Cuentos de Amor

El Amor en la Montaña

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era una fresca mañana de otoño cuando Emma e Iker se encontraron en el punto de partida de la excursión a la montaña. Emma, con su larga melena castaña y su chaqueta azul, miraba nerviosa a su alrededor. Era su primera excursión con el grupo de senderismo del colegio y no conocía a mucha gente. Iker, por otro lado, con su cabello corto y negro y su sudadera roja, era un miembro habitual del grupo. Cuando vio a Emma de pie, sola, decidió acercarse.

—Hola, soy Iker. ¿Eres nueva en el grupo? —preguntó con una sonrisa amigable.

—Sí, soy Emma. Es mi primera excursión —respondió ella, devolviéndole la sonrisa tímidamente.

Desde ese momento, Iker y Emma comenzaron a charlar mientras caminaban por el sendero montañoso. El camino era hermoso, rodeado de árboles altos y con vistas impresionantes de las montañas y el valle abajo. Hablaron de todo, desde sus asignaturas favoritas en el colegio hasta sus hobbies. Descubrieron que compartían muchos intereses, como el amor por la naturaleza y la fotografía.

A medida que la caminata avanzaba, Emma se sentía cada vez más cómoda con Iker. La risa y las conversaciones hicieron que el tiempo pasara volando. Antes de darse cuenta, ya estaban en la cima de la montaña, disfrutando de la vista y la compañía mutua.

—Es increíble aquí arriba —dijo Emma, respirando el aire fresco.

—Sí, lo es. Me alegra que hayas venido hoy —respondió Iker, mirándola con una sonrisa cálida.

Después de un rato, el grupo comenzó a descender la montaña y regresar al punto de partida. Emma se sentía un poco triste porque sabía que el día estaba llegando a su fin. Cuando subieron al autobús para regresar a casa, Iker se fue a sentar con sus amigos, y Emma se encontró sola en un asiento. Suspiró, deseando que la excursión pudiera durar un poco más.

Mientras el autobús se ponía en marcha, Emma sacó su teléfono para revisar sus notificaciones. Para su sorpresa, vio que Iker la había seguido en TikTok. Una sonrisa se extendió por su rostro. Aunque no estuvieran juntos en ese momento, saber que él había pensado en ella la hacía sentir especial.

Cuando Emma llegó a casa, decidió ir a la peluquería a cortarse el pelo. Necesitaba un cambio, algo que reflejara cómo se sentía después de un día tan maravilloso. El estilista le cortó el cabello, dándole un estilo más corto y fresco que resaltaba su rostro.

Esa noche, mientras se acomodaba en su cama, Emma recibió un mensaje en su teléfono. Era de Iker.

—Hola —decía el mensaje.

Emma sonrió y respondió rápidamente. Pasaron la tarde hablando de la excursión, de sus amigos, y de todo lo que se les ocurría. Esa primera conversación marcó el comienzo de muchas más. Cada día, al terminar las clases, Emma esperaba con ansias los mensajes de Iker. Hablaban de todo, y poco a poco, la conexión entre ellos se hizo más fuerte.

Después de varias semanas de hablar todos los días, Iker decidió invitar a Emma a salir. Era un sábado soleado cuando se encontraron en el parque.

—Me alegra que hayas venido —dijo Iker, nervioso pero feliz de verla.

—A mí también —respondió Emma, sintiendo las mariposas en su estómago.

Pasaron el día juntos, paseando por el parque, tomando helado y riendo sin parar. Fue el comienzo de una relación que solo se hizo más profunda con el tiempo. Iker y Emma se volvieron inseparables, compartiendo no solo sus días de colegio, sino también sus sueños y aspiraciones.

A medida que pasaron los años, su relación continuó floreciendo. Ambos se graduaron del colegio y fueron a la universidad, pero siempre encontraron tiempo el uno para el otro. Viajar se convirtió en una de sus grandes pasiones. Juntos, exploraron ciudades exóticas, playas paradisíacas y montañas impresionantes.

En uno de esos viajes, mientras estaban en una pequeña isla en el Pacífico, Iker le pidió a Emma que se casara con él. Bajo el cielo estrellado, Emma aceptó emocionada, sabiendo que quería pasar el resto de su vida con él.

Su boda fue un hermoso evento en su pueblo natal, rodeados de familiares y amigos. Emma llevaba un vestido blanco sencillo pero elegante, e Iker un traje que resaltaba su carácter desenfadado y su amor por la aventura. Prometieron amarse y apoyarse en todas las aventuras que la vida les trajera.

No pasó mucho tiempo antes de que su familia comenzara a crecer. Primero tuvieron a su hijo mayor, Lucas, seguido de dos hijas, Sofía y Clara. La casa siempre estaba llena de risas, juegos y el ajetreo típico de una familia feliz.

Además de sus hijos, adoptaron dos perros y un gato. Los animales añadieron aún más alegría y amor a su hogar, creando un ambiente donde todos se sentían queridos y cuidados.

Emma e Iker nunca dejaron de viajar. Decidieron que querían que sus hijos también experimentaran la maravilla de explorar el mundo. Juntos, visitaron muchos países, enseñando a sus hijos sobre diferentes culturas y la importancia de la curiosidad y la aventura.

Los años pasaron y, aunque hubo desafíos, siempre enfrentaron todo con amor y unidad. La casa estaba llena de recuerdos, fotos de sus viajes, y el sonido constante de la felicidad familiar. Sus hijos crecieron, pero Emma e Iker siempre encontraron maneras de mantenerse conectados y enamorados.

Finalmente, llegaron a la vejez, con su amor tan fuerte como siempre. Disfrutaban de las tardes tranquilas en su jardín, recordando las aventuras que habían vivido y soñando con las que aún podrían tener. Rodeados de sus hijos, nietos y sus mascotas, sabían que habían construido una vida llena de amor y aventuras.

Una tarde, mientras veían el atardecer desde su porche, Iker tomó la mano de Emma.

—Gracias por todas las aventuras —dijo Iker, mirando a Emma con amor.

—Y gracias a ti por estar a mi lado en cada una de ellas —respondió Emma, sonriendo.

Y así, en su pequeño pueblo rodeado de naturaleza y belleza, Emma e Iker vivieron felices, celebrando cada día el amor y la vida que habían construido juntos. Su historia de amor, que comenzó con una simple excursión a la montaña, se convirtió en un viaje extraordinario que les mostró que el verdadero tesoro de la vida es el amor compartido.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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