Cuentos de Amistad

Más allá del umbral de la magia busca y rescate en el reino de las sombras

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Aniam, Ossiris, Haru y Gaby eran cuatro amigos inseparables que vivían en el pintoresco pueblo de Luminia, un lugar donde la luz del sol brillaba intensamente y las flores se mecían suavemente con la brisa. Este pueblo era conocido por su magia, ya que tenía un antiguo bosque que lo rodeaba, donde se decía que habitaban criaturas mágicas. Aunque a los cuatro amigos les encantaba explorar el bosque, siempre regresaban antes de que anocheciera, ya que había historias de un reino de sombras más allá de las fronteras del bosque, un lugar que intrigaba y aterraba a la vez.

Un día, mientras estaban en su lugar secreto en el bosque, un magnífico claro lleno de flores de colores brillantes, Aniam compartió una antigua leyenda que había escuchado de su abuela. La leyenda hablaba de un misterioso Reino de las Sombras, un lugar donde la luz rara vez penetraba. En ese reino, se decía que había un artefacto mágico, la Llama de la Amistad, capaz de iluminar el corazón de quienes la poseyeran. Pero, según contaba la leyenda, el camino hacia este reino estaba lleno de desafíos, y solo los verdaderos amigos podrían encontrarlo y regresar sanos y salvos.

“¿Y si vamos a buscar la Llama?” preguntó Haru, emocionado. “¡Podría ser una gran aventura!”

Gaby, que siempre había sido más cautelosa, frunció el ceño. “Pero si es un lugar tan peligroso… No deberíamos arriesgarnos.”

“Oye, Gaby, ¿no quieres que nuestra amistad sea más fuerte?” interrumpió Ossiris, quien siempre había sido el más optimista del grupo. “Además, si vamos juntos, no hay nada que temer.”

Aniam y Haru asintieron, intrigados por la idea de una aventura. Después de un rato de discusión, Gaby se sintió convencida. “Está bien, si los cuatro vamos, lo intentaré. Pero debemos llevar provisiones y un mapa. No quiero perderme en los reinos oscuros.”

Prepararon sus mochilas con bocadillos, agua, una linterna y un mapa que Aniam había dibujado de las partes del bosque que ya conocían. Al caer la tarde, se despidieron de sus familias, asegurándoles que regresarían al caer la noche.

Mientras caminaban por el bosque, el ambiente se tornaba lentamente más oscuro y la luz del sol se desvanecía entre los árboles, pero sus corazones latían con emoción. De repente, se encontraron frente a un enorme árbol, más alto y ancho que cualquier árbol que hubieran visto jamás. Era el Árbol de la Sabiduría, según indicaba una pequeña inscripción en su tronco. Se decía que si alguien quería pasar al Reino de las Sombras, debía responder a una enigma.

“¡Perfecto! ¡Estamos aquí justo a tiempo! ¡Vamos a responder el enigma y continuar nuestra aventura!” exclamó Ossiris.

El árbol habló con una voz profunda y resonante. “Para cruzar al Reino de las Sombras, debéis contestar correctamente a mi enigma. ¡Escuchad atentamente! ¿Qué es lo que puede llenar un espacio vacío, pero no ocupa ningún lugar?”.

Gaby se quedó pensativa mientras los demás murmuraban. “¿La felicidad?” aventuró Aniam.

“No, no es eso”, respondió el árbol, provocando un suspiro colectivo de decepción.

“¡Yo sé! ¡Es el aire!” gritó Ossiris, confiado.

“El aire no reúne todas las condiciones”, replicó el árbol, impasible.

Gaby, que había estado dándole vueltas a la pregunta, una de sus fracasadas respuestas la motivó a pensar de nuevo. “Ya sé, es… ¡el tiempo!”.

“¡Correcto!” resonó el árbol, sus hojas brillaron con una luz tenue y el tronco se abrió, revelando un pasaje oscuro. “Avanzad, valientes amigos, pero recordad que en el Reino de las Sombras, nada es lo que parece.”

Los cuatro amigos sintieron que sus corazones latían al unísono mientras se adentraban en el pasaje. Una vez dentro, se encontraron en un paisaje surrealista, salpicado de sombras danzantes y luces parpadeantes. El aire olía a misterio, y el ambiente se sentía tanto inquietante como fascinante.

“Aquí es donde comienza nuestra verdadera aventura”, dijo Haru, emocionado. “Debemos ser valientes y enfrentar lo que se avecine.”

Mientras avanzaban, los amigos comenzaron a notar que las sombras parecían susurrar y a veces se formaban en figuras conocidas. “¿Elisa?” murmuró Aniam cuando vio la sombra de su hermana.

“¡No! No es ella, es solo una ilusión”, la corrigió Gaby, quien puso su mano en el hombro de su amigo para reconfortarlo.

Con cada sombra que veían, se fue haciendo más difícil concentrarse en su objetivo. Los amigos decidieron que debían permanecer unidos y tomar cada decisión en conjunto. Sin embargo, después de un rato, la emoción inicial comenzó a desvanecerse y gaveie.Aceptaron un pequeño descanso en un claro oscuro, donde una hoguera empezaba a chisporrotear, iluminando ligeramente sus rostros.

“Esto es más difícil de lo que pensé”, admitió Ossiris, mirando cómo las sombras se alargaban y se retorcían a su alrededor. “No sé si estamos haciendo lo correcto.”

“Si tenemos la Llama de la Amistad, podremos encontrar el camino de vuelta. Solo debemos seguir adelante”, respondió Aniam, fuerte por sus convicciones.

De repente, una sombra gigante emergió en el fondo del claro, tomando forma de un feroz dragón oscuro. Los amigos no podían creer lo que veían. El dragón rugió, y sus ojos brillaban con una luz roja siniestra.

“¿Quiénes son ustedes que se atreven a entrar en mi reino?” inquirió el dragón.

“Venimos a buscar la Llama de la Amistad”, respondió Gaby con firmeza, aunque su voz temblaba un poco.

“A-ha, la Llama de la Amistad…” rió el dragón. “¿Y ustedes piensan que pueden simplemente entrar y llevarsela sin enfrentarse a mis desafíos primero?”

“Desafíos, ¿cuáles son?” preguntó Haru, mientras los demás lo observaban, asustados.

“Deberán demostrar su amistad enfrentando tres pruebas”, dijo el dragón, cuya voz resonaba en las profundidades del claro. “Solo aquellos que son verdaderos amigos podrán superar los desafíos y salir del Reino de las Sombras con la Llama.”

Los amigos se miraron entre sí, determinando que no había marcha atrás. “Está bien, lo haremos”, dijo Aniam, tomando la delantera. “Estamos listos para enfrentar cualquier prueba que nos pongas.”

El dragón los llevó a la primera prueba: un laberinto nebuloso donde las sombras trataban de separarlos. Al entrar, la niebla comenzó a envolverlos, y cada amigo sintió una insistente llamada para alejarse de los demás.

“¡No podemos dejarnos separar! ¡Agarremos nuestras manos!” gritó Gaby, mientras luchaban por permanecer unidos en la nebulosa, caminando de la mano.

Las sombras intentaron desestabilizarlos, pero su voluntad era fuerte. Entre risas y murmullos de temor, lograron avanzar. Cada paso que daban juntos los hacía más fuertes, y al final pudieron salir del laberinto, agotados pero eufóricos.

“Eso no fue tan fácil como pensé, pero podemos hacerlo todo juntos”, dijo Ossiris, sonando sorprendido.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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