Cuentos de Amistad

La Gran Fiesta de Cubito

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Cubito era un cubo alegre y colorido que vivía en un pequeño pueblo de figuras geométricas. Aunque disfrutaba de su vida en el pueblo, siempre había soñado con ir a la gran ciudad, donde las oportunidades y las amistades estaban a la espera de ser descubiertas. Un día, su deseo se hizo realidad: su familia decidió mudarse a la ciudad para que Cubito pudiera asistir a una nueva escuela.

Al llegar a la ciudad, Cubito sintió que todo era diferente. Las calles estaban llenas de figuras geométricas de todo tipo y tamaño, y el bullicio y la emoción lo envolvían. Sin embargo, también sintió un poco de nerviosismo por ser el nuevo en la escuela. Se preguntaba si podría hacer amigos.

El primer día de clases, Cubito llegó a la Escuela Geométrica. La entrada era un gran arco de círculos y triángulos, y en el patio de recreo, se podían ver a muchos niños jugando. Mientras caminaba hacia su salón, vio a otros estudiantes: Prismita, un prisma colorido que reflejaba la luz de maneras fascinantes; Cudrado, un cuadrado amistoso y de bordes suaves; Rectangulita, una elegante rectángulo que siempre llevaba una sonrisa; y Triangulita, una divertida triángulo que siempre estaba llena de energía.

Cuando Cubito entró a su clase, todos lo miraron con curiosidad. Él se presentó con una sonrisa tímida:

—¡Hola! Soy Cubito y acabo de mudarme aquí. Estoy emocionado de conocer a todos.

Prismita fue la primera en acercarse:

—¡Hola, Cubito! ¡Bienvenido a nuestra escuela! Estoy segura de que te vas a divertir mucho aquí.

Cudrado, con su voz amable, añadió:

—Sí, ¡y nos encantaría ser tus amigos! ¿Te gustaría unirte a nosotros en el recreo?

Cubito sintió una ola de alegría. Por primera vez, se dio cuenta de que hacer amigos sería más fácil de lo que pensaba.

Durante el recreo, los cinco se reunieron. Prismita mostró a Cubito cómo hacía reflejar la luz en diferentes colores, mientras que Rectangulita compartía historias sobre sus aventuras en el parque de figuras geométricas. Cudrado y Triangulita competían para ver quién podía saltar más alto, haciendo reír a todos.

—¿Sabías que hay una gran fiesta de bienvenida este viernes? —preguntó Triangulita emocionada—. Es una oportunidad perfecta para que todos se conozcan mejor.

Cubito sintió que su corazón saltaba de alegría. Nunca había asistido a una fiesta de este tipo y no podía esperar a conocer a más figuras geométricas.

El viernes llegó rápidamente. Cubito, Prismita, Cudrado, Rectangulita y Triangulita llegaron juntos a la fiesta, que se celebraba en el gran salón de la escuela. La decoración estaba llena de formas y colores brillantes. Había globos en forma de círculos, mesas con manteles cuadrados y muchas luces que titilaban como estrellas.

Cuando entraron, todos los estudiantes ya estaban allí, charlando y riendo. El ambiente era alegre, y Cubito se sintió un poco nervioso al principio. Pero Prismita le dio un suave empujón.

—No te preocupes, Cubito. ¡Vamos a presentarte a todos! —dijo con entusiasmo.

Los amigos se acercaron a un grupo de figuras geométricas que estaban conversando. Prismita comenzó a presentar a Cubito:

—¡Hola a todos! Este es Cubito, nuestro nuevo amigo. Acaba de llegar a la ciudad y está emocionado de conocer a todos ustedes.

Las figuras, al escuchar su nombre, comenzaron a acercarse y a hacerle preguntas. Cubito se sintió aliviado y comenzó a relajarse.

—Hola, Cubito. Soy Hexágono, y me encanta la ciencia. ¿Cuál es tu materia favorita? —preguntó una figura con seis lados.

Cubito pensó un momento y respondió:

—Me gusta mucho el arte. Me encanta crear cosas nuevas.

—¡Genial! Deberías unirte a nuestro club de arte —dijo una figura con forma de estrella—. Siempre estamos buscando nuevas ideas.

Cubito sonrió. La conversación continuó y, poco a poco, fue conociendo a más figuras. Cada una tenía características únicas. Cudrado, que estaba a su lado, comenzó a contarles sobre su pasión por los juegos de mesa.

—Me encanta jugar al dominó. ¿Alguno de ustedes quiere jugar después? —preguntó con entusiasmo.

Las figuras se mostraron interesadas, y en poco tiempo, se formó un pequeño grupo que planeaba jugar juntos más tarde. Triangulita, que no podía quedarse quieta, comenzó a proponer juegos divertidos que todos podrían disfrutar.

—¡Vamos a jugar a atrapar la cola! —exclamó, moviendo su vértice de un lado a otro—. Será muy divertido.

Mientras la fiesta continuaba, cada figura se presentó, mencionando sus características y habilidades. Prismita, con sus caras brillantes, explicó cómo podía hacer espectáculos de luces; Rectangulita habló sobre su elegancia y la importancia de la forma rectangular en el diseño; y Cudrado se rió al contar cómo su forma perfecta le permitía encajar en cualquier lugar.

Cubito escuchaba fascinado, pensando en lo valiosas que eran todas esas características. Se dio cuenta de que, aunque todos eran diferentes, cada uno aportaba algo especial al grupo.

Cuando llegó el momento del baile, los cinco amigos se unieron al resto de las figuras en la pista. La música sonaba alegre y todos comenzaban a moverse al ritmo. Cubito, con su energía, se dejó llevar por la música. Era la primera vez que bailaba en una fiesta, y estaba disfrutando cada momento.

En medio del baile, el director de la escuela, un gran círculo llamado Circulito, tomó el micrófono.

—¡Queridos estudiantes! Estoy muy emocionado de ver a todos aquí esta noche. Esta fiesta no solo es para celebrar el nuevo año escolar, sino también para fomentar la amistad y la colaboración entre todas las figuras geométricas. Recuerden que cada uno de ustedes es único, y juntos podemos crear algo maravilloso.

Cubito sintió que esas palabras resonaban en su corazón. Comprendía la importancia de la amistad y cómo cada figura, a su manera, contribuía a la belleza de la comunidad.

La fiesta continuó con risas y juegos. Todos bailaron, jugaron y compartieron anécdotas sobre sus vidas en la escuela. Cubito se sintió cada vez más en casa, rodeado de amigos que realmente se preocupaban por él.

Al final de la noche, cuando la fiesta llegaba a su fin, Triangulita se acercó a Cubito y dijo:

—Estoy muy feliz de que hayas venido. Eres un gran amigo, Cubito.

Cudrado, Prismita y Rectangulita asintieron con entusiasmo, y todos se unieron en un abrazo grupal.

—Gracias por hacerme sentir tan bienvenido. Nunca imaginé que haría amigos tan rápido —respondió Cubito, con una sonrisa de oreja a oreja.

Esa noche, mientras regresaba a casa, Cubito pensó en lo afortunado que era. No solo había encontrado un nuevo hogar en la ciudad, sino también amigos que lo aceptaban tal como era. Se dio cuenta de que la amistad es un tesoro invaluable, algo que se construye a través de la confianza y el cariño.

Cubito aprendió que la amistad no solo se trata de compartir momentos felices, sino también de apoyarse mutuamente, de celebrar las diferencias y de disfrutar del viaje juntos. Y así, con el corazón lleno de alegría y gratitud, Cubito se durmió, soñando con las futuras aventuras que viviría con sus nuevos amigos.

Al día siguiente, Cubito se despertó emocionado. Tenía la sensación de que este sería el comienzo de algo grande. Estaba listo para enfrentar cualquier desafío, sabiendo que siempre podría contar con Prismita, Cudrado, Rectangulita y Triangulita a su lado.

La vida en la ciudad había comenzado de una manera increíble, y Cubito no podía esperar a ver qué más le deparaba el futuro. La amistad era el mejor regalo que había recibido, y estaba decidido a cuidarla y nutrirla todos los días.

Y así, la historia de Cubito y sus amigos continuó, llenando de colores y formas su vida en la gran ciudad. Cada día era una nueva oportunidad para aprender, reír y crear recuerdos inolvidables juntos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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