En un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos, vivían dos mejores amigos llamados Maribel y Joaquín. Ambos tenían once años y compartían un vínculo especial que iba más allá de la amistad. Desde que se conocieron en el jardín de la escuela, se hicieron inseparables. Casi todos los días después de clase, corrían juntos hacia el bosque cercano, donde pasaban horas explorando, jugando y compartiendo sus sueños.
Maribel era una niña curiosa y llena de energía. Tenía una gran imaginación y solía contarle a Joaquín historias fantásticas de dragones y castillos mágicos. Joaquín, por su parte, era un niño más reservado, pero su corazón era enorme. Le encantaba escuchar las historias de Maribel y, a menudo, se perdía en sus palabras, imaginándose como el héroe de sus relatos. Aunque sus personalidades eran diferentes, su amistad se complementaba de una manera mágica.
Un día, mientras exploraban un rincón del bosque que nunca antes habían descubierto, se encontraron con un viejo árbol cubierto de enredaderas y flores de colores brillantes. El árbol parecía tener algo especial, como si sus ramas pudieran contar los secretos del universo. Maribel, emocionada, exclamó: «¡Mira, Joaquín! Este árbol parece un portal a otro mundo. ¿Te imaginas cuántas aventuras podríamos vivir allí?».
Joaquín, con una sonrisa, contestó: «¡Sería genial! Vamos a hacerle una promesa: siempre seremos amigos y nos apoyaremos en todo lo que hagamos». Maribel asintió con entusiasmo y ambos se tomaron de la mano, sellando su promesa bajo el árbol mágico.
Poco después, comenzaron a notar que el árbol tenía un poder extraño. Cada vez que se acercaban a él, parecían sentirse más unidos y seguros. Era como si el árbol absorbiera sus risas y los devolviera multiplicados en forma de energía positiva. Sin embargo, no eran solo ellos dos los que decidieron explorar el bosque. Una niña nueva llegó al pueblo, y su nombre era Valeria.
Valeria era diferente a los demás niños. Tenía una risa contagiosa y ojos brillantes que reflejaban una curiosidad inigualable. A pesar de ser nueva y sentir un poco de timidez, decidió unirse a Maribel y Joaquín en sus aventuras. Al principio, Joaquín sintió que su conexión especial con Maribel se podía ver amenazada, pero después de varias salidas, comprendió que Valeria también podía ser parte de su pequeño mundo. Así que abrazó la idea de ser amigos de los tres.
Un día, mientras estaban cerca del árbol mágico, Valeria sugirió: «¿Por qué no hacemos un club de aventuras y les contamos a todos los niños del pueblo? ¡Podríamos explorar el bosque juntos!». Maribel se emocionó con la idea, y Joaquín, finalmente convencido, estuvo de acuerdo.
A así, los tres amigos comenzaron a reunir a otros niños que querían unirse a su club. Organizaron excursiones y le contaban historias sobre los misterios del bosque. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, Maribel empezó a sentir algo más profundo por Joaquín. Aunque a veces sentía que esa nueva emoción podía interrumpir su amistad, decidió mantenerlo en secreto. Quería que su conexión siguiera siendo tan especial como siempre y no quería arruinar la relación que habían construido.
Mientras tanto, Joaquín también se sentía confundido. Para él, Maribel era más que una amiga; era su compañera de aventuras, su confidente, y la persona que lo inspiraba a soñar. Pero conforme los días pasaban, se dio cuenta de que sus sentimientos por ella estaban creciendo. Sin embargo, él también temía que cualquier cambio podría romper el delicado equilibrio de su relación.
Un día, mientras jugaban, Valeria, sin saber nada de lo que pasaba entre sus amigos, mencionó: «Creo que hay algo mágico en el aire. ¡Los árboles están hablando y nos están uniendo!».
Maribel y Joaquín se miraron, compartiendo un instante de complicidad. Sin embargo, no se atrevían a decir nada. Aunque la amistad sigue creciendo y floreciendo como las flores del bosque, había un silencio que los envolvía. Hasta que un día, mientras se encontraban cerca del árbol que los había unido tantas veces, Maribel decidió hablar.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.