Cuentos de Animales

Coby y la Tormenta

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un pequeño conejito llamado Coby que vivía en un hermoso bosque junto a su familia. Su mamá y su papá lo querían mucho, y siempre estaban ahí para cuidarlo y enseñarle cosas importantes sobre la vida en el bosque. Coby era un conejito muy curioso y le gustaba aprender cosas nuevas en la escuela del bosque.

Un día, mientras Coby jugaba alegremente entre los árboles, el cielo comenzó a oscurecerse. Grandes nubes grises se acumularon rápidamente, y antes de que Coby pudiera darse cuenta, una fuerte tormenta comenzó a azotar el bosque. Los truenos retumbaban, los relámpagos iluminaban el cielo y la lluvia caía en torrentes. Coby, que nunca antes había estado solo en una tormenta tan intensa, comenzó a sentir miedo. Su pequeño corazón latía rápidamente y sus orejitas temblaban.

Recordando lo que había aprendido en la escuela, Coby trató de calmarse. Sabía que su cerebro estaba enviando señales de miedo para protegerlo, como explicaba la teoría fisiológica. Recordó también que su mamá siempre le decía que cuando tenía miedo, debía buscar un lugar seguro. Así que, decidido, Coby corrió hacia su madriguera para refugiarse de la tormenta.

Una vez dentro de la madriguera, Coby se sentó temblando y se acordó de cómo su mamá lo calmaba en situaciones difíciles, siguiendo la teoría conductista. Cerró los ojos e imaginó la suave voz de su mamá diciéndole que todo estaría bien. Poco a poco, Coby comenzó a sentirse más tranquilo.

Mientras esperaba a que la tormenta pasara, Coby reflexionó sobre cómo podía regular su miedo, según la teoría evaluativa. Se dijo a sí mismo que era normal sentir miedo durante una tormenta, pero que podía calmarse recordando momentos felices. Pensó en los días soleados en los que corría por el bosque, en los abrazos cálidos de su mamá y en los cuentos que su papá le leía antes de dormir. Estos pensamientos hicieron que el miedo de Coby disminuyera aún más.

De repente, Coby escuchó un ruido débil entre el sonido de la lluvia. Al asomarse fuera de la madriguera, vio a un pequeño pájaro empapado y tembloroso que se había refugiado bajo un arbusto cercano. Recordando la empatía de la teoría moral que había aprendido, Coby sintió que debía ayudar al pájaro. Sin pensarlo dos veces, salió de la madriguera y, con mucho cuidado, llevó al pájaro a su refugio.

Dentro de la madriguera, Coby hizo todo lo posible para que el pájaro se sintiera cómodo. Usó algunas hojas secas para crear un nido acogedor y compartió un poco de la comida que había guardado. El pájaro, agradecido, dejó de temblar y poco a poco se sintió más seguro. La tormenta afuera seguía rugiendo, pero dentro de la madriguera había una sensación de calma y protección.

Finalmente, después de lo que parecieron horas, la tormenta comenzó a amainar. El ruido de los truenos se fue apagando, los relámpagos cesaron y la lluvia se convirtió en un suave susurro. Coby y el pájaro miraron hacia afuera y vieron cómo el sol empezaba a asomarse entre las nubes. Era momento de salir y ver cómo estaba todo.

Coby y su nuevo amigo alado salieron de la madriguera y caminaron juntos por el bosque. El suelo estaba mojado y algunos árboles habían perdido ramas, pero el aire fresco y limpio les daba una sensación de renovada esperanza. El pájaro, agradecido, voló a lo alto de un árbol y cantó una melodía de agradecimiento que llenó el corazón de Coby de alegría.

Al regresar a casa, Coby se encontró con su mamá y su papá, quienes estaban muy preocupados por él. Los tres se abrazaron fuertemente, y Coby sintió una gran sensación de seguridad y amor. Recordó entonces la teoría del apego, que explicaba cómo las relaciones cercanas con su familia le daban una base segura desde la cual explorar el mundo y enfrentar sus miedos.

Esa noche, mientras se acurrucaba en su cama, Coby reflexionó sobre todo lo que había aprendido. Entendió que las emociones, como el miedo, eran naturales y podían ayudarlo a estar alerta y protegerse. También comprendió que al recordar momentos felices y recibir el apoyo de sus seres queridos, podía manejar mejor sus sentimientos. Además, se dio cuenta de lo bueno que era ayudar a otros, como lo hizo con el pequeño pájaro, y cómo eso lo hacía sentir más conectado y feliz.

Coby cerró los ojos con una sonrisa, sabiendo que, aunque las tormentas podían ser aterradoras, siempre podía encontrar la manera de sentirse seguro y amado. Y así, el pequeño conejito se durmió, sintiéndose más fuerte y sabio que nunca.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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