Cuentos de Amistad

El Misterio de la Pulsera Brillante

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Jhoan vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Era un lugar lleno de naturaleza, donde los ríos corrían limpios y los animales se escondían entre los árboles altos. Lo que más le gustaba a Jhoan era pasar el tiempo con sus mejores amigos: Mateo, Iker, Santiago y Hellen. Juntos, siempre estaban buscando aventuras. Ningún rincón del pueblo les parecía aburrido, pues siempre lograban convertir cualquier paseo en una emocionante expedición.

Un día, después de la escuela, los cinco decidieron explorar la vieja casa de Jhoan. Era una casa antigua que había pertenecido a los abuelos de Jhoan y estaba llena de objetos extraños y olvidados. A Jhoan le encantaba buscar tesoros entre las cosas viejas.

—Tal vez hoy encontremos algo especial —dijo Jhoan, mientras abría una caja polvorienta en la esquina de su cuarto.

De repente, algo brilló entre las cosas viejas.

—¡Miren esto! —exclamó Jhoan, sacando una pulsera que brillaba con una luz suave pero intensa.

Mateo, que estaba sentado cerca, se levantó de inmediato. —¡Wow, Jhoan! ¿De dónde sacaste eso?

—No lo sé —respondió Jhoan, mirando la pulsera sorprendido—. Estaba aquí, entre todas estas cosas. Nunca la había visto antes.

La pulsera no era como cualquier otra. Tenía pequeñas piedras de colores que parecían brillar desde dentro. Las luces eran tan brillantes que todos los amigos quedaron fascinados. Entonces, Hellen, que siempre era muy observadora, notó algo especial.

—¡Miren! —dijo Hellen, señalando la pulsera—. Hay algo escrito aquí.

Jhoan miró más de cerca y leyó en voz alta: “Roli rolo abre la luz. Entre tus amigos hay una solución. Dentro o fuera, el honor te espera.”

—¿Qué quiere decir eso? —preguntó Iker, rascándose la cabeza, mientras Santiago miraba con curiosidad.

De repente, el suelo bajo sus pies comenzó a vibrar. Las piedras en la pulsera brillaron aún más, y una ráfaga de viento sopló dentro de la habitación. El viento levantó hojas que estaban en el suelo y las bolitas de la pulsera comenzaron a girar alrededor de los cinco amigos.

—¡Esto es extraño! —dijo Santiago, intentando sujetar su gorra que estaba a punto de salir volando.

Y justo cuando pensaban que las cosas no podían volverse más raras, las ropas de todos empezaron a cambiar. Los colores de sus camisetas y pantalones se transformaron en trajes brillantes con símbolos que coincidían con el color de las piedras en la pulsera. Cada uno de ellos tenía una prenda diferente, pero todos brillaban con la misma intensidad mágica.

—¡Esto es increíble! —dijo Mateo, mirando su nuevo atuendo.

—Creo que acabamos de convertirnos en héroes de una aventura mágica —dijo Jhoan, mirando su ropa con asombro.

—Pero, ¿qué se supone que debemos hacer? —preguntó Hellen.

En ese momento, una suave luz apareció desde la pulsera de Jhoan, y una voz misteriosa les habló desde el aire.

—Han sido elegidos como guardianes del honor. Su misión es encontrar el Cristal de la Amistad, escondido en lo más profundo del bosque encantado. Solo trabajando juntos podrán descubrir el secreto y cumplir con su misión.

Los cinco amigos se miraron, sorprendidos y emocionados al mismo tiempo.

—¡Esto es genial! —exclamó Iker, sonriendo—. ¡Vamos a tener una aventura de verdad!

—Pero, ¿cómo encontramos ese cristal? —preguntó Santiago.

—No lo sé —dijo Jhoan—, pero creo que la pulsera nos guiará.

Así que, sin perder tiempo, los cinco amigos salieron de la casa de Jhoan y se adentraron en el bosque que rodeaba su pueblo. Era un bosque que conocían bien, pero esa tarde parecía diferente. Los árboles eran más altos, las sombras más largas, y el aire estaba lleno de una extraña energía mágica.

—¿Sienten eso? —preguntó Hellen, mientras caminaban entre los árboles—. Es como si el bosque estuviera lleno de magia.

—Sí, es como si algo nos estuviera observando —dijo Mateo, mirando a su alrededor.

Mientras caminaban, las pulseras en sus muñecas brillaban con más fuerza, iluminando el camino. Sabían que debían seguir ese resplandor para encontrar el Cristal de la Amistad. Sin embargo, no sería un camino fácil.

Después de caminar durante un buen rato, llegaron a un claro en el bosque. En el centro del claro había un gran árbol, más alto que cualquiera de los otros. Pero el árbol no estaba solo. Había una gran figura de piedra, como una estatua, que bloqueaba el paso.

—¿Qué es eso? —preguntó Santiago, con los ojos muy abiertos.

De repente, la figura de piedra cobró vida y habló con una voz grave y retumbante.

—¿Quiénes se atreven a entrar en el Bosque de la Amistad? —preguntó la figura, moviendo sus enormes brazos de piedra.

Los cinco amigos se miraron con nerviosismo. No estaban seguros de qué hacer.

—Somos… somos amigos —dijo Jhoan, dando un paso adelante—. Estamos buscando el Cristal de la Amistad.

La figura de piedra los miró por un momento y luego dijo: —Para demostrar que son verdaderos amigos, deben resolver mi acertijo. Solo los amigos que trabajan juntos podrán continuar.

—Nos encantan los acertijos —dijo Hellen, con una sonrisa confiada.

La figura asintió y les dio el acertijo: “Tengo muchas manos, pero no puedo aplaudir. Viajo sin moverme, y mi hogar está en lo alto. ¿Qué soy?”

Los cinco amigos pensaron por un momento. Iker se rascaba la cabeza, mientras Santiago intentaba recordar si había escuchado ese acertijo antes. Mateo, que siempre tenía buenas ideas, fue el primero en hablar.

—Creo que es un reloj de campanario —dijo Mateo—. Tiene muchas manos, pero no puede aplaudir. Y aunque no se mueve, el tiempo siempre avanza.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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