Cuentos de Amistad

La Gran Fiesta en el Parque

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un bonito parque lleno de árboles y flores, cinco amigos muy especiales se reunían cada tarde para jugar y disfrutar juntos. Víctor, Minerva, Arya, Rubén y Luís eran inseparables y siempre encontraban formas divertidas de pasar el tiempo. El parque era su lugar favorito, donde podían correr, reír y hacer música bajo el sol brillante.

Víctor tenía seis años y era el más pequeño del grupo. Le encantaba correr por el parque, sintiendo el viento en su cara y la alegría de la libertad. Siempre estaba en movimiento, y sus amigos a menudo decían que era tan rápido como un avión. Víctor tenía el cabello corto y castaño, y una gran sonrisa que iluminaba su rostro.

Minerva, que tenía siete años, era una niña con el cabello largo y castaño que siempre estaba riendo. Su risa era contagiosa, y hacía que todos a su alrededor se sintieran felices. Minerva amaba las flores y a menudo hacía coronas de flores para sus amigos. Siempre encontraba algo gracioso en cada situación y lograba hacer reír a todos, incluso en los días más nublados.

Arya y Rubén eran gemelos de nueve años. Los dos tenían el cabello oscuro y una pasión por la música. Siempre llevaban sus guitarras al parque y tocaban canciones alegres mientras sus amigos bailaban y cantaban. A Arya le gustaba inventar melodías nuevas, mientras que Rubén prefería tocar canciones conocidas. Juntos, creaban un ambiente mágico con su música, llenando el parque de melodías encantadoras.

Luís, el mayor del grupo, tenía once años. Tenía el cabello corto y moreno, y una piel bronceada por el sol. Luís era un gran cantante y también disfrutaba jugando con la pelota. Le encantaba organizar juegos de fútbol improvisados y cantar canciones mientras corría por el campo. Su voz era fuerte y melodiosa, y siempre encontraba la manera de motivar a sus amigos.

Una tarde, los cinco amigos decidieron organizar una gran fiesta en el parque. Querían celebrar su amistad y pasar un día especial juntos. Se reunieron temprano en la mañana para planificar todos los detalles. «Podemos decorar el parque con globos y banderines», sugirió Minerva, saltando de alegría.

«Y también podemos preparar un pícnic con mucha comida rica», agregó Víctor, ya imaginándose corriendo por el parque con una bandeja de bocadillos.

«Nosotros nos encargaremos de la música», dijeron Arya y Rubén al unísono, sonriendo mientras afinaban sus guitarras.

«Y yo puedo traer la pelota para que juguemos después de comer», añadió Luís, pensando en todos los juegos divertidos que podían hacer.

Con un plan en mente, se dividieron las tareas y comenzaron a trabajar. Minerva y Víctor se encargaron de las decoraciones. Colocaron globos de colores en los árboles y colgaron banderines alrededor del área de pícnic. Minerva hizo coronas de flores para cada uno de sus amigos, mientras que Víctor corría de un lado a otro, asegurándose de que todo estuviera perfecto.

Arya y Rubén practicaron sus canciones y compusieron una nueva melodía especialmente para la fiesta. Su música era tan alegre y pegajosa que no podían evitar sonreír mientras tocaban. Luís, por su parte, preparó una cesta con pelotas y organizó una lista de juegos para después del pícnic.

Cuando todo estuvo listo, se reunieron bajo un gran árbol donde habían colocado una manta para el pícnic. La comida estaba deliciosa: sándwiches, frutas frescas, jugos y, por supuesto, una gran torta que Minerva había decorado con flores comestibles. «¡Esto se ve increíble!», exclamó Arya, mirando la mesa llena de comida.

Mientras comían, se contaron historias divertidas y rieron hasta que les dolió la barriga. Luego, Arya y Rubén tomaron sus guitarras y comenzaron a tocar la nueva canción que habían compuesto. Luís cantó junto a ellos, mientras Víctor y Minerva bailaban al ritmo de la música. La melodía llenó el aire, y pronto, otros niños en el parque se unieron a la fiesta, atraídos por el sonido alegre.

Después de la música, llegó el momento de jugar. Luís organizó un partido de fútbol, y todos participaron con entusiasmo. Víctor corría tan rápido que parecía que sus pies apenas tocaban el suelo. Minerva, aunque no era la mejor jugadora, se reía cada vez que intentaba patear la pelota y la enviaba en la dirección equivocada. Arya y Rubén demostraron que no solo eran buenos músicos, sino también excelentes jugadores.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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