En un pequeño y acogedor hogar, vivía un niño llamado Mateo. Mateo tenía el cabello castaño y corto, y siempre vestía una camiseta azul y jeans. Era un niño alegre y curioso, al que le encantaba explorar el mundo a su alrededor y aprender cosas nuevas. Sus padres le habían dado una noticia muy especial: pronto tendría una hermanita.
Mateo estaba muy emocionado con la idea de tener una hermanita. Había soñado con este momento desde hacía mucho tiempo y no podía esperar a conocerla. Sus padres le habían explicado que ser hermano mayor era una gran responsabilidad y que debía cuidar y amar a su hermanita. Mateo estaba decidido a ser el mejor hermano mayor que Catalina pudiera tener.
Finalmente, llegó el día tan esperado. La mamá de Mateo volvió a casa del hospital con una pequeña bebé en sus brazos. Catalina tenía el cabello rubio y rizado, y vestía un dulce vestido rosa. Mateo se acercó con cautela, sintiendo una mezcla de emoción y nervios. Cuando vio a Catalina por primera vez, su corazón se llenó de amor. Era tan pequeña y frágil que Mateo supo en ese instante que haría todo lo posible para protegerla y cuidarla.
—Hola, Catalina. Soy tu hermano mayor, Mateo —susurró con una sonrisa, acariciando suavemente la mejilla de la bebé.
Catalina abrió sus ojos azules y miró a Mateo con curiosidad, como si supiera que él sería alguien muy importante en su vida. Desde ese momento, Mateo se convirtió en el mejor amigo y protector de Catalina. A medida que pasaban los días, Mateo se encargaba de ayudar a sus padres con todo lo relacionado con la bebé. Le cantaba canciones de cuna, le hacía muecas graciosas para hacerla reír y le contaba historias antes de dormir.
Una mañana, mientras jugaban en la sala de estar, Mateo decidió enseñarle a Catalina cómo ser hermanos. La sentó en su regazo y comenzó a hablarle suavemente.
—Catalina, ser hermanos es algo muy especial. Siempre estaremos el uno para el otro, pase lo que pase. Te voy a enseñar todo lo que sé y siempre te cuidaré —dijo Mateo con ternura.
A medida que Catalina crecía, Mateo le enseñaba a dar sus primeros pasos, a decir sus primeras palabras y a jugar con sus juguetes. Catalina miraba a Mateo con admiración y seguía cada uno de sus pasos. Mateo se sentía orgulloso de ver cómo su pequeña hermana aprendía y crecía cada día.
Un día, mientras jugaban en el jardín, Mateo notó que Catalina se tambaleaba y parecía insegura al caminar. Se acercó rápidamente para sostenerla antes de que pudiera caerse.
—No te preocupes, Catalina. Estoy aquí para ayudarte —dijo Mateo, tomándola de la mano y guiándola con paciencia.
Catalina sonrió y se aferró a la mano de su hermano, sintiéndose segura y protegida. Mateo la acompañó mientras exploraban el jardín juntos, mostrando a su hermana las flores y los insectos que encontraban en el camino.
Con el tiempo, el vínculo entre Mateo y Catalina se hizo cada vez más fuerte. Disfrutaban de pasar tiempo juntos y compartían muchas risas y aventuras. Mateo le enseñaba a Catalina el valor de la amistad, la importancia de ser amables y la alegría de compartir con los demás.
Un día, mientras construían una fortaleza con almohadas y mantas en la sala de estar, Catalina miró a Mateo con ojos brillantes.
—Mateo, ¿por qué me quieres tanto? —preguntó con curiosidad.
Mateo se quedó pensando por un momento y luego respondió con una sonrisa.
—Te quiero porque eres mi hermana y porque el amor es lo más importante. Cuando amas a alguien, siempre quieres lo mejor para esa persona y haces todo lo posible para verla feliz.
Catalina abrazó a Mateo con fuerza, sintiendo el calor y la seguridad del amor de su hermano mayor. Sabía que siempre podría contar con él, sin importar las circunstancias.
Los años pasaron y Mateo y Catalina crecieron juntos, compartiendo muchos momentos especiales y aprendiendo valiosas lecciones de la vida. Mateo siempre estuvo ahí para guiar a su hermana, apoyarla en sus logros y consolarla en sus tristezas. Catalina, por su parte, se convirtió en una niña fuerte y cariñosa, agradecida por el amor y la dedicación de su hermano.
Cuentos cortos que te pueden gustar
El Dolor Misterioso
El Jardín de los Corazones Eternos
El Vals del Corazón
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.