En la maravillosa ciudad de Monguared, donde los hijos de héroes y princesas vivían en paz, había un aire de magia que flotaba en cada rincón. Jhoan y Dulce eran dos amigos inseparables que compartían aventuras y secretos. Un día soleado, Jhoan decidió hacer un regalo especial a Dulce, algo que simbolizara su amistad y los lazos que los unían.
—¡Dulce! —exclamó Jhoan con una sonrisa radiante—. ¡Tengo algo para ti!
Dulce, curiosa, se acercó a su amigo mientras él sacaba una pulsera brillante de su mochila. Era una pulsera decorada con piedras de colores que destellaban bajo el sol.
—¡Es hermosa! —dijo Dulce, emocionada—. ¿Dónde la encontraste?
—La encontré en el mercado de la ciudad. El anciano que la vendía me dijo que tiene un mensaje especial —respondió Jhoan, mientras le entregaba la pulsera.
Dulce se la puso en la muñeca y, en ese instante, un resplandor iluminó su rostro. Miró la pulsera y leyó en voz alta el mensaje que apareció:
—»Ve a tu corazón y entra a tu mundo. Tú eres la luz del amor. Entra a la luz y descubre el camino».
De repente, la pulsera comenzó a brillar intensamente, envolviendo a Dulce en una luz resplandeciente. Jhoan, sorprendido, vio cómo su amiga era transportada a otro lugar.
—¡Dulce! —gritó Jhoan, extendiendo la mano hacia ella. Pero fue demasiado tarde; la luz la había absorbido.
Cuando la luz se disipó, Jhoan se encontró frente a una puerta dorada que no había visto antes. Sin pensarlo dos veces, decidió abrirla. Al cruzar la puerta, se encontró en un mundo que parecía familiar pero diferente. Aquí, los villanos eran buenos y los príncipes y princesas eran los que causaban problemas.
—¿Dónde estamos? —preguntó Dulce, al lado de Jhoan, mientras observaban el nuevo entorno con asombro.
—Es nuestro mundo… pero al revés —respondió Jhoan, sintiendo la emoción de la aventura recorrer su cuerpo.
El paisaje era vibrante, con árboles de colores nunca antes vistos y criaturas fantásticas que danzaban alegremente. Mientras exploraban, Jhoan se dio cuenta de que sus ropas también habían cambiado. Jhoan llevaba un impresionante mono azul y rojo plateado, mientras que Dulce lucía una chaqueta de cuero corta roja, una camisa negra y roja con múltiples corazones, y pantalones que hacían juego.
—Mira mi traje —dijo Dulce, girando sobre sí misma—. ¡Es increíble!
—Y el mío es genial también. Pero debemos tener cuidado; este mundo puede ser peligroso.
A medida que avanzaban, comenzaron a escuchar risas y música proveniente de un gran castillo en el horizonte. Sin pensarlo dos veces, decidieron investigar. Al llegar, vieron a un grupo de villanos celebrando en una gran fiesta, riendo y disfrutando de la música.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Jhoan, confundido.
Uno de los villanos, con un sombrero extravagante, se acercó a ellos.
—¡Bienvenidos a la fiesta de Vildarodguer! Aquí los villanos hemos decidido unirnos y dejar atrás el pasado. Ahora somos amigos y celebramos la vida.
Dulce se miró con Jhoan, impresionada.
—¿Realmente están cambiando? —preguntó ella.
—¡Claro! —dijo el villano con una sonrisa—. Los príncipes y princesas se han vuelto arrogantes y egoístas. Nosotros, los villanos, estamos aquí para demostrar que podemos ser buenos y amables.
Jhoan y Dulce se sintieron aliviados al saber que podían confiar en ellos, así que decidieron unirse a la celebración. La música era alegre, y pronto se encontraron bailando y riendo con sus nuevos amigos.
Sin embargo, en medio de la fiesta, la puerta del castillo se abrió de golpe y entró un grupo de príncipes y princesas, que miraron con desdén a los villanos.
—¿Qué hacen aquí, escoria? —dijo una princesa con una mirada despectiva—. Este es nuestro baile.
El ambiente se tornó tenso, y los villanos se sintieron ofendidos.
—Nos hemos unido para celebrar la bondad y la amistad. No tenemos que vivir en la sombra de nadie —dijo un villano de cabello largo y brillante.
Jhoan, viendo la tensión, decidió intervenir.
—¡Todos merecen ser felices! Este es un lugar para celebrar, no para pelear —gritó, su voz resonando en el aire.
Las miradas se volvieron hacia él, y Dulce lo apoyó alzando la voz también.
—La amistad y el amor son más poderosos que el odio. ¡No dejaremos que el pasado nos divida!
Los príncipes y princesas se miraron entre sí, confundidos. Pero antes de que pudiera decir algo más, un trueno resonó en el cielo y Uliana, la hermana de Úrsula, apareció con un rayo oscuro detrás de ella.
—¡Detened esto! —gritó Uliana, con una mirada furiosa—. No permitiré que los villanos se adueñen de este baile.
Jhoan sintió que su corazón latía con fuerza. Sabía que debía actuar rápido.
—Uliana, no puedes seguir con esto. La bondad y el amor deben prevalecer —dijo él, sintiendo que la pulsera comenzaba a brillar de nuevo.
Uliana frunció el ceño, pero antes de que pudiera lanzar un hechizo, la pulsera de Dulce se iluminó, creando un escudo de luz entre ellos.
—¿Qué está pasando? —gritó Uliana, asombrada.
La luz comenzó a brillar intensamente, y todos los presentes sintieron una ola de amor y esperanza. Jhoan, sintiendo el poder de la pulsera, miró a Dulce y juntos levantaron las manos.
—¡Amor y amistad! —gritaron al unísono.
El escudo de luz se expandió, envolviendo a todos en el salón. Uliana se dio cuenta de que su magia no podía competir con la energía positiva que los rodeaba. Con un grito de frustración, comenzó a retroceder.
—¡Esto no ha terminado! —dijo, antes de desaparecer en la oscuridad.
La fiesta estalló en vítores, y los villanos se unieron a los héroes en una danza de celebración. Jhoan y Dulce se miraron, sintiendo que habían logrado algo increíble.
—Lo hicimos, Jhoan. ¡Demostramos que el amor puede vencer al odio! —exclamó Dulce, con los ojos brillantes de emoción.
—Sí, juntos somos más fuertes —respondió Jhoan, sintiéndose feliz y agradecido por tener a Dulce a su lado.
La celebración continuó hasta la mañana, y Jhoan y Dulce se sintieron más unidos que nunca. Habían aprendido que, sin importar las circunstancias, el amor y la amistad siempre triunfan sobre la adversidad.
Cuando finalmente regresaron a Monguared, sabían que su aventura en el multiverso había sido solo el comienzo. Con cada experiencia vivida, se hicieron más fuertes y más cercanos, listos para enfrentar cualquier desafío que el futuro les deparara.
—¿Qué haremos ahora? —preguntó Dulce mientras caminaban hacia su hogar.
—Exploraremos más, viviremos más aventuras y, sobre todo, recordaremos que siempre podemos contar el uno con el otro —dijo Jhoan, sonriendo.
Y así, con el corazón lleno de amor y la promesa de nuevas aventuras por venir, Jhoan y Dulce se prepararon para un futuro lleno de posibilidades, siempre juntos, siempre valientes.
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