Cuentos de Amistad

Isabella y el Corazón de sus Mascotas

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En una casa llena de risas y juguetes coloridos vivía una niña llamada Isabella. Isabella tenía el cabello castaño claro que brillaba bajo el sol de la tarde y una sonrisa que iluminaba cualquier habitación. Pero lo que más amaba Isabella, además de los helados de vainilla y los días soleados, eran sus dos adoradas mascotas: Polly, una perrita pequeña y esponjosa, y Duquesa, una gatita gris y elegante.

Isabella pasaba sus días jugando con Polly y Duquesa en el jardín trasero, donde las mariposas danzaban sobre las flores y el césped parecía una alfombra verde perfecta para sus aventuras. Polly, siempre juguetona y alegre, corría tras las pelotas que Isabella lanzaba, mientras Duquesa, más tranquila y observadora, se dedicaba a perseguir sombras y hojas movidas por el viento.

Pero había algo que molestaba un poco a Duquesa. No le gustaba compartir el amor de Isabella con Polly. Cada vez que Isabella acariciaba a Polly, Duquesa se acercaba sigilosamente y, con un suave empujón, buscaba ocupar su lugar. Isabella, con toda la sabiduría de sus cinco años, trataba de explicarle a Duquesa que había suficiente amor para ambas.

Un día, mientras jugaban en el salón, Isabella decidió hacer algo especial para mostrarles a sus mascotas cuánto las quería. Se le ocurrió organizar una fiesta de té, una fiesta muy especial donde cada detalle demostraría su cariño. Con ayuda de su mamá, preparó pequeños platos con las golosinas favoritas de Polly y Duquesa y decoró el rincón de juegos con guirnaldas de colores y cojines suaves.

Polly y Duquesa, al ver todo lo que Isabella había preparado, se sintieron muy especiales. Había galletitas en forma de hueso para Polly y trocitos de atún para Duquesa, dispuestos en platos dorados. Isabella les sirvió su «té» (agua fresca) en pequeñas tazas de porcelana que tintineaban alegremente al ser colocadas sobre la mesa.

Mientras la tarde caía, Isabella les contó historias de princesas valientes y animales mágicos, y tanto Polly como Duquesa escuchaban atentas, disfrutando de la calidez del hogar y del amor de su pequeña amiga. En un momento, mientras Isabella acariciaba a Duquesa, Polly se acercó tímidamente. Isabella sonrió y extendió su otra mano para acariciarla también, asegurándoles que su corazón era lo suficientemente grande para las dos.

Fue entonces cuando Duquesa, al ver la sinceridad en los ojos de Isabella, decidió que no necesitaba competir por su atención. Si Isabella podía amarlas a ambas sin reservas, entonces ella también podía compartir su espacio y su afecto con Polly. Desde ese día, Duquesa ya no se interponía cuando Isabella acariciaba a Polly. En cambio, se acurrucaba al lado de su amiga canina, formando un pequeño grupo de amigas inseparables.

La fiesta de té no solo llenó sus estómagos con deliciosas golosinas, sino que también llenó sus corazones con amor y confianza. Isabella aprendió que el amor no se divide, se multiplica cuando se comparte, y sus mascotas aprendieron que la amistad es más dulce cuando no hay celos de por medio.

Y así, en una casa llena de risas, juguetes y amor, Isabella, Polly y Duquesa vivieron muchos más días felices, explorando juntas el mundo, durmiendo enredadas en un abrazo cálido y soñando con nuevas aventuras que las esperaban justo al otro lado de la puerta de su hogar.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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