Había una vez una chica llamada Nayelly, que tenía 18 años y estaba muy enamorada de un chico llamado Julián. Ambos estudiaban en el mismo salón y compartían muchos momentos juntos. Un día, Nayelly decidió declarar su amor a Julián. Con el corazón latiendo rápido, se acercó a él y le confesó sus sentimientos. Para su sorpresa y alegría, Julián le dijo que él también la quería. Fue un momento mágico y especial para ambos.
Pasaron los años y su amor se hizo más fuerte. Soñaban con casarse y formar una familia juntos. Sin embargo, la vida les tenía preparadas algunas sorpresas. Un día, Nayelly tuvo que viajar por motivos de trabajo. Aunque ambos se extrañaban mucho, sabían que pronto estarían juntos de nuevo.
Durante la ausencia de Nayelly, Julián conoció a una chica llamada Mía en el trabajo. Mía era muy bonita y simpática, y poco a poco, Julián empezó a pasar más tiempo con ella. Un día, Julián invitó a Mía a su casa para charlar y conocerse mejor. Mía aceptó la invitación y se encontraron en la casa de Julián a las 11:00 pm.
Esa misma noche, Nayelly decidió darle una sorpresa a Julián y regresó a casa antes de lo previsto. Cuando llegó a la casa de Julián, lo encontró besándose con Mía. Nayelly sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos. Llorando, Nayelly se acercó a Julián y le dijo:
—¿Cómo pudiste hacerme esto?
Julián, asustado y confundido, trató de explicarse.
—No es lo que parece, Nayelly. Por favor, escúchame.
Pero Nayelly estaba tan enfadada que no quiso escuchar. Con lágrimas en los ojos, le dio una bofetada a Julián y salió corriendo de la casa. Julián se quedó allí, sintiéndose culpable y triste.
Con el tiempo, Nayelly y Julián siguieron caminos separados. Julián empezó una relación con Mía y, con el tiempo, tuvieron hijos y formaron una familia. Nayelly, por su parte, también siguió adelante y encontró a alguien con quien compartir su vida. Ambos sabían que, aunque se amaban, ya no podían estar juntos porque sus vidas habían tomado rumbos diferentes.
A pesar de todo, tanto Nayelly como Julián guardaban en su corazón los recuerdos de su primer amor. Sabían que esos momentos habían sido especiales y que siempre tendrían un lugar en sus corazones. Aunque la vida los había llevado por caminos distintos, ambos habían aprendido importantes lecciones sobre el amor, el perdón y la importancia de seguir adelante.
Los años pasaron y, aunque Nayelly y Julián no volvieron a verse, siempre se desearon lo mejor desde la distancia. Sabían que el amor verdadero no siempre significa estar juntos, sino desear la felicidad del otro, incluso si eso significa seguir caminos diferentes.
Y así, Nayelly, Julián y Mía vivieron sus vidas, encontrando felicidad y amor en sus propias familias. Cada uno aprendió a valorar los momentos especiales y a seguir adelante con esperanza y amor en sus corazones. Aunque el amor entre Nayelly y Julián había sido prohibido, les enseñó a ambos a crecer y a convertirse en mejores personas.
Al final, todos encontraron su propia felicidad y paz, recordando siempre que el amor verdadero puede tomar muchas formas y que, a veces, dejar ir es la mayor muestra de amor que uno puede dar.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.