Había una vez, en una pequeña ciudad, tres grandes amigos llamados Tito, Rocki y Pancho. Los tres tenían la misma edad y se conocieron en el jardín de infantes. Desde entonces, se volvieron inseparables. Todos los días jugaban y se divertían mucho en la escuela, compartiendo risas y aventuras.
Tito era un niño curioso, siempre con su mochila llena de libros y juguetes. Rocki, el más atlético del grupo, llevaba siempre una pelota bajo el brazo, listo para jugar al fútbol en cualquier momento. Pancho, con su risa contagiosa, era el más gracioso y siempre encontraba una manera de hacer reír a sus amigos.
Cada mañana, los tres amigos se encontraban en el patio de la escuela y planeaban sus juegos del día. Juntos corrían, saltaban y se divertían sin parar. Un día podían ser piratas buscando tesoros y al siguiente, astronautas explorando planetas lejanos. Sus risas llenaban el aire y todos los niños en la escuela disfrutaban de su compañía.
Sin embargo, un día Tito llegó a la escuela con una expresión diferente en su rostro. Parecía preocupado y un poco triste. Rocki y Pancho notaron enseguida que algo no estaba bien y se acercaron a él.
—¿Qué pasa, Tito? —preguntó Rocki, preocupado.
—Sí, Tito, ¿por qué estás triste? —añadió Pancho.
Tito suspiró y miró a sus amigos con ojos tristes.
—Mis padres han decidido que vamos a mudarnos a otro país —dijo Tito—. Nos vamos la próxima semana.
Rocki y Pancho se quedaron en silencio, sin saber qué decir. La noticia los tomó por sorpresa y el pensamiento de perder a su amigo los entristeció profundamente.
—Pero… ¿y nuestra amistad? —preguntó Rocki—. ¿Qué pasará con nosotros?
—No quiero que te vayas, Tito —dijo Pancho, con lágrimas en los ojos.
Tito les sonrió con ternura y les dio un abrazo fuerte.
—Nuestra amistad siempre será especial, sin importar la distancia —dijo Tito—. Además, podemos escribirnos cartas, llamarnos por teléfono y visitarnos en las vacaciones. Nada podrá separar nuestra amistad.
Aunque la idea de que Tito se mudara era triste, sus palabras reconfortaron a Rocki y Pancho. Decidieron que harían que los últimos días de Tito en la ciudad fueran inolvidables.
Durante esa semana, los tres amigos pasaron todo el tiempo posible juntos. Jugaron sus juegos favoritos, hicieron una fiesta de despedida y compartieron muchos momentos especiales. Incluso, sus compañeros de clase organizaron una despedida en la escuela, donde todos le dieron a Tito cartas y dibujos deseándole lo mejor en su nueva aventura.
El día de la partida llegó rápidamente. Tito se despidió de sus amigos con un fuerte abrazo y muchas promesas de mantenerse en contacto.
—Siempre seremos amigos, sin importar dónde estemos —dijo Tito con una sonrisa—. Los extrañaré mucho.
Rocki y Pancho vieron a Tito y su familia subir al coche y alejarse. Aunque estaban tristes, también se sentían agradecidos por todos los momentos felices que compartieron.
El tiempo pasó y, aunque Tito estaba lejos, los amigos mantuvieron su promesa. Se escribían cartas regularmente, compartiendo historias sobre sus nuevas aventuras y recordando los viejos tiempos. A veces, hacían videollamadas donde podían verse y reír juntos, como si no hubiera distancia entre ellos.
Rocki y Pancho siguieron disfrutando de sus días en la escuela, pero siempre reservaban un lugar especial para Tito en sus juegos y conversaciones. Incluso hicieron nuevos amigos, pero ninguno reemplazó el lugar que Tito tenía en sus corazones.
En una de sus cartas, Tito les contó sobre su nueva escuela y los amigos que había hecho. Les habló sobre las nuevas cosas que estaba aprendiendo y las aventuras que estaba viviendo en su nuevo país. Aunque disfrutaba de su nueva vida, siempre les decía cuánto los extrañaba y deseaba poder verlos pronto.
Un día, Rocki y Pancho recibieron una carta especial de Tito. Decía que sus padres habían planeado un viaje de regreso a la ciudad para visitar a sus abuelos durante las vacaciones. ¡Tito volvería a visitarlos!
La emoción llenó sus corazones y comenzaron a planear todo lo que harían cuando Tito llegara. Decidieron organizar una gran bienvenida para él, invitando a todos sus amigos y decorando el patio de la escuela con globos y carteles.
El día finalmente llegó y Tito apareció en la puerta del patio escolar. Rocki y Pancho corrieron hacia él y lo abrazaron con todas sus fuerzas. Era como si nunca se hubiera ido. Los tres amigos volvieron a jugar juntos, compartiendo risas y aventuras, tal como lo hacían antes.
Durante las vacaciones, Tito, Rocki y Pancho aprovecharon cada momento. Fueron al parque, jugaron al fútbol, exploraron el bosque cercano y recordaron todas las aventuras que habían vivido juntos. Sus risas llenaron el aire una vez más y el vínculo de su amistad se fortaleció aún más.
Pero, como todas las cosas buenas, las vacaciones llegaron a su fin. Tito tenía que regresar a su nuevo hogar, pero esta vez, Rocki y Pancho no se sintieron tristes. Sabían que su amistad era más fuerte que la distancia y que siempre estarían conectados, sin importar dónde estuvieran.
—Hasta pronto, amigos —dijo Tito con una sonrisa—. Nos veremos nuevamente y tendremos más aventuras.
—Te esperaremos, Tito —respondieron Rocki y Pancho, sonriendo—. Nuestra amistad es para siempre.
Y así, Tito, Rocki y Pancho siguieron siendo los mejores amigos, demostrando que la verdadera amistad puede superar cualquier distancia. Siempre se mantuvieron en contacto, compartiendo sus vidas y creando recuerdos que durarían para siempre.
Y colorín colorado, este cuento de amistad se ha acabado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.