En un pequeño y colorido pueblo, oculto entre colinas onduladas y bosques de árboles susurrantes, vivía un niño llamado Abdiel. Era conocido por todos en el pueblo, no solo por su amable sonrisa y su cabello rizado que brillaba como el sol de mediodía, sino también por su peculiaridad: Abdiel tenía la capacidad de hablar con los animales.
Cada año, el pueblo celebraba el «Día Mundial de la Gente Peculiar», una festividad donde cada habitante mostraba sus habilidades únicas. Había quien podía cambiar de color como un camaleón, quien tejía sueños en telares de fantasía, y quien bailaba con el viento. Pero Abdiel, a pesar de su don especial, nunca participaba. Sentía que hablar con animales no era tan espectacular como las otras habilidades.
La mañana del Día Mundial de la Gente Peculiar, Abdiel se despertó con el sonido de los pájaros cantando y las ardillas charlando. Como de costumbre, conversó con ellos, preguntándoles cómo habían pasado la noche. Los animales siempre le contaban historias maravillosas sobre las estrellas fugaces y los secretos del bosque.
Ese día, mientras caminaba hacia el centro del pueblo, Abdiel escuchó una tristeza inusual en las voces de sus amigos animales. «¿Qué sucede?» Preguntó Abdiel a una paloma que sollozaba en una rama.
«¡Oh, Abdiel! Una de nuestras amigas, una pequeña ardilla, ha caído en un pozo y no podemos sacarla», pió la paloma. Abdiel, preocupado, siguió el vuelo de la paloma hasta el lugar del accidente.
Al llegar, vio a los animales reunidos alrededor de un pozo profundo, mirando hacia abajo con rostros llenos de preocupación. Abdiel se acercó y llamó a la pequeña ardilla. «No te preocupes, te sacaremos de ahí», dijo con voz tranquila. Pero ¿cómo? Abdiel era pequeño y no tenía la fuerza para sacar a la ardilla.
Entonces, recordó el Día Mundial de la Gente Peculiar. Rápidamente, corrió de vuelta al pueblo y pidió ayuda. «¡Necesito a alguien con una habilidad especial para rescatar a una amiga!», gritó en la plaza central.
Pronto, una multitud de personas peculiares se reunió alrededor de Abdiel. Estaba Marcos, que podía estirar sus brazos como elásticos; Lucía, que podía crear burbujas protectoras con sus manos; y muchos otros con habilidades asombrosas.
Guiados por Abdiel, llegaron al pozo. Marcos extendió sus brazos y, con cuidado, recogió a la ardilla. Lucía creó una burbuja alrededor de la ardilla para que no se lastimara. Todos trabajaron juntos, guiados por la voz tranquilizadora de Abdiel, que mantenía a la ardilla calmada y segura.
Una vez que la ardilla estuvo a salvo, los animales del bosque estallaron en alegría y agradecimiento. El pueblo, asombrado, miró a Abdiel con nuevos ojos. Su habilidad, que él creía ordinaria, había sido esencial para salvar una vida.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.