Cuentos de Amor

La Dulce Amistad de Pablo y Manuel

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño pueblo lleno de flores y risas, vivían dos mejores amigos, Pablo y Manuel. Pablo era un niño muy alegre con un cabello desordenado y siempre llevaba su camiseta azul favorita. Manuel, por otro lado, era un niño juguetón con cabello rizado y una gorra roja que nunca se quitaba. Estos dos amigos eran conocidos en el barrio por sus travesuras, pero también por su gran amistad.

Un soleado día de primavera, mientras jugaban en el jardín de Pablo, se les ocurrió una idea divertida. “¿Y si hacemos una fiesta de galletas?” propuso Pablo, sus ojos brillando de emoción. “¡Sí, eso suena increíble!” gritó Manuel. “Podemos invitar a todos nuestros amigos y hacer galletas en forma de corazón”.

Ambos niños se pusieron manos a la obra. Corrieron a la cocina de Pablo y comenzaron a reunir todos los ingredientes: harina, azúcar, mantequilla, y un montón de chispas de chocolate. “Esto va a ser delicioso”, dijo Manuel mientras mezclaba la harina con el azúcar. “¡Y muy divertido!” agregó Pablo, lanzando un poco de harina al aire, que cayó como nieve sobre sus cabezas.

Después de un buen rato de risas y un poco de desorden, las galletas estaban listas para hornearse. Mientras esperaban que se cocinaran, los amigos decidieron jugar en el jardín. “¿Qué tal si hacemos una carrera hasta el árbol grande?” sugirió Manuel. “¡Sí!” respondió Pablo, y ambos se alinearon listos para correr.

“Uno, dos, ¡tres!” gritaron, y salieron corriendo como dos torpedos. Rieron y gritaron mientras llegaban al árbol, pero cuando estaban a punto de tocarlo, se dieron cuenta de que se habían ensuciado con la harina. “¡Mira cómo estamos!” exclamó Pablo, señalando sus camisetas llenas de manchas. Manuel no podía parar de reír. “¡Parece que tenemos un poco de harina en la cabeza también!” dijo mientras se tocaba la cabeza llena de harina.

Después de un rato de juegos y risas, sonó un timbre. “¡Las galletas están listas!” gritaron al unísono. Corrieron a la cocina, y el aroma dulce llenó el aire. Cuando abrieron el horno, encontraron las galletas doradas y humeantes, con forma de corazón y listas para decorarse. “¡Son perfectas!” dijo Manuel, mientras Pablo comenzaba a sacar las galletas con cuidado.

“Ahora vamos a decorarlas”, sugirió Pablo. Encontraron glaseado de colores y chispas de chocolate. Mientras decoraban, empezaron a hacer formas divertidas en las galletas. “Mira, hice un corazón con ojos y una sonrisa”, dijo Pablo, mostrándole a Manuel su galleta. “¡Es muy graciosa!” respondió Manuel. “Yo haré una que parezca un monstruo”. Así, comenzaron a reírse mientras decoraban.

Cuando terminaron, las galletas eran una mezcla de colores y risas. “¡Ahora necesitamos invitar a nuestros amigos!” exclamó Manuel. Corrieron al parque cercano, donde sus amigos solían jugar. “¡Oye, chicos! ¡Estamos haciendo una fiesta de galletas! ¡Vengan a probarlas!” gritaron mientras se acercaban a sus amigos.

Pronto, un grupo de niños se reunió en el jardín de Pablo. Todos estaban emocionados por probar las galletas y jugar. Pablo y Manuel se pusieron un delantal cada uno, que su mamá les había preparado, y comenzaron a repartir las galletas. “¡Aquí están las galletas de corazón, cada una con su propia historia!” dijo Pablo con una gran sonrisa.

Los niños comenzaron a comer las galletas y a reírse. “¡Estas son las mejores galletas del mundo!” decía uno. “¡Me encanta la galleta monstruo!” decía otro, mientras Manuel se reía de lo que había creado. Las risas y la alegría llenaron el aire mientras todos compartían y disfrutaban de las galletas.

Después de la merienda, Pablo tuvo otra idea. “¿Y si hacemos una competencia de quién puede contar el chiste más gracioso?” sugirió. Todos los niños aplaudieron y comenzaron a contar chistes. “¿Por qué el pollo cruzó la carretera? ¡Para llegar al otro lado!” dijo un niño, y todos estallaron en risas.

Manuel, que siempre había sido un poco travieso, decidió contar un chiste diferente. “¿Qué hace una vaca en el espacio? ¡Leche en polvo!” Todos rieron tan fuerte que casi se caen de sus sillas. La alegría y la amistad llenaban el jardín, y cada niño sentía que ese era un día especial.

Mientras el sol comenzaba a ponerse, Pablo y Manuel se sentaron juntos en el césped, observando a sus amigos jugar. “Hoy fue un día increíble”, dijo Pablo, sonriendo. “Sí, y todo gracias a nuestras galletas”, respondió Manuel. Ambos amigos se miraron y se dieron un abrazo, sintiendo que su amistad se había hecho aún más fuerte.

“Siempre quiero hacer cosas divertidas contigo”, dijo Pablo. “Y yo contigo”, respondió Manuel. Sabían que aunque a veces podían ser traviesos, siempre se divertirían juntos y tendrían aventuras inolvidables.

Y así, entre risas, galletas y buenos momentos, Pablo y Manuel aprendieron que el amor y la amistad son las cosas más importantes del mundo. La próxima vez que hicieran una fiesta, sabían que no solo harían galletas, sino también más recuerdos hermosos que guardarían en sus corazones para siempre.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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