Cuentos de Amistad

El regreso al cole de Lucas y Julia

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Era una mañana soleada de septiembre, y Lucas y Julia estaban muy emocionados. ¡Hoy era su primer día de regreso al colegio! Los dos amigos tenían 5 años, y este sería su primer año en el curso de los mayores. Habían pasado todo el verano esperando este día, y ahora, al fin, había llegado.

Lucas se había puesto su camiseta azul favorita y su nueva mochila roja. Julia, con sus coletas doradas y su vestido amarillo, llevaba una mochila verde que combinaba perfectamente con su energía alegre. Ambos estaban ansiosos por verse en la puerta del colegio, donde se habían dado la promesa de encontrarse antes de entrar.

—¡Julia! —gritó Lucas al verla acercarse.

—¡Lucas! —respondió Julia con una sonrisa tan grande como el sol de esa mañana.

Los dos amigos corrieron uno hacia el otro y, entre risas, comenzaron a hablar de todo lo que había pasado durante las vacaciones.

—¡Mis vacaciones fueron increíbles! —dijo Lucas, casi saltando de la emoción—. Fuimos al mar y construí el castillo de arena más grande del mundo. ¡Tenía una torre tan alta que casi tocaba las nubes!

—¡Qué divertido, Lucas! —dijo Julia, sorprendida—. Yo fui al campo con mis abuelos y ayudé a cuidar a los animales. Vi muchos pollitos, y hasta les di de comer.

—¡Guau! —respondió Lucas, impresionado—. ¡Me hubiera encantado verlos!

Mientras hablaban, caminaban hacia la puerta del colegio, donde otros niños también llegaban con sus mochilas llenas de útiles nuevos. Aunque ambos amigos estaban contentos por haberse divertido durante las vacaciones, sabían que lo mejor de todo era volver a ver a sus compañeros y descubrir las sorpresas que el nuevo curso traería.

—¿Crees que tendremos una nueva mascota en clase este año? —preguntó Julia, con los ojos llenos de curiosidad.

—¡Espero que sí! —respondió Lucas—. El año pasado tuvimos a Tortu, la tortuga, pero me pregunto si esta vez será algo diferente. Quizás un conejito, o… ¡Una ardilla!

Los dos amigos comenzaron a imaginar todo tipo de animales. Julia soñaba con un conejito saltarín, mientras que Lucas pensaba en lo divertido que sería tener un periquito que pudiera hablar con ellos durante las clases. Las risas y las ideas seguían fluyendo mientras entraban al patio del colegio.

Cuando llegaron al salón de clase, la maestra ya los esperaba con una gran sonrisa.

—¡Buenos días, niños! —dijo la maestra—. Estoy muy contenta de verlos a todos de nuevo. Este año será muy especial porque ya son de los mayores. Vamos a aprender muchas cosas nuevas, y… ¡también tenemos una sorpresa!

Todos los niños, incluidos Lucas y Julia, se quedaron en silencio, esperando ansiosos a descubrir cuál sería la sorpresa. La maestra caminó hacia una mesa cubierta con una manta, y con un gesto dramático, la levantó para revelar una jaula.

Dentro de la jaula, un pequeño hámster peludo daba vueltas en su rueda.

—¡Es nuestro nuevo amigo, el hámster! —anunció la maestra—. Se llama Pipo, y estará con nosotros todo el año. Juntos aprenderemos cómo cuidar de él y asegurarnos de que esté feliz y sano.

Lucas y Julia se miraron emocionados. Aunque no era una ardilla ni un conejito, Pipo, el hámster, parecía muy simpático. Y lo mejor de todo es que todos en la clase podrían turnarse para cuidarlo.

—¡Me encanta! —dijo Julia—. ¡Cuidar de Pipo será divertido!

—Sí, además podremos aprender mucho sobre él —añadió Lucas, sonriendo.

A lo largo del día, Lucas y Julia no dejaron de hablar sobre todas las cosas emocionantes que harían ese año. Los dos se prometieron que se esforzarían mucho en las clases, pero también que cuidarían muy bien de Pipo, su nueva mascota.

Durante el recreo, se sentaron juntos bajo un árbol, disfrutando del aire fresco. Miraban a los otros niños jugar, pero ellos seguían hablando de sus planes.

—Este año será increíble, Julia —dijo Lucas—. Estoy muy contento de que volvamos a estar juntos en clase.

—Yo también, Lucas —respondió Julia—. Siempre es más divertido cuando estamos los dos.

Pasaron los días, y cada vez que llegaban al colegio, Lucas y Julia se saludaban con entusiasmo, listos para una nueva aventura. Durante las clases, aprendían cosas nuevas, como cómo cuidar mejor de sus cuerpos y por qué era importante compartir con los demás. Cada día, se turnaban para cuidar a Pipo, dándole comida, agua fresca y asegurándose de que su rueda siempre estuviera limpia para que pudiera correr.

Un día, mientras Lucas y Julia miraban a Pipo correr en su jaula, la maestra les dijo algo que les hizo pensar.

—Cuidar de Pipo es una gran responsabilidad —dijo—. Es importante que le demos lo que necesita y que lo tratemos con mucho cariño. Pero, ¿saben qué? También debemos cuidar de nosotros mismos y de nuestros amigos, igual que cuidamos a Pipo.

Lucas y Julia se quedaron pensando en las palabras de la maestra. Sabían que cuidar de una mascota era importante, pero nunca habían pensado que también debían cuidarse entre ellos.

—Es verdad —dijo Julia, mirando a Lucas—. Siempre nos ayudamos cuando jugamos o cuando hacemos la tarea.

Lucas asintió.

—Y también es importante ser amables y ayudarnos cuando estamos tristes o cansados. Así como le damos comida a Pipo cuando tiene hambre, nosotros también debemos cuidarnos entre amigos.

A partir de ese día, Lucas y Julia comenzaron a ser aún más atentos con sus compañeros. Si veían que alguien necesitaba ayuda, siempre estaban allí para ofrecer una mano amiga. Descubrieron que cuidar de los demás los hacía sentir bien, igual que cuidar a Pipo.

Los meses pasaron volando, y pronto el invierno llegó. Las clases continuaban, y cada día era una nueva oportunidad para aprender y divertirse. Lucas y Julia seguían siendo los mejores amigos, y Pipo, el hámster, se había convertido en una parte especial de la clase.

Al final del curso, la maestra decidió hacer una fiesta de despedida. Todos estaban emocionados, y cada niño llevó algo para compartir con sus amigos. Lucas llevó galletas, y Julia llevó una jarra de limonada fresca.

—Este año ha sido increíble, Lucas —dijo Julia mientras compartían las galletas.

—Sí, ha sido el mejor de todos —respondió Lucas—. Estoy muy contento de que estemos juntos en clase, y de haber conocido a Pipo.

Julia sonrió.

—Y lo mejor de todo es que aprendimos a cuidar de los demás. Eso es lo más importante.

La fiesta continuó, y los niños rieron, jugaron y recordaron todos los buenos momentos que habían compartido. Lucas y Julia sabían que, aunque las vacaciones de verano llegarían de nuevo, siempre tendrían su amistad y los recuerdos de un año lleno de aprendizajes, aventuras y mucho cariño.

Y así, el regreso al cole de Lucas y Julia se convirtió en una historia de amistad, responsabilidad y el valor de cuidar de los demás. Porque, al final, no hay nada más importante que compartir, aprender y crecer junto a quienes más queremos.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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