Cuentos de Amistad

El Parque de la Amistad

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un pequeño y colorido pueblo llamado Valle Alegre, había un parque conocido como el lugar donde la amistad florecía sin importar las diferencias. En este parque, cuatro amigos, Carlitos, Pepito, María y Lucía, pasaban sus tardes después de la escuela, compartiendo aventuras y risas.

Carlitos era un niño alegre y muy inteligente que se desplazaba en una silla de ruedas. Pepito, quien había perdido su brazo en un accidente, llevaba un brazo ortopédico que lo hacía sentir como un superhéroe. María, siempre curiosa y amante de los libros, llevaba unas grandes gafas que enmarcaban sus ojos llenos de sabiduría. Lucía, la más atlética del grupo, destacaba en todos los deportes y siempre estaba lista para un nuevo desafío.

Un día, mientras jugaban en el parque, un grupo de nuevos niños se acercó. Observaron curiosos a Carlitos y Pepito, murmurando entre ellos. María y Lucía se dieron cuenta y se sintieron un poco incómodas. Pero Carlitos, con su habitual sonrisa, decidió invitar a los nuevos niños a jugar.

«¡Hola! ¿Quieren unirse a nosotros en un juego de balón prisionero?» propuso Carlitos con entusiasmo.

Los niños se miraron entre sí, dudando al principio. Uno de ellos, un niño llamado Tomás, parecía particularmente interesado en cómo Pepito podría jugar con un solo brazo funcional. Pepito, notando su curiosidad, levantó su brazo ortopédico y dijo: «¡Verás que puedo lanzar tan bien como cualquiera!»

El juego comenzó, y pronto todos los niños del parque estaban riendo y corriendo. Carlitos, con su habilidad para maniobrar rápidamente su silla de ruedas, esquivaba las pelotas con sorprendente agilidad. María, con su percepción y estrategia, era una experta en atrapar la pelota sin ser golpeada. Lucía, por su parte, demostraba su rapidez y fuerza, lanzando la pelota con precisión.

Después del juego, mientras todos tomaban un descanso y compartían jugos y galletas que Lucía había traído, Tomás se acercó a Carlitos. «Es impresionante cómo te mueves con la silla de ruedas. Nunca había visto a alguien jugar así», comentó admirado.

Carlitos sonrió y explicó cómo había aprendido a ser tan hábil con su silla. «Cada uno tiene algo especial que ofrecer, no importa cómo seamos», dijo sabiamente.

Pepito, por su parte, mostró a los niños cómo funcionaba su brazo ortopédico, y muchos se sorprendieron al ver cómo podía controlarlo tan eficientemente. «Fue difícil al principio, pero ahora es parte de lo que me hace único», explicó con orgullo.

María, que había estado observando la interacción, sugirió: «¿Por qué no hacemos un equipo para el torneo de balón prisionero del próximo mes? Podemos practicar juntos y demostrar que lo importante no es cómo lucimos o qué habilidades tenemos, sino cómo trabajamos en equipo.»

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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