Cuentos de Amor

Un Día Inolvidable en la Finca Mataleñas

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era una mañana radiante de verano cuando Yayo Julio y Yaya Loli decidieron que era el día perfecto para una aventura familiar en la finca Mataleñas. La idea era simple pero llena de promesas: disfrutar de la compañía mutua, la brisa marina, y, por supuesto, la visita a los patos del estanque y la contemplación del vasto mar.

Yayo Julio, con su sombrero de paja y una sonrisa que contagiaba, y Yaya Loli, con su cesta de picnic llena de delicias caseras, reunieron a sus nietos, Helder y Andre, y al Tío Ángel, quien siempre estaba listo para la diversión. Los cinco emprendieron el camino hacia la finca, anticipando los momentos de alegría que solo tales días podían brindar.

Al llegar, la vista les robó el aliento. La finca Mataleñas se extendía ante ellos, un mosaico de verdes y azules que parecía sacado de un cuento de hadas. Yayo Julio y Yaya Loli encontraron un lugar perfecto para extender la manta de picnic, cerca del estanque donde los patos ya los saludaban con curiosos quiebros.

Mientras Yaya Loli desempacaba la comida, Yayo Julio sacó su vieja cámara para capturar los momentos que sabía querrían recordar para siempre. Tío Ángel, con una energía inagotable, propuso una competencia amistosa de volar cometas, algo que Helder y Andre aceptaron con gritos de entusiasmo.

La risa llenaba el aire mientras las cometas danzaban en el cielo, compitiendo con las aves y las nubes. Yaya Loli, observando desde su silla plegable, no pudo evitar unirse a la diversión, corriendo con una cometa más pequeña que Yayo Julio había guardado para ella. La felicidad era palpable, una burbuja de amor y risas que envolvía a todos.

Después de horas de juegos, la familia se sentó alrededor de la manta de picnic, compartiendo historias y bocados, con los patos del estanque acercándose curiosos, esperando alguna migaja que se les ofreciera. Yayo Julio contó historias de su juventud, aventuras que parecían tan lejanas y, a la vez, tan cercanas, gracias a la magia de sus palabras.

La tarde comenzaba a caer, y Yaya Loli sugirió que caminaran hacia la playa. El camino estaba adornado con flores silvestres y el sonido del mar se hacía más fuerte con cada paso que daban. Al llegar, se quitaron los zapatos para sentir la arena fresca bajo sus pies, y corrieron hacia el agua, dejando que las olas mojaran sus tobillos.

Tío Ángel y los niños construyeron castillos de arena, mientras Yayo Julio y Yaya Loli caminaban por la orilla, de la mano, sus sombras alargándose en la arena al atardecer. En ese momento, todos entendieron que estos eran los días que se convertirían en los recuerdos más preciados, las joyas del corazón que se guardan para siempre.

El sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de tonos rosados y dorados, un espectáculo que los dejó sin palabras. Sentados juntos en la arena, contemplaron en silencio la belleza ante ellos, agradecidos por el día, por su familia, y por el amor que los unía.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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