Cuentos de Amor

El Amor en el Patio de Juegos

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era una soleada tarde de primavera en la escuela Montealbir. Los niños disfrutaban del recreo en el colorido patio de juegos. Entre risas y juegos, cinco amigos inseparables se reunían siempre: Mia, Alison, Laila, Elías y Fernando. Ese día, algo especial estaba a punto de suceder, algo que cambiaría la dinámica de su grupo para siempre.

Mia, una niña de cabello rubio corto y ojos brillantes, era la líder del grupo. Siempre tenía ideas divertidas y todos la seguían con entusiasmo. Alison, con su cabello castaño largo y su vestido rosa, era la más tímida pero también la más cariñosa. Laila, con su larga melena negra recogida en una cola de caballo y su camiseta amarilla, era la atleta del grupo. Elías, con su camiseta roja y su pelo castaño corto, era el bromista. Y Fernando, con su pelo rizado y su camiseta verde, era el más soñador.

Alison y Fernando habían sido amigos cercanos desde el primer día de escuela. Siempre se sentaban juntos en clase y compartían secretos que no contaban a nadie más. Ese día, mientras jugaban a las escondidas, Fernando y Alison se escondieron detrás de un gran roble en el extremo del patio.

«Creo que nadie nos encontrará aquí», dijo Alison, mirando a Fernando con una sonrisa tímida.

Fernando asintió, su corazón latiendo un poco más rápido de lo normal. Había querido decirle algo a Alison desde hacía mucho tiempo, pero nunca había encontrado el momento adecuado. «Alison, hay algo que quiero decirte», comenzó, su voz un poco nerviosa.

«¿Qué pasa, Fernando?» preguntó Alison, su curiosidad despertada.

Fernando respiró hondo. «Alison, tú… tú me gustas mucho. Eres mi mejor amiga y… me gustaría que fuéramos algo más que amigos.»

Alison se sonrojó, sus mejillas se pusieron tan rojas como las manzanas del almuerzo. «Fernando, tú también me gustas. Siempre me haces sentir especial.»

En ese momento, impulsados por la sinceridad de sus palabras, se inclinaron el uno hacia el otro y se dieron un beso en los labios, un beso inocente y lleno de ternura.

Pero justo en ese instante, la mamá de Alison, que había venido a recogerla temprano, los vio. «¡Alison! ¿Qué estás haciendo?» exclamó, sorprendida y un poco enojada.

Alison y Fernando se separaron rápidamente, sus rostros se llenaron de vergüenza. «Mamá, yo… nosotros…» Alison trató de explicar, pero las palabras no salían.

«Esto es inapropiado para tu edad. Vamos a casa, ahora mismo,» dijo la mamá de Alison, tomando a su hija de la mano. «Y tú, Fernando, deberías ir a buscar a tu madre. Esto no puede quedar así.»

Alison y Fernando fueron castigados. Durante una semana, no pudieron jugar juntos en el recreo y sus madres les dieron charlas sobre el comportamiento adecuado y la importancia de respetar los sentimientos y las normas.

Mientras tanto, Mia, Laila y Elías se dieron cuenta de que algo estaba pasando. «¿Por qué Alison y Fernando están tan tristes?» preguntó Laila un día, mientras jugaban en el tobogán.

«Creo que sus mamás los castigaron por algo», dijo Mia, frunciendo el ceño. «Debemos averiguar qué pasó y ayudarles.»

Los tres amigos decidieron investigar. Al hablar con Alison y Fernando por separado, se dieron cuenta de lo que había sucedido.

«Entonces, ¿se dieron un beso y sus mamás se enojaron?» preguntó Elías, tratando de entender.

«Sí,» respondió Alison, mirando al suelo. «No queríamos causar problemas.»

«Queríamos expresar cómo nos sentimos,» dijo Fernando, también avergonzado.

Mia, siempre la más resuelta, tuvo una idea. «Vamos a escribir una carta a sus mamás. Explicaremos que Alison y Fernando solo querían expresar su amistad de una manera especial y que no querían causar ningún problema.»

Los cinco amigos se reunieron después de la escuela en la casa de Mia para escribir la carta. Pusieron todo su esfuerzo en encontrar las palabras adecuadas y en expresar lo que sentían. Al día siguiente, Mia y Elías entregaron las cartas a las mamás de Alison y Fernando.

Al leer las cartas, las mamás de Alison y Fernando se dieron cuenta de que habían sido demasiado estrictas y que los sentimientos de los niños eran genuinos y puros. Decidieron levantar el castigo y permitirles jugar juntos de nuevo.

Cuando Alison y Fernando volvieron a verse en el recreo, se abrazaron con alegría. «Gracias por ayudarnos,» dijo Fernando, mirando a sus amigos con gratitud.

«Sí, no sabríamos qué hacer sin ustedes,» agregó Alison.

«Para eso están los amigos,» respondió Laila con una sonrisa.

Desde ese día, los cinco amigos siguieron jugando y compartiendo aventuras, sabiendo que siempre podían contar el uno con el otro. Alison y Fernando aprendieron a expresar sus sentimientos de manera adecuada y a ser más conscientes de sus acciones. Y el grupo de amigos se volvió aún más unido, compartiendo no solo juegos y risas, sino también los retos y aprendizajes que venían con crecer.

El amor y la amistad entre ellos se hicieron más fuertes, demostrando que, con comprensión y apoyo, cualquier desafío podía ser superado. Y así, en el patio de juegos de la escuela Montealbir, la historia de Alison, Fernando, Mia, Laila y Elías continuó, llena de aventuras, risas y mucho cariño.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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