Cuentos de Amor

El Jardín de las Tres Amigas

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un colorido y alegre jardín, tres mejores amigas: Mónica, Elena y Alba. Mónica era una mariposa con alas de colores brillantes, Elena era una alegre abeja con rayitas negras y amarillas, y Alba era una flor rosada que siempre sonreía al sol.

Un día, mientras jugaban juntas, descubrieron una hermosa piedra brillante en el suelo. Las tres se enamoraron de la piedra y querían quedársela. «Es tan bonita, ¡yo la quiero!» decían todas al mismo tiempo.

Pero entonces, Alba, la flor, tuvo una idea. «¿Por qué no compartimos la piedra? Podemos tenerla cada una un día de la semana», propuso.

Mónica y Elena estuvieron de acuerdo. Así, cada una disfrutaba de la piedra brillante y la cuidaban cuando les tocaba.

Los días pasaban y las tres amigas se divertían mucho compartiendo la piedra. Jugaban a la escondida, corrían por el jardín y se contaban historias.

Pero un día, cuando le tocaba a Mónica tener la piedra, una ráfaga de viento la llevó lejos. Mónica voló rápidamente detrás de ella, pero no pudo alcanzarla. Triste y preocupada, regresó al jardín sin la piedra.

Elena y Alba estaban esperando a Mónica. Al verla triste, se preocuparon. «¿Qué pasó, Mónica?», preguntaron.

Mónica les contó lo sucedido, y las tres se sintieron muy tristes. La piedra brillante había desaparecido.

Decidieron buscar juntas la piedra. Recorrieron el jardín, miraron debajo de las hojas y preguntaron a los otros animales. Pero nadie había visto la piedra.

Después de mucho buscar, las tres amigas se sentaron cansadas y decepcionadas. «Lo siento mucho, yo perdí nuestra piedra», dijo Mónica con lágrimas en sus ojos.

Pero Elena y Alba sonrieron y abrazaron a Mónica. «No importa la piedra, lo importante es que estamos juntas y somos amigas», dijeron.

Entonces, Mónica comprendió que la verdadera magia no estaba en la piedra, sino en la amistad que compartían. Las tres se abrazaron y rieron.

Pasaron los días, y aunque extrañaban la piedra brillante, las tres amigas encontraron nuevas aventuras en el jardín. Un día, mientras exploraban, encontraron un pequeño estanque donde vivían peces de colores y una rana muy simpática.

La rana, al ver a las tres amigas tan unidas, les preguntó curiosa: «¿Cuál es el secreto de su gran amistad?» Mónica, Elena y Alba se miraron y sonrieron. «El secreto es compartir y cuidarnos unas a otras», respondieron al unísono.

La rana les propuso un juego. «Voy a saltar a lo largo del estanque, y ustedes tienen que adivinar dónde apareceré». Las amigas aceptaron emocionadas. Se rieron y aplaudieron con cada salto sorpresa de la rana.

Ese día, las amigas aprendieron que la felicidad se encuentra en las pequeñas sorpresas y en disfrutar juntas. Ya no pensaban tanto en la piedra perdida, porque cada día traía una nueva aventura.

Un día, mientras jugaban cerca de un arbusto, escucharon un suave ruido. Curiosas, se acercaron y encontraron un pequeño pajarito que había caído de su nido.

Las tres amigas, sin pensarlo, decidieron ayudar al pajarito. Mónica con sus alas, Elena con su agilidad y Alba con sus suaves pétalos, cuidaron del pajarito hasta que pudo volar de nuevo.

El pajarito, agradecido, les regaló una pequeña pluma brillante. Las amigas se dieron cuenta de que esa pluma era aún más especial que la piedra perdida, porque era un regalo de gratitud y amor.

El jardín se llenó de historias sobre la bondad y amistad de Mónica, Elena y Alba. Todos los animales querían ser parte de sus aventuras y aprender de su amistad.

Un día, para su sorpresa, un colibrí les trajo la piedra brillante que habían perdido. «La encontré lejos de aquí y supe que era importante para ustedes», explicó el colibrí.

Las amigas se alegraron de ver la piedra otra vez, pero sabían que ya no era lo más importante para ellas. Lo que realmente valoraban era la amistad y los buenos momentos compartidos.

Conclusión:

Mónica, Elena y Alba siguieron viviendo muchas aventuras en el jardín. Aprendieron que la amistad verdadera está en los corazones y no en las cosas que poseemos. Y así, cada día era una nueva oportunidad para reír, compartir y vivir juntas en el mágico jardín de la amistad.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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