En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y ríos cristalinos, vivían dos niños que eran inseparables desde la infancia. Sully y Fabio eran vecinos y sus familias se conocían desde siempre. Sully, con su cabello largo y liso, y Fabio, con su cabello corto y desordenado, solían pasar horas jugando en el jardín de flores que compartían ambas casas. Sus risas resonaban en el aire y sus travesuras eran conocidas por todos los vecinos.
Desde muy pequeños, Sully y Fabio sintieron una conexión especial. Mientras otros niños peleaban y se reconciliaban, ellos siempre estaban juntos, compartiendo secretos y sueños bajo la sombra de un gran árbol en el jardín. A menudo se imaginaban siendo héroes en tierras lejanas o descubriendo tesoros escondidos. Sin embargo, lo que más disfrutaban era simplemente estar juntos, mirando las nubes cambiar de forma y coloreando sus propios cuentos de fantasía.
Con el paso de los años, su amistad se fortaleció y se transformó en algo más profundo. A medida que crecía, Sully comenzó a darse cuenta de que sus sentimientos por Fabio eran diferentes a los que tenía por otros amigos. Fabio también sentía lo mismo, pero nunca se lo decía a Sully, temiendo arruinar la hermosa amistad que tenían. En su corazón, ambos sabían que su amor era especial, pero las palabras nunca parecían suficientes para expresarlo.
Un día, cuando tenían trece años, Sully y Fabio decidieron hacer un pacto. Se encontraban bajo su árbol favorito, y Sully, con una mirada seria pero cariñosa, dijo: «Fabio, prometamos que siempre seremos amigos, pase lo que pase. Y si algún día nos separamos, nos encontraremos de nuevo aquí, en este mismo lugar.» Fabio asintió con determinación, su corazón latiendo con fuerza. «Prometido, Sully. Siempre seremos amigos.»
La vida, sin embargo, tenía otros planes para ellos. Poco después de hacer ese pacto, la familia de Fabio tuvo que mudarse a una ciudad lejana debido al trabajo de su padre. Sully y Fabio se despidieron con lágrimas en los ojos, prometiéndose escribir cartas y mantener su amistad viva a pesar de la distancia. Los primeros años cumplieron su promesa, intercambiando cartas llenas de aventuras y sueños. Pero, con el tiempo, las cartas se volvieron menos frecuentes y, finalmente, cesaron por completo.
Pasaron los años y Sully y Fabio siguieron caminos diferentes. Sully se convirtió en una joven fuerte y decidida, dedicada a sus estudios y a ayudar a su familia. Fabio, por su parte, se destacó en los deportes y la música, encontrando su propia manera de enfrentar la vida en la gran ciudad. Ambos llevaron consigo los recuerdos de su infancia y el amor que compartían, aunque nunca hablaran de ello.
El destino, sin embargo, tenía un plan para reunirlos. Diez años después de su separación, Sully decidió regresar a su pueblo natal para una reunión familiar. La nostalgia la invadía mientras recorría los viejos caminos y visitaba los lugares de su infancia. Una tarde, decidió pasear por el jardín que una vez compartió con Fabio, ahora descuidado y cubierto de maleza.
Mientras se acercaba a su árbol favorito, vio a alguien parado allí, mirando hacia las ramas. Su corazón dio un vuelco al reconocer la figura alta y familiar. Fabio estaba allí, más maduro pero con la misma sonrisa traviesa que ella recordaba. «Fabio,» susurró Sully, sintiendo una mezcla de alegría y nerviosismo.
Fabio se volvió y sus ojos se encontraron con los de Sully. En ese momento, todo el tiempo que habían pasado separados desapareció. Corrieron hacia el otro y se abrazaron con fuerza, sintiendo que finalmente estaban en casa. «Sully, sabía que volverías,» dijo Fabio, sus ojos llenos de lágrimas. «Nunca dejé de pensar en ti.»
Pasaron horas poniéndose al día, compartiendo historias de sus vidas y redescubriendo la conexión especial que siempre habían tenido. El amor que habían sentido desde la infancia floreció nuevamente, más fuerte y más profundo. Decidieron no perder más tiempo y aprovechar cada momento juntos.
Los días se convirtieron en semanas, y Sully y Fabio supieron que no podían estar separados de nuevo. Fabio, que había encontrado éxito en la música, decidió mudarse de regreso al pueblo para estar cerca de Sully. Sully, que había estudiado botánica, comenzó a restaurar el jardín que había sido el lugar de tantos recuerdos compartidos.
Con el tiempo, su relación se fortaleció y se dieron cuenta de que estaban destinados a estar juntos. Una tarde de primavera, mientras caminaban por el jardín, Fabio se arrodilló y, tomando la mano de Sully, le pidió que se casara con él. Sully, con lágrimas de felicidad, aceptó sin dudarlo.
Se casaron en una ceremonia sencilla pero hermosa, rodeados de amigos y familiares que habían sido testigos de su amor desde la infancia. Sully y Fabio sabían que su historia no era solo un cuento de hadas, sino una prueba de que el amor verdadero puede superar cualquier obstáculo.
Pronto, su familia creció con la llegada de tres hijas, quienes trajeron aún más alegría y amor a sus vidas. Sully y Fabio se dedicaron a criar a sus hijas con los mismos valores de amor y amistad que ellos habían compartido desde niños. Enseñaron a sus hijas la importancia de la lealtad, la confianza y el amor incondicional, tal como ellos lo habían aprendido a lo largo de su vida.
Juntos, construyeron una vida llena de felicidad y gratitud, sabiendo que habían encontrado en el otro un amor verdadero que perduraría para siempre. Y cada noche, mientras miraban el atardecer desde su jardín, agradecían a Dios por haberlos reunido y bendecido con una familia tan maravillosa.
Sully y Fabio vivieron el resto de sus días juntos, recordando con cariño su infancia y celebrando cada día el amor que los unió. Y así, su historia se convirtió en un legado de amor verdadero, inspirando a todos los que los conocieron y enseñando que, aunque la vida pueda separar a las personas, el amor verdadero siempre encontrará la manera de unirlas de nuevo.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.