Un Día Especial en el Parque

Había una vez una niña llamada Emilia, que tenía el cabello castaño atado en dos coletas. Emilia vivía en un bonito vecindario con su pequeña perrita llamada Mila. Mila era una bolita de pelo blanco y esponjoso, siempre moviendo su colita con alegría. Un día soleado, Emilia decidió llevar a Mila al parque para jugar.

El parque estaba lleno de árboles verdes y flores coloridas. Emilia y Mila caminaban felices, disfrutando del aire fresco y del canto de los pájaros. Mientras paseaban, Emilia vio a un niño que jugaba con una cometa. El niño se llamaba Lucas y tenía el cabello rubio y corto. La cometa de Lucas era muy colorida y volaba alto en el cielo, danzando con el viento.

Emilia se acercó a Lucas y le dijo: “¡Hola! Me llamo Emilia y esta es mi perrita Mila. ¿Podemos jugar contigo y con tu cometa?” Lucas sonrió y respondió: “¡Claro que sí! Me llamo Lucas. Vamos a divertirnos juntos.”

Los tres amigos comenzaron a correr por el parque, riendo y persiguiendo la cometa que volaba alto. Mila ladraba emocionada, tratando de atrapar la cometa con sus pequeños saltos. Emilia y Lucas tiraban de la cuerda de la cometa, haciéndola volar aún más alto. Era un momento lleno de felicidad y risas.

Después de un rato, se sentaron en el césped a descansar. Lucas dijo: “¿Sabes, Emilia? Este parque es muy especial. Siempre vengo aquí a jugar con mi cometa.” Emilia asintió y acarició a Mila, que estaba acostada a su lado. “Es un lugar muy bonito. Me gusta mucho estar aquí contigo y Mila,” dijo Emilia.

Mientras hablaban, vieron a un abuelito sentado en un banco cercano. El abuelito tenía el cabello gris y llevaba gafas. Su nombre era Don Pepe y siempre venía al parque a leer su periódico. Emilia y Lucas decidieron acercarse a él para saludarlo.

“¡Hola, Don Pepe!” dijeron Emilia y Lucas al unísono. Don Pepe levantó la vista y sonrió. “¡Hola, niños! Qué bueno verlos disfrutando del día. ¿Cómo están?” Emilia respondió: “Estamos muy bien, Don Pepe. Hemos estado jugando con la cometa de Lucas. Es muy divertida.”

Don Pepe sonrió y dijo: “¡Qué bueno! ¿Saben? Cuando era joven, también me gustaba volar cometas. Es un pasatiempo maravilloso. ¿Puedo unirme a ustedes y contarles algunas historias?”

Emilia y Lucas se emocionaron y dijeron: “¡Sí, por favor, Don Pepe! Nos encantaría escuchar tus historias.” Los tres se sentaron en el césped junto a Mila, que también parecía interesada en las historias de Don Pepe.

Don Pepe comenzó a contarles una historia sobre una vez en que él y sus amigos construyeron una cometa gigante que voló tan alto que casi tocó las nubes. Los niños escuchaban con atención, imaginando la gran cometa volando por el cielo. Don Pepe también les habló sobre la importancia de la amistad y cómo siempre había que cuidar a los amigos.

Emilia y Lucas estaban encantados con las historias de Don Pepe. Después de un rato, decidieron seguir jugando. Invitaron a Don Pepe a volar la cometa con ellos. Don Pepe aceptó con gusto y, juntos, hicieron volar la cometa una vez más, compartiendo risas y momentos felices.

El sol comenzó a ponerse y era hora de regresar a casa. Emilia, Lucas y Don Pepe se despidieron, prometiendo volver a encontrarse en el parque para jugar y contar más historias. Emilia tomó la mano de Mila y comenzó a caminar de regreso a casa, sintiéndose muy feliz por el día tan especial que había pasado con sus nuevos amigos.

Al llegar a casa, Emilia le contó a su mamá todo sobre su aventura en el parque. Le habló de Lucas y su cometa, y de cómo Don Pepe les había contado historias fascinantes. Su mamá sonrió y dijo: “Parece que tuviste un día maravilloso, Emilia. Es muy importante tener amigos y compartir momentos especiales con ellos.”

Emilia asintió y abrazó a Mila, que ya estaba lista para dormir. Esa noche, Emilia soñó con cometas volando alto y días soleados en el parque con sus amigos. Sabía que siempre recordaría ese día como uno de los más felices de su vida.

Así fue como Emilia, Mila, Lucas y Don Pepe se convirtieron en grandes amigos. Cada día que pasaban juntos en el parque, aprendían algo nuevo y fortalecían su amistad. Y siempre recordaban las palabras de Don Pepe: “La amistad es como una cometa, hay que cuidarla para que siempre pueda volar alto y hermoso en el cielo.”

Y así, con una sonrisa en sus rostros y alegría en sus corazones, nuestros amigos vivieron muchas más aventuras juntos, sabiendo que siempre tendrían el uno al otro.

Fin.