Cuentos de Amistad

La Navidad en el Colegio

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era el 24 de diciembre, y en el Colegio Santa Clara, la Navidad parecía estar muy lejos de lo que la mayoría de los estudiantes esperaban. Las paredes del aula estaban decoradas con luces de colores y guirnaldas, pero la atmósfera no era festiva. Al contrario, los estudiantes se miraban con desconfianza y resentimiento. Nadie hablaba con nadie, y el ambiente era tenso.

Lucas, Rosa, Luciana y Bertha eran compañeros de clase, pero no se llevaban bien. Había demasiadas tensiones entre ellos, y sus interacciones siempre terminaban en discusiones. Lucas y Rosa solían estar en desacuerdo sobre casi todo. Luciana, que se sentía atrapada entre ambos, no sabía cómo mediar, y Bertha, por su parte, prefería evitar el conflicto, pero siempre se veía arrastrada a él.

Aquel día, sin embargo, algo más pesaba en el ambiente. El profesor de matemáticas, el Sr. López, tenía un problema con uno de los estudiantes, Tomás. Durante la clase anterior, Tomás había dicho algo que hizo enojar al Sr. López, y aunque ambos se habían mirado durante todo el día, la tensión entre ellos estaba clara. La Navidad, que debería ser un momento de alegría, parecía solo una excusa para ignorarse más entre ellos.

El día continuó de manera incómoda hasta que la campana sonó para el receso, y todos los estudiantes se dispersaron rápidamente, como si las vacaciones ya hubieran comenzado. Pero antes de que se fueran, la directora del colegio, la Sra. Martínez, hizo un anuncio por los altavoces.

—Queridos estudiantes —dijo la directora—, la Navidad no es solo un tiempo de regalos y celebraciones. Es un momento para reflexionar sobre lo que hemos hecho durante el año, para aprender a perdonar y valorar lo que realmente importa. A veces, en nuestra vida diaria, nos olvidamos de la importancia de la unidad y el respeto mutuo. Hoy, les invito a que, antes de irse, den un paso hacia la reconciliación y la paz.

Las palabras de la directora resonaron en la mente de Maricarmen. Ella se detuvo un momento, mirando a sus compañeros de clase. A pesar de las peleas y malentendidos, sabía que la Navidad era el momento perfecto para cambiar. Si no podían perdonarse ahora, ¿cuándo lo harían?

Rosa, que había estado hablando en voz baja con Luciana, la miró de reojo y murmuró:

—No entiendo por qué la directora dice esas cosas. Nadie va a perdonar a nadie aquí.

Maricarmen, escuchando sus palabras, decidió que era el momento de hablar. Miró a Rosa con firmeza, aunque no sin cierta timidez, y le dijo:

—Quizás es el momento de intentar hacerlo, Rosa. No tenemos que seguir así.

Lucas, que había estado caminando por el aula, se detuvo y se giró hacia Maricarmen.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, desconcertado.

Maricarmen suspiró, se acercó a ellos y, con una voz calmada, continuó:

—No sé si todos lo ven, pero la Navidad es sobre perdonar. Todos hemos tenido diferencias, todos hemos hecho cosas malas. ¿Por qué no dar un paso hacia la reconciliación? Si no ahora, ¿cuándo?

Los demás la miraron en silencio. La tensión en el aire comenzó a suavizarse lentamente, pero nadie se atrevía a decir nada más. Fue entonces cuando el Sr. López, que había estado observando desde su escritorio, se acercó a la clase con una expresión seria pero calmada.

—Sé que no hemos tenido el mejor año —dijo el profesor—, y sé que yo también he cometido errores. A veces, la frustración y el estrés nos hacen olvidar lo que realmente importa. Pero es Navidad, y aunque no podamos cambiar el pasado, podemos empezar a cambiar el presente.

Tomás, que había estado apartado, miró al Sr. López. Por un momento, sus miradas se cruzaron, y algo cambió en el ambiente. Tomás se acercó lentamente al profesor y, con una voz baja pero firme, dijo:

—Lo siento, Sr. López. Me equivoqué.

El profesor lo miró y asintió lentamente.

—Yo también me disculpo, Tomás. Este año no ha sido fácil para ninguno de nosotros.

La clase se quedó en silencio. Fue un momento extraño, pero también hermoso. La tensión entre los compañeros y el profesor comenzaba a disiparse. Nadie había esperado que la Navidad trajera algo tan valioso como el perdón. Maricarmen, viendo todo lo que sucedía, se sintió aliviada. Sabía que, aunque no todos serían amigos al instante, ese paso hacia la reconciliación había sido importante.

Cuando el reloj marcó la hora de salida, la directora apareció en la puerta del aula, sonriendo.

—Me alegra ver que han dado un paso hacia la paz —dijo con una sonrisa cálida—. Eso es lo que realmente importa en Navidad: la capacidad de perdonar y de volver a empezar.

Con esos últimos palabras, los estudiantes se dirigieron hacia la salida, pero algo había cambiado en todos ellos. Ya no era solo un día más de Navidad, sino una oportunidad para sanar viejas heridas.

Conclusión: Maricarmen aprendió que la Navidad no es solo una época para recibir regalos o celebrar con grandes fiestas. La verdadera esencia de la Navidad está en el perdón, la unidad y la comprensión mutua. A veces, el mayor regalo que podemos dar es el de sanar relaciones, reconocer nuestros errores y dar un paso hacia la reconciliación. En ese colegio, Maricarmen y sus compañeros aprendieron que, incluso en medio de los desacuerdos, siempre hay espacio para el perdón y el cambio. La Navidad es, en esencia, un nuevo comienzo.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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