Era un día radiante en el bosque mágico, donde las hojas brillaban al sol y los animales cantaban melodías alegres. En este bosque vivía un niño llamado Indio, que era curioso y aventurero. Indio tenía muchos amigos, pero sus más cercanos eran Loro, un loro colorido que siempre podía imitar cualquier sonido; Elefante, un gigante amable que jamás se enojaba y siempre estaba dispuesto a ayudar; y Ratón, un pequeño roedor ingenioso que podía resolver problemas con su astucia.
Un día, mientras jugaban en el claro del bosque, Indio encontró un dado brillante y dorado escondido entre las raíces de un árbol gigante. Cuando lo levantó, el dado comenzó a brillar con fuerza, y una voz mágica salió de él.
«Hola, pequeño. Soy el Dado de los Sueños Cumplidos. Si lanzas este dado y le pides un deseo, yo lo haré realidad», dijo la voz.
Los ojos de Indio se iluminaron de emoción. «¡Esto es increíble!», exclamó. «¡Imaginemos todos los deseos que podríamos pedir!»
Loro, que tenía un gran sentido del humor, voló alrededor de Indio, picoteándole el hombro. «Podríamos pedir ser los animales más rápidos del bosque y correr todo el día. ¡Pum, pum, pum! Seríamos como el viento!»
Elefante miró con curiosidad. «Eso suena divertido, pero yo quiero pedir algo que nos ayude a todos… ¿Qué les parece si pedimos una gran fiesta con todo lo que nos gusta?»
Ratón, que siempre pensaba con lógica, dijo: «Pero si pedimos algo especial, puede que también aprendamos algo importante. No siempre se trata solo de divertirnos. ¿Qué tal si deseamos saber cómo cuidar mejor nuestro bosque?»
Indio pensó en las palabras de sus amigos. Todos tenían buenos deseos. Así que decidió que el primer lanzamiento del dado sería un poco diferente. «Voy a pedir que nos muestre qué es lo que realmente necesitamos», dijo con determinación.
Los cuatro amigos se reunieron, y con muchas ganas, Indio lanzó el dado al aire. Al caer, el dado hizo un sonido mágico y comenzó a brillar. Todos se quedaron mirando con expectación. De repente, una nube de colores apareció sobre ellos y de ella se formó una imagen. Era un hermoso arco iris que nos llevaba hacia un lugar más allá de su bosque.
La nube se disolvió, y una voz profunda y sabia les habló de nuevo. «El bosque que aman está sufriendo. Sus árboles necesitan cuidado, y sus ríos, limpieza. Si desean tener aventuras eternas, deberán proteger lo que tienen».
Indio, Loro, Elefante y Ratón se miraron unos a otros con preocupación, pero también con determinación. «¡Debemos ayudar a nuestro bosque!», exclamó Indio, convencido.
«Pero, ¿cómo lo haremos?», preguntó Elefante con su voz suave.
Ratón, siempre tan astuto, se iluminó. «Podríamos organizar un gran día de limpieza. Invitemos a todos los animales del bosque. Juntos, podemos hacer una gran diferencia.»
«¡Sí, eso suena genial!», dijo Loro emocionado. «Yo puedo volar y avisar a todos los animales. Seré el mensajero del bosque.»
Indio sonrió y, con su gran energía, comenzó a elaborar un plan. Habló con Elefante y le pidió que ayudara a mover objetos grandes y recoger desechos. «Con tu tamaño, serás fundamental para llegar a los lugares difíciles», dijo.
Elefante asintió, y Ratón comenzó a hacer una lista de todos los animales que podrían ayudar. Mientras tanto, Loro voló alto al cielo y comenzó a gritar: «¡Amigos del bosque, a venir! ¡La fiesta de la limpieza será el próximo sábado! ¡Venid pronto!»
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.