En un hermoso bosque lleno de colores y sonidos mágicos, vivía un indio llamado Dofi. Era un joven aventurero que siempre soñaba con explorar y descubrir cosas nuevas. Tenía una sonrisa contagiosa y un corazón lleno de bondad. Cada día, Dofi se levantaba temprano para salir a jugar con sus amigos: Loro, el loro multicolor, Elefante, el sabio de la manada, y Ratón, un pequeño y veloz roedor.
Un día, mientras exploraban una parte del bosque que nunca habían visitado, Dofi y sus amigos encontraron un objeto brillante entre las hojas. Al acercarse, vieron que era un dado mágico. Era un dado grande, hecho de cristal y lleno de colores que cambiaban con la luz del sol. Curiosos, se preguntaron qué podría hacer ese dado.
—¡Debemos averiguarlo! —exclamó el Loro, agitando sus alas llenas de plumas rojas, verdes y azules.
Sin dudarlo, Dofi se acercó al dado y lo levantó con ambas manos. Mientras lo sostenía, una voz suave y melodiosa emergió de su interior.
—Hola, amigos. Soy el Dado Mágico. Este es un día especial y puede que les regale una aventura inolvidable. Para comenzar, deben echarme y seguir mis instrucciones. Cada número tiene un poder diferente. ¿Están listos para divertirse?— dijo el dado.
Los cuatro amigos estaban emocionados y asintieron con entusiasmo. Dofi lanzó el dado al aire, y los colores se iluminaron cuando cayó. El dado mostró un seis.
—¡Un seis! —gritó Elefante—. ¿Qué significa eso?
—Dejen que yo lo descubra, yo soy el más rápido —dijo Ratón, moviéndose rápidamente en círculos—. ¡Dado, por favor, dime qué debemos hacer!
La voz melodiosa del Dado Mágico sonó de nuevo.
—¡Con un seis deben encontrar un objeto que brille en el bosque y traerlo aquí!
Los amigos comenzaron a buscar por todas partes. Dofi se metió entre los arbustos, Loro voló alto sobre los árboles, Elefante usó su gran trompa para mover ramas pesadas y Ratón se deslizó por el suelo con su agilidad. Finalmente, Loro encontró un cristal brillante colgando de una rama.
—¡Aquí está! —gritó Loro, recogiendo el cristal con su pico y llevándolo hasta donde estaban sus amigos.
Cuando colocaron el cristal junto al dado, este comenzó a brillar intensamente. Una luz mágica iluminó el lugar y los cuatro amigos se sintieron llenos de alegría.
—¡Felicitaciones, amigos! Han demostrado que juntos pueden lograr grandes cosas. Ahora, ¡es tiempo de que lancen el dado nuevamente! —anunció el dado.
Dofi, emocionado, lanzó el dado otra vez. Esta vez, el número que apareció fue un cuatro.
—¿Qué significa eso? —preguntó Elefante, mientras se acomodaba las orejas.
La voz del dado se escuchó nuevamente.
—Con un cuatro, deben crear algo juntos. Pueden usar cualquier cosa que encuentren en el bosque. ¡Dejen volar su imaginación!
—¡Eso será divertido! —exclamó Dofi—. ¡Hagamos una cabaña mágica!
Cada uno de ellos empezó a recolectar materiales. Elefante usó sus grandes patas para juntar troncos. Loro voló para encontrar hojas verdes y flores de colores. Ratón corrió a buscar piedras para hacer una base fuerte. Dofi, lleno de creatividad, pensó en cómo podría unir todo.
Después de un rato de trabajo en equipo, los cuatro amigos lograron construir una hermosa cabaña. Tenía paredes de troncos, un techo de hojas brillantes y adornos de flores coloridas. Todos estaban felices y orgullosos de lo que habían logrado juntos.
—¡Miren qué hermosa es nuestra cabaña! —dijo Loro.
El Dado Mágico, al ver el resultado de la colaboración, brilló aún más. —¡Han creado algo maravilloso gracias a su amistad! Ahora es momento de lanzar el dado otra vez.
Dofi, con una gran sonrisa, lanzó el dado. Esta vez, mostró un cinco.
—¿Y ahora qué? —preguntó Ratón, ansioso por seguir jugando.
—Con un cinco deben contar algo que les guste de ustedes y luego compartirlo —respondió el dado.
Dofi se sintió un poco nervioso, pero comenzó.
—A mí me gusta aventurarme y buscar nuevos lugares donde jugar —dijo con voz temblorosa.
Loro lo siguió. —A mí me encanta volar alto y cantar. ¡El cielo es mi casa!
Elefante sonrió. —Me gusta ayudar a mis amigos y ser su refugio. Siempre estoy aquí para ellos.
Finalmente, fue el turno de Ratón. Miró a sus amigos y dijo: —Me gusta ser rápido y siempre encontrar cosas divertidas para hacer.
El Dado Mágico, satisfecho, comenzó a brillar nuevamente. —¡Han hecho un gran trabajo compartiendo! La amistad es lo más importante. Pero ahora, hay un último lanzamiento.
Con una tremenda emoción, Dofi lanzó el dado por última vez. Ahora, mostraba un tres.
—¡¿Qué haremos ahora?! —preguntaron todos.
—Con un tres, deben hacer algo juntos para celebrar su amistad. ¡Usen su cabaña mágica! —anunció la voz del dado.
Los cuatro amigos se miraron sonriendo. Rápidamente, decidieron hacer una fiesta. Trajeron frutas del bosque, hicieron música con hojas y crearon un ambiente mágico en su cabaña. Estaban felices de compartir esos momentos juntos.
A medida que el sol comenzaba a ocultarse, la luz de la cabaña brillaba, y los amigos bailaban y se reían, disfrutando cada instante. Comprendieron que no solo era el dado lo que les traía aventuras, sino la unión de su amistad lo que hacía que todo fuera especial.
—¡Gracias por esta increíble aventura! —dijo Dofi, mirando a sus amigos.
—Siempre estaremos juntos para vivir más aventuras —respondió Elefante, mientras Loro y Ratón asentían con entusiasmo.
Así, en el bosque mágico, Dofi, Loro, Elefante y Ratón aprendieron que la verdadera magia se encuentra en la amistad y en los momentos compartidos. Y desde aquel día, siempre jugaron juntos, explorando y creando nuevas historias, sabiendo que, mientras estuvieran unidos, cualquier día podría convertirse en una aventura inolvidable.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.