Cuentos de Amor

Amor en Silencio: Cuando la Amistad Se Desborda en Pasión

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Juanshe y Shuli nunca imaginaron que una salida al cine cambiaría tanto sus vidas. Todo comenzó un sábado por la tarde, cuando un grupo de amigos decidió ir a ver una película de aventuras. Juanshe, un niño con una sonrisa tímida y unos ojos curiosos, llegó un poco nervioso porque no conocía a todos los amigos del grupo. Shuli, por otro lado, era una niña alegre y divertida que amaba contar chistes y reír sin parar. Cuando entraron a la sala oscura del cine, nadie pensó que ese sería el lugar donde dos corazones empezarían a latir al mismo ritmo.

Durante la película, Juanshe y Shuli se dieron cuenta de que sentían algo especial. No era exactamente amor, ni tampoco solo amistad. Era una sensación cálida que hacía que todo a su alrededor pareciera más brillante. Después de la película, hablando con los demás, ellos empezaron a acercarse un poco. En la salida, Shuli le contó a Juanshe su parte favorita de la historia y él, sorprendido, descubrió que coincidían en muchas cosas, desde sus películas hasta sus juegos favoritos y la música que les gustaba escuchar.

Con el tiempo, Juanshe y Shuli se convirtieron en mejores amigos. Juntos compartían secretos, dibujos, fotos y sueños. Iban al parque a jugar fútbol, se prestaban libros de cuentos, y siempre encontraban un lugar para sentarse y charlar sobre todo y nada al mismo tiempo. Aunque en la escuela tenían otros grupos y actividades, el lazo que ellos habían formado se sentía más fuerte que cualquier otra amistad. Los demás amigos empezaban a notar lo unidos que eran, pero Juanshe y Shuli guardaban un secreto sin decirlo en voz alta: algo estaba creciendo en sus corazones.

Un año después, llegó un cambio inesperado que les hizo pasar mucho tiempo separados. La pandemia llegó al mundo y todos tuvieron que quedarse en casa para estar seguros. Pero aunque no podían verse en persona, Juanshe y Shuli no dejaron que la distancia rompiera su amistad. Al contrario, comenzaron a hablar a diario. Usaban mensajes, llamadas y hasta videollamadas que a veces duraban horas. Hablaban hasta tarde en la noche, compartiendo sus miedos, sus dudas y sus alegrías. En esas conversaciones, algo especial empezó a nacer lentamente, como una semillita que crece sin que uno se dé cuenta.

Ambos sentían que había algo más que solo amistad, pero ninguno se atrevía a decirlo. Era como un secreto muy especial que los hacía sonreír cuando se veían en pantalla y pensar el uno en el otro cuando el día terminaba. Aunque estaban lejos, sus corazones latían juntos, más fuertes y más claros que nunca. Incluso sus familias notaban lo importante que era esa amistad para ellos, y los apoyaban para que siguieran conectados.

Por cosas de la vida, llegó un momento en que Juanshe y Shuli tuvieron que alejarse físicamente más de lo que nunca antes lo habían hecho. Juanshe tuvo que mudarse a otro pueblo porque la familia de su papá consiguió un trabajo nuevo muy lejos. Shuli se quedó en la ciudad, extrañándolo mucho, pero siempre esperando con ansias las llamadas y mensajes que le enviaba. Cada vez que se despedían en sus videollamadas era difícil no sentir un pequeño dolor en el pecho, como si una parte de ellos quisiera estar en otro lugar, juntos.

Sin embargo, cada vez que volvían a verse, aunque fuera por pocos días, esa chispa que estaba guardada dentro de sus corazones regresaba con fuerza. Era como si el tiempo y la distancia no pudieran tocar lo que ellos sentían. En la escuela, en las reuniones familiares, en las fiestas de cumpleaños o simplemente en la parada del autobús, Juanshe y Shuli sentían que el mundo podía desaparecer por un momento, porque lo único que importaba era el otro. Ninguno de los dos entendía exactamente qué pasaba, pero sus miradas y sonrisas lo decían todo.

Era un secreto que compartían con el silencio y con la complicidad de los momentos robados. No sabían explicar por qué se sentían tan diferentes cuando estaban juntos, ni por qué sus corazones se aceleraban al cruzar una simple mirada. Pero ese sentimiento seguía creciendo, poco a poco, hasta convertirse en una gran fuerza que los unía sin necesidad de palabras. Siempre tenían miedo de perder esa magia, pero también guardaban la esperanza de que algún día podrían decir en voz alta lo que sentían.

Un día muy especial, después de mucho tiempo sin verse, coincidieron en una fiesta organizada por uno de sus amigos en común. La música llenaba el salón y las luces brillaban como estrellas. Había bailarines por todos lados y risas que hacían eco en las paredes. Juanshe y Shuli llegaron juntos, nerviosos y contentos, con el corazón latiendo a mil por hora. Estaban tan felices de estar ahí que ni siquiera les importaba el resto del mundo.

Mientras la música sonaba y la gente bailaba, ellos se encontraron en medio de la multitud. Fue como si el tiempo se detuviera solo para ellos. Sin decir una palabra, el silencio entre ambos se llenó de sentimientos que ya no podían contener. De pronto, sus manos se juntaron, y sus miradas se hicieron aún más profundas. Juanshe sintió que todo su mundo se reducía a esa mirada de Shuli, y ella sintió que por fin podía ser sincera con su corazón.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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