Una mañana, me desperté sintiendo algo extraño. Aún era temprano, y la luz suave del sol comenzaba a filtrarse por la ventana de mi habitación. Estaba acostumbrado a levantarme con energía para empezar el día, pero esta vez algo no andaba bien. Un dolor fuerte en mi cabeza me hizo fruncir el ceño, como si hubiera pasado algo durante la noche que no recordaba.
Me llevé la mano a la cabeza, tratando de entender qué me pasaba. ¿Acaso me había golpeado mientras dormía? ¿O tal vez había soñado algo tan intenso que ahora me afectaba físicamente? No lo sabía, pero el dolor estaba ahí, persistente y extraño.
Traté de levantarme de la cama, pero mis movimientos eran torpes, como si mi cuerpo no quisiera cooperar. Me recosté de nuevo y cerré los ojos, esperando que el dolor desapareciera, pero seguía ahí, como una presencia constante.
Justo cuando comenzaba a desesperarme, escuché una voz suave a mi lado. «Mi amor, ¿cómo te sientes?» Era mi mamá, quien se acercó a la cama con su habitual ternura. Sus ojos me miraban con preocupación, pero también con esa calma que solo las madres saben transmitir.
«Me duele la cabeza», respondí, con un tono apagado. Me sorprendía la forma en que el dolor parecía dominar todo lo que sentía. No sabía de dónde había venido ni por qué me afectaba tanto, pero en ese momento lo único que quería era que se fuera.
Mi mamá se sentó al borde de la cama y me tomó de la mano, como siempre hacía cuando algo no estaba bien. Su tacto era suave y reconfortante, y de alguna manera eso aliviaba parte del malestar. «Tranquilo», dijo, con una sonrisa que parecía disipar un poco la oscuridad en mi mente. «Todo va a estar bien.»
A pesar del dolor, algo en su voz me hizo sentir un poco más seguro. «No sé qué me pasa, mamá», dije. «Me siento raro.»
Mi mamá me miró con cariño y pasó su mano por mi cabello, como hacía cuando era más pequeño y necesitaba consuelo. «A veces el cuerpo nos manda señales extrañas», explicó. «Pero lo importante es que aquí estoy, y voy a cuidarte.»
Me quedé en silencio, dejando que sus palabras llenaran el espacio. Había algo en su voz que me tranquilizaba, como si no importara lo que me estuviera pasando, porque ella siempre estaría allí para apoyarme. En ese momento, a pesar del dolor, sentí una conexión más profunda con mi mamá. Su presencia era como un ancla en medio del malestar.
«¿Sabes algo?», dijo de repente, como si hubiera recordado algo importante. «A pesar de que hoy te sientes mal, hay algo maravilloso en tu rostro.»
Me quedé confundido por un momento. «¿Maravilloso?», pregunté, sin entender a qué se refería.
«Sí», respondió, con esa sonrisa especial que siempre me hacía sentir mejor. «Tu rostro sigue siendo tan hermoso como siempre, incluso en momentos como este.»
No pude evitar sonreír, aunque me dolía la cabeza. Sus palabras me hicieron sentir bien de una manera que no había esperado. No era solo lo que decía, sino cómo lo decía, con ese amor incondicional que siempre había sentido de parte de ella.
Poco a poco, el dolor comenzó a desvanecerse, como si las palabras de mi mamá tuvieran algún tipo de magia. Me recosté de nuevo, más relajado, y ella se quedó a mi lado, asegurándose de que estuviera cómodo.
«Gracias, mamá», susurré, sintiendo que las cosas empezaban a mejorar.
Ella me miró y asintió, como si no hiciera falta decir más. En ese momento, me di cuenta de que, aunque el dolor en la cabeza había sido real, lo más importante no era solo que desapareciera. Lo que realmente importaba era tener a alguien como mi mamá, alguien que, sin importar lo que pasara, siempre estaría allí para darme la fuerza que necesitaba.
Y así, mientras el sol seguía entrando por la ventana, me di cuenta de lo afortunado que era de tener a alguien como ella a mi lado.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.