Cuentos de Amor

Jhoan y Dulce en el Multiverso del Amor

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez, en la mágica ciudad de Monguared, un lugar donde los sueños y la realidad se entrelazaban como las ramas de un árbol. Allí vivían Jhoan y Dulce, dos mejores amigos que compartían risas, aventuras y un lazo especial que crecía con cada día que pasaban juntos.

Un día, mientras exploraban un mercado lleno de colores y sonidos vibrantes, Jhoan decidió sorprender a Dulce con un regalo. Había estado buscando algo especial y, al fin, encontró una hermosa pulsera en la tienda de un anciano misterioso.

—¡Dulce! —exclamó Jhoan, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Tengo un regalo para ti!

Dulce se volvió, curiosa, y vio cómo Jhoan sostenía la pulsera.

—¿Para mí? —preguntó, iluminando su rostro con una sonrisa.

—Sí, es una pulsera mágica —dijo Jhoan, entregándosela—. El anciano dijo que tiene un mensaje oculto.

Dulce tomó la pulsera, y al instante un destello de luz emergió de ella. Con asombro, vio que el mensaje aparecía ante sus ojos: «Ve a tu corazón y entra a tu mundo. Tú eres la luz del amor y el camino a seguir».

—¿Qué significa esto? —preguntó Dulce, intrigada.

Jhoan se encogió de hombros, pero en su corazón sentía que algo increíble estaba por suceder. Justo en ese momento, la pulsera comenzó a brillar intensamente, y un torbellino de colores los envolvió. Cuando la luz se desvaneció, se encontraron en un lugar completamente diferente: un mundo mágico y brillante lleno de maravillas.

—¡Wow! ¿Dónde estamos? —preguntó Dulce, mirando a su alrededor.

Frente a ellos se extendía la ciudad de Vildarodguer, un lugar que parecía tan hermoso como temible. Las calles estaban llenas de personajes de cuentos de hadas, pero algo no estaba bien. Los villanos de las historias tradicionales caminaban por las calles con sonrisas en sus rostros, mientras que los príncipes y princesas parecían los verdaderos malvados.

Jhoan y Dulce se miraron, desconcertados.

—Esto es raro. ¿Los villanos son buenos aquí? —dijo Jhoan, frunciendo el ceño.

—Parece que sí. Tal vez este mundo es diferente al nuestro —respondió Dulce, sintiendo un cosquilleo de emoción en su estómago.

Mientras caminaban, notaron que su vestimenta también había cambiado. Dulce llevaba una chaqueta de cuero corta roja, una camisa negra y roja con múltiples corazones en ella, y unos pantalones rojos y negros que se veían muy impresionantes. Jhoan, por su parte, se veía extraordinario con un mono azul y rojo plateado, complementado con un chaleco de cuero que mostraba un tiburón.

—Mira nuestro atuendo —dijo Jhoan, sorprendido—. ¡Nos vemos geniales!

—Definitivamente estamos listos para una aventura —sonrió Dulce.

Con renovada determinación, decidieron explorar más a fondo este nuevo mundo. Mientras caminaban, se dieron cuenta de que necesitaban averiguar cómo regresar a casa. Pero, por el momento, se sintieron atraídos por la extraña atmósfera de la ciudad.

De repente, un grupo de villanos se acercó a ellos. Jhoan sintió un escalofrío, pero Dulce lo tranquilizó.

—No parece que sean peligrosos. Vamos a hablar con ellos.

—Hola, amigos —dijo uno de los villanos, con una gran sonrisa—. Bienvenidos a Vildarodguer. ¿Están disfrutando de nuestra ciudad?

Jhoan se sorprendió por la amabilidad de los villanos.

—Eh, sí… es muy interesante —respondió, con un poco de incertidumbre.

—¿Interesante? ¡Es maravillosa! —dijo otro villano—. Aquí, los villanos tienen una segunda oportunidad. Decidimos ser buenos y ayudar a los demás.

Dulce se sintió intrigada.

—Eso es genial. Pero, ¿qué pasa con los príncipes y princesas?

El primer villano frunció el ceño.

—Ellos se han vuelto avariciosos y egoístas. Quieren mantener el poder, así que decidimos unirnos para cambiar las cosas.

Jhoan y Dulce se miraron, comprendiendo que quizás, en este mundo, todo era diferente.

Mientras exploraban la ciudad, se dieron cuenta de que había un baile escolar programado para esa noche. La idea de asistir a un baile lleno de criaturas fantásticas los emocionó, pero también sentían que había un trasfondo peligroso.

—Deberíamos ir al baile y ver cómo son realmente las cosas —dijo Jhoan, decidido.

—Sí, y tal vez podamos ayudar a los villanos a demostrar que pueden ser buenos —agregó Dulce con optimismo.

Con entusiasmo, se prepararon para el baile, eligiendo sus trajes más impresionantes. Mientras se vestían, Jhoan sintió que su corazón latía con fuerza. Sabía que esta aventura podría cambiar su vida para siempre.

Cuando llegó la noche del baile, la ciudad brillaba con luces de colores. La música llenaba el aire, y los habitantes de Vildarodguer estaban listos para celebrar. Jhoan y Dulce se adentraron en el bullicio, sintiéndose emocionados y nerviosos al mismo tiempo.

Mientras bailaban, Dulce se dio cuenta de que muchos de los príncipes y princesas estaban mirando de reojo a Jhoan. Un grupo de ellos se acercó, con sonrisas engañosas en sus rostros.

—Hola, forasteros. ¿Qué hacen aquí? —preguntó una princesa, con un tono despectivo.

Jhoan sintió un escalofrío en su espalda, pero Dulce le dio un pequeño empujón.

—Estamos aquí para celebrar y disfrutar de la fiesta, como todos —respondió Dulce, mostrando su valentía.

—¿Disfrutar? ¿Con los villanos? —la princesa se rió, pero su risa sonó más nerviosa que burlona.

Jhoan, sintiendo la tensión, se acercó.

—No importa si son villanos o héroes. Lo que importa es cómo tratamos a los demás. Este mundo tiene sus propias reglas, y todos merecen una oportunidad.

La princesa se sorprendió, y Jhoan se dio cuenta de que había hablado con valentía. Mientras el baile continuaba, él y Dulce comenzaron a ganarse la confianza de los asistentes, mostrándoles que la unidad era más fuerte que la división.

Sin embargo, al final de la noche, Uliana apareció en la sala. Tenía una presencia imponente y su mirada estaba fija en Jhoan y Dulce.

—¿Qué hacen aquí, chicos? —preguntó con una voz helada—. Este es un baile para los príncipes y princesas, no para ustedes.

Dulce dio un paso adelante.

—Estamos aquí para demostrar que todos podemos ser amigos, sin importar de dónde venimos.

Uliana soltó una risa burlona.

—¿Amigos? No entiendo cómo los villanos pueden cambiar, pero lo que sí sé es que tú, Jhoan, y tú, Dulce, son solo forasteros.

Jhoan sintió una mezcla de rabia y tristeza, pero no dejaría que Uliana lo intimidara.

—No somos forasteros. ¡Somos quienes somos! —gritó Jhoan—. Y no dejaremos que el miedo nos detenga.

Mientras la tensión aumentaba, Merlín apareció de nuevo, con una aura de poder.

—¡Basta, Uliana! —dijo Merlín, levantando su bastón—. No permitiré que el odio y la avaricia dominen este baile.

La luz mágica del bastón brilló y comenzó a iluminar a todos en la sala, revelando la verdad detrás de cada uno. Los villanos y héroes comenzaron a unirse en una danza que mostraba la fuerza de la unidad.

Jhoan y Dulce miraron a su alrededor, viendo cómo los príncipes y princesas comenzaron a bajar la guardia. La magia del amor y la amistad estaba en el aire.

—Mira, Jhoan —dijo Dulce—. ¡Lo están haciendo!

—Sí, la música y la luz están uniendo a todos. Este es el poder del amor —respondió Jhoan, sintiendo esperanza.

Con la unión de todos, Uliana se sintió impotente. Merlín continuó con su magia, creando un espacio seguro para que todos bailaran y celebraran juntos.

Al final de la noche, Jhoan y Dulce se sintieron triunfantes. Habían demostrado que el amor y la unidad podían cambiar incluso los corazones más duros.

Al regresar a Monguared, Jhoan y Dulce se dieron cuenta de que su aventura había sido un viaje de amor, valentía y aceptación.

—Nunca olvidaré esta experiencia —dijo Jhoan, mirando a Dulce con gratitud.

—Ni yo. Aprendimos que lo más importante es ser valientes y seguir nuestro corazón —respondió Dulce, sonriendo.

Y así, Jhoan y Dulce regresaron a su hogar, sabiendo que la verdadera magia estaba en su amistad y en el amor que compartían.

Con cada aventura que vivían, se hacían más fuertes y más cercanos, listos para enfrentar cualquier desafío que el mundo les ofreciera.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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