Cuentos de Amor

El Toro y la Luna

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

Puntuación:

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En una tranquila granja rodeada de colinas verdes y campos de flores silvestres, vivía un toro llamado Toro. Era un toro fuerte y valiente, con cuernos grandes y una piel brillante y marrón. A pesar de su apariencia imponente, Toro tenía un corazón tierno y soñador. Todas las noches, después de que el sol se escondía y el cielo se llenaba de estrellas, Toro levantaba la vista y contemplaba la luna.

La luna, con su suave brillo plateado, parecía hablarle en un lenguaje que solo él podía entender. Su luz iluminaba el prado donde Toro pastaba, y cada vez que la miraba, sentía una calidez especial en su corazón. Con el tiempo, Toro se dio cuenta de que estaba enamorado de la luna. Sabía que era un amor imposible, pero no podía evitar soñar con ella todas las noches.

Un día, mientras Toro estaba descansando bajo la sombra de un gran roble, dos niños de la granja se acercaron. Eran Raúl y Briana, hermanos y amigos inseparables. Raúl era un niño curioso con ojos brillantes y pelo rizado, mientras que Briana era una niña dulce con una risa contagiosa y largos cabellos dorados.

—¡Hola, Toro! —saludó Raúl—. ¿Por qué siempre miras tanto a la luna?

Toro levantó la cabeza y los miró con sus grandes ojos oscuros.

—Es porque la luna es hermosa y especial para mí —respondió Toro, sorprendiéndose a sí mismo por hablar tan abiertamente de sus sentimientos.

Briana se acercó y acarició suavemente a Toro.

—¿La amas? —preguntó con una sonrisa tierna.

—Sí —respondió Toro, suspirando—. Pero es un amor imposible. La luna está tan lejos, y yo solo soy un toro.

Raúl se quedó pensativo por un momento y luego dijo:

—Quizás no sea tan imposible. ¿Qué tal si le pedimos ayuda al viento?

Toro frunció el ceño, intrigado.

—¿El viento?

—Sí —explicó Briana—. El viento viaja por todo el mundo. Quizás pueda llevarle un mensaje a la luna.

Toro pensó que era una idea loca, pero sus amigos humanos siempre habían sido creativos y llenos de sorpresas. Así que esa noche, cuando la luna estaba en lo alto del cielo, Toro, Raúl y Briana subieron a la colina más alta de la granja. El viento soplaba suavemente, y Toro alzó la voz.

—¡Oh, viento, que viajas por todos lados! Llévale este mensaje a la luna: Dile que la amo y que siempre pienso en ella.

El viento pareció escuchar, pues sopló con un poco más de fuerza y, con un silbido melodioso, se alejó hacia el cielo nocturno. Los tres amigos se quedaron observando cómo el viento desaparecía en la distancia, llevando consigo el mensaje de Toro.

Durante varias noches, Toro esperó una respuesta, pero no pasó nada. Sin embargo, una noche, cuando la luna estaba llena y brillante, algo increíble ocurrió. Un rayo de luz plateada descendió desde la luna y rodeó a Toro. Dentro de ese rayo de luz, una figura etérea apareció. Era la luna, con una forma hermosa y radiante.

—Toro —dijo la luna con una voz suave como la brisa—. He recibido tu mensaje y quiero que sepas que también te observo desde el cielo. Aunque estamos lejos, nuestro amor no tiene límites.

Toro no podía creer lo que estaba viendo y oyendo. Sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad.

—¿Cómo puede ser esto? —preguntó—. ¿Es realmente posible?

—El amor es poderoso y puede superar cualquier barrera —respondió la luna—. Aunque no podamos estar juntos físicamente, siempre estaremos conectados por nuestros corazones.

Raúl y Briana, que estaban observando desde la distancia, sonrieron al ver a su amigo tan feliz. Sabían que habían sido parte de algo mágico y especial.

Desde ese día, cada noche Toro levantaba la vista al cielo, y la luna brillaba con un resplandor aún más intenso. Sabía que su amor por la luna era correspondido, y eso le daba una alegría inmensa. Toro continuó viviendo en la granja, siendo un toro fuerte y valiente, pero con un corazón lleno de amor y esperanza.

Raúl y Briana contaron esta historia a todos los que quisieron escuchar, y la gente del pueblo comenzó a ver la luna de una manera diferente. Ya no era solo un objeto en el cielo, sino un símbolo del amor verdadero y eterno.

Así, en esa pequeña granja, bajo el mismo cielo estrellado, un toro y la luna demostraron que el amor no conoce fronteras, y que incluso los sueños más improbables pueden hacerse realidad si se desea con el corazón.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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