Cuentos de Amistad

Un día especial de San Juan

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era una hermosa mañana cuando el sol radiaba más que nunca y los cantos de los pajaritos se escuchaban a lo lejos. Me desperté muy emocionado, pues hoy era un día especial en mi colegio. Mi madre estaba en la cocina preparando el desayuno, así que la saludé con un fuerte abrazo y nos sentamos a desayunar juntos.

—¿Por qué estás tan emocionado, Carlos? —me preguntó mi madre, notando mi entusiasmo.

—Es porque hoy en el colegio tenemos la fiesta de San Juan —le respondí con una gran sonrisa—. Vamos a realizar la danza de la pandilla. ¿Recuerdas que te hablé de ella?

Mi madre frunció el ceño ligeramente, tratando de recordar. —No estoy segura de haber escuchado sobre esa danza antes. ¿De qué trata?

—La pandilla es una danza tradicional —expliqué—. Se baila en pareja, cada uno con su ropa adecuada. Las chicas usan vestidos coloridos, sandalias, collares y llevan un pañuelo. Los chicos usamos camisa de manga larga, pantalón y también llevamos un pañuelo.

—Suena muy interesante —dijo mi madre, sonriendo—. ¿Y con quién vas a bailar?

—Con Abigail —respondí—. Es una amiga de la escuela. Ella es muy buena bailando, y hemos estado practicando juntos toda la semana.

Después de desayunar, me vestí con mi atuendo para la danza. Mi camisa blanca y mi pantalón negro estaban perfectamente planchados. Mi madre me ayudó a ajustar el pañuelo alrededor de mi cuello y me dio un último abrazo antes de salir.

Cuando llegué al colegio, el patio estaba lleno de vida. Los niños corrían de un lado a otro, todos con sus trajes tradicionales. El cielo estaba despejado y el sol brillaba intensamente, creando un ambiente festivo. Encontré a mis amigos cerca del escenario donde se llevaría a cabo la danza.

—¡Carlos! —gritó Abigail al verme, corriendo hacia mí con su vestido rojo ondeando a su alrededor.

—¡Abigail! —respondí, saludándola con una sonrisa.

Lucero y los demás compañeros también estaban allí, todos vestidos con sus trajes tradicionales. Lucero llevaba un vestido azul con detalles dorados y un hermoso collar que brillaba bajo el sol.

—¿Están listos para la pandilla? —preguntó Lucero con entusiasmo.

—¡Claro que sí! —respondimos todos al unísono.

La música comenzó a sonar y todos nos preparamos para la danza. Abigail y yo nos tomamos de las manos, listos para comenzar nuestros pasos. La pandilla es una danza llena de energía y coordinación, y cada paso debe sincronizarse perfectamente con el ritmo de la música y con los movimientos de nuestra pareja.

Mientras bailábamos, pude ver las caras felices de nuestros compañeros y de los profesores, quienes nos observaban desde el borde del patio. El ambiente estaba cargado de alegría y camaradería, y cada uno de nosotros sentía el orgullo de ser parte de esta tradición.

Después de la danza, todos aplaudieron y nos felicitaron. Mi corazón latía con fuerza, no solo por el esfuerzo de la danza, sino por la emoción de haber compartido ese momento especial con mis amigos. Nos reunimos bajo un gran árbol para descansar y beber un poco de agua.

—¡Lo hicimos genial! —dijo Abigail, aún respirando con dificultad por la danza.

—Sí, estuvo increíble —respondió Lucero, sonriendo.

—Estoy muy orgulloso de todos —dijo Seus, uno de nuestros compañeros más sabios—. Hoy hemos demostrado que con esfuerzo y trabajo en equipo, podemos lograr cosas maravillosas.

El resto del día pasó entre risas y juegos. Compartimos comida, contamos historias y jugamos a diversos juegos tradicionales. La fiesta de San Juan no solo era un evento cultural, sino también una oportunidad para fortalecer nuestros lazos de amistad.

Al final del día, mientras el sol comenzaba a ponerse, nos reunimos una vez más para despedirnos. Estábamos cansados, pero felices. Sabíamos que este día quedaría grabado en nuestros corazones para siempre.

—Fue un día perfecto —dijo Abigail, mirando el horizonte.

—Sí, lo fue —asentí—. Y todo gracias a nuestra amistad.

Con una última sonrisa y un abrazo grupal, nos despedimos y cada uno regresó a su casa, llevando consigo los recuerdos de un día inolvidable.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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