los rayos del sol. Vivía en una modesta residencia con su madre, un lugar sencillo pero lleno de amor, aunque no exento de desafíos, como las persistentes cucarachas que a veces se aventuraban desde rincones ocultos.

Desde pequeño, Yurii demostró una valentía inusual. No se amilanaba frente a las dificultades, ni siquiera cuando las burlas y los comentarios hirientes caían sobre él como una lluvia fría y constante. Pero Yurii tenía un secreto, un temor que guardaba en lo más profundo de su corazón: le gustaban los chicos. Este sentimiento, que debería haber sido tan natural como el fluir de un río, se convirtió en su mayor fuente de angustia.

En la escuela, Yurii encontró refugio en los bailes de salón. Allí, girando y deslizándose por el suelo con gracia y destreza, sentía que podía ser él mismo, al menos por un momento. Su amiga Sophie, una compañera de baile que compartía su pasión, se convirtió en su confidente y apoyo. Juntos, participaron en numerosas competiciones, ganando trofeos y el respeto de sus compañeros.

Sin embargo, la vida en Ucrania para Yurii era como vivir en dos mundos: el brillante y colorido mundo del baile, y un mundo gris donde debía ocultar quién era realmente. La presión de vivir con un secreto y el miedo a la reacción de su madre y de la sociedad lo llevaron a tomar una decisión: mudarse a una ciudad lejana, un lugar donde no tuviera que dar explicaciones a nadie.

En esta nueva ciudad, Yurii intentó reinventarse. Dejó crecer una barba pelirroja y trabajó en fortalecer su cuerpo y su espíritu. Pero justo cuando comenzaba a sentirse un poco más libre, una guerra estalló en su amada Ucrania. El conflicto, devastador y cruel, amenazaba con destruir todo lo que conocía.

Con el corazón pesado, Yurii tomó la decisión de dejar su país. Se trasladó a España para vivir con su tía materna. Este cambio fue un nuevo comienzo para él, un lugar donde podía respirar y vivir sin miedo. Dejó atrás el baile, su familia, su país… Pero también comenzó a cambiar.

Un día, mirándose en el espejo, Yurii se dio cuenta de algo importante: todo lo que había dejado atrás había merecido la pena. Por primera vez en mucho tiempo, se vio a sí mismo, el verdadero Yurii, el Yurii libre.

En España, Yurii encontró no solo un refugio sino también una comunidad que lo aceptó tal y como era. Comenzó a explorar su nueva ciudad, maravillándose ante los vibrantes colores, los aromas de la comida en las calles y el calor del sol que parecía darle la bienvenida. Aunque el idioma y las costumbres eran diferentes, Yurii se sentía, por primera vez en mucho tiempo, en paz consigo mismo.

Con el apoyo de su tía, una mujer cálida y comprensiva, Yurii empezó a asistir a una escuela local. Allí, se sorprendió al descubrir que podía hablar abiertamente sobre sus sentimientos sin temor a ser juzgado o rechazado. Hizo amigos que lo aceptaron sin prejuicios, y por primera vez, se sintió verdaderamente parte de una comunidad.

A medida que los días se convertían en semanas y las semanas en meses, Yurii comenzó a dejar atrás los recuerdos dolorosos de su vida en Ucrania. Empezó a participar en actividades que nunca había imaginado que haría. Se unió a un grupo de teatro local, donde encontró una nueva forma de expresión y libertad. En el escenario, podía ser quien quisiera, y esta nueva forma de arte le trajo mucha alegría y satisfacción.

Además, Yurii descubrió su pasión por la escritura. Comenzó a escribir un diario, plasmando sus pensamientos, miedos y sueños. Con cada palabra que escribía, sentía que estaba dejando ir una parte del dolor y la tristeza que había llevado consigo durante tanto tiempo.

Pero no todo era fácil. Hubo momentos en los que la nostalgia y la tristeza por lo que había dejado atrás lo abrumaban. Extrañaba a su madre, a sus amigos y las calles de su ciudad natal. Sin embargo, cada vez que estas emociones lo invadían, recordaba por qué había tomado la decisión de partir y lo mucho que había crecido desde entonces.

Fue durante uno de estos momentos de reflexión cuando Yurii decidió que era hora de compartir su historia con el mundo. Comenzó a trabajar en un libro, una narración de su vida, sus luchas y su viaje hacia la aceptación de sí mismo. Quería que su historia sirviera de inspiración para otros que, como él, habían tenido que dejar atrás su hogar en busca de un lugar donde pudieran ser ellos mismos sin miedo.

Y así, entre palabras y recuerdos, Yurii encontró su verdadero propósito. No solo había aprendido a aceptarse a sí mismo, sino que también había descubierto cómo ayudar a otros a hacer lo mismo. Su libro, una vez terminado, fue un éxito modesto, pero para Yurii, el verdadero éxito estaba en los mensajes y cartas de personas de todo el mundo que encontraron consuelo y esperanza en sus palabras.

Yurii, el niño pelirrojo que había crecido en una pequeña ciudad de Ucrania, había recorrido un largo camino. Había enfrentado miedos, superado obstáculos y encontrado su lugar en el mundo. Ahora, al mirarse en el espejo, no solo veía al Yurii de verdad, sino también al Yurii que había ayudado a otros a encontrar su verdad.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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