Había una vez, en un pequeño y colorido pueblo, dos amigas inseparables llamadas Aittana y Briana. Aittana era una niña con el cabello largo y castaño, siempre vestida con un bonito vestido azul y zapatos rojos. Briana, por otro lado, tenía el cabello rizado y rubio, y le encantaba usar un vestido rosa con zapatos blancos. Aunque eran muy diferentes en apariencia, Aittana y Briana compartían un lazo muy especial.
Una mañana soleada, las dos amigas decidieron ir a jugar al parque. El parque estaba lleno de flores de colores brillantes, árboles altos que ofrecían sombra y un gran arenero donde los niños podían construir castillos. Aittana y Briana siempre disfrutaban de sus aventuras en el parque, pues era el lugar perfecto para imaginar historias y vivir momentos inolvidables.
Al llegar al parque, Aittana y Briana corrieron hacia el arenero. «¡Vamos a construir el castillo de arena más grande de todos!» exclamó Aittana emocionada. Briana asintió con entusiasmo y las dos comenzaron a cavar y moldear la arena con sus pequeñas palas y cubos. Trabajaron juntas, riendo y compartiendo ideas sobre cómo debía ser su castillo. Aittana quería una torre alta, mientras que Briana prefería un puente que cruzara un río imaginario.
Después de un rato, el castillo de arena estaba casi terminado. Era enorme, con torres, puentes y un foso alrededor. Las dos amigas se miraron satisfechas con su creación. «¡Es el castillo más bonito que hemos hecho!» dijo Briana con una sonrisa radiante. «Sí, y es nuestro castillo de la amistad,» agregó Aittana, mientras colocaba la última bandera de arena en la torre más alta.
De repente, un grupo de niños se acercó al arenero. Eran nuevos en el parque y miraban el castillo con admiración. «¡Qué castillo tan genial! ¿Podemos jugar con ustedes?» preguntó uno de los niños. Aittana y Briana se miraron y, sin dudarlo, asintieron con la cabeza. «Claro, todos pueden jugar,» dijo Aittana amablemente.
Pronto, el arenero estaba lleno de risas y diversión. Los niños se dividieron en grupos, algunos construían más torres mientras otros decoraban el castillo con flores y hojas. Aittana y Briana lideraban el grupo, mostrando a los nuevos amigos cómo hacer los mejores puentes y torres. La amistad de Aittana y Briana no solo se fortaleció, sino que también se expandió a sus nuevos compañeros de juego.
Después de un largo día de juego, los niños se sentaron en círculo bajo la sombra de un gran árbol. «Este ha sido el mejor día de todos,» dijo uno de los nuevos amigos. «Gracias por dejarnos jugar con ustedes.» Aittana y Briana sonrieron. «La amistad es para compartir,» respondió Briana. «Y siempre es más divertido jugar juntos,» agregó Aittana.
Mientras el sol comenzaba a ponerse, las madres de Aittana y Briana llegaron para llevarlas a casa. Las dos amigas se despidieron de sus nuevos amigos, prometiendo volver al parque al día siguiente para más aventuras.
Al caminar de regreso a casa, Aittana y Briana hablaron sobre todos los juegos que habían jugado y las nuevas amistades que habían hecho. «Me encanta jugar contigo, Aittana,» dijo Briana. «Eres mi mejor amiga.» Aittana sonrió y tomó la mano de Briana. «Y tú eres la mía, Briana. Jugar contigo siempre es especial.»
Y así, Aittana y Briana siguieron siendo amigas inseparables, viviendo cada día con alegría y aventuras en el parque de la amistad. Cada día traía nuevas historias y recuerdos que atesorarían para siempre.
Colorín colorado, este cuento de amistad se ha acabado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.