En la tranquila charca de LirioVivo, las ranas vivían una vida sencilla y contenta, saltando de hoja en hoja y cantando bajo el resplandor de la luna. Pero un día, una joven rana de nombre Rubén, influido por cuentos de tierras lejanas donde los animales tenían reyes y reinas, propuso una idea que cambiaría su mundo para siempre.
— ¡Hermanos ranas! — exclamó con voz vibrante— . ¿Por qué no tenemos un rey como los leones en las sabanas o los osos en los bosques?
Las ranas, intrigadas y excitadas por la idea de tener un líder que las representara, comenzaron a debatir cómo elegirían a su rey. Algunas sugerían pruebas de saltos y otras competencias de croar. Sin embargo, mientras discutían, una vieja rana, Sabia Salvia, levantó su voz:
— Amigos, la verdadera medida de un líder no es cuán alto puede saltar o cuán fuerte puede croar, sino cómo guía y cuida a los demás.
Los demás asintieron, y decidieron que lo mejor sería pedirle al viejo y sabio Búho del bosque que les otorgara un rey.
Una delegación de ranas, liderada por Rubén, se aventuró en el oscuro bosque hasta encontrar al Búho, quien escuchó con atención su solicitud.
— Veo el deseo en sus corazones — dijo el Búho con su voz grave y calmada— . Les concederé un rey, pero deben estar preparados para aceptar a quien elija el destino para ustedes.
Al día siguiente, un gran bullicio se levantó en la charca. Las ranas se agruparon alrededor de una figura que había aparecido misteriosamente en la noche. Era una rana dorada, más grande que cualquier otra rana que hubiesen visto, con una pequeña corona de hojas trenzadas y un manto de algas.
El Rey Dorado, como pronto fue llamado, no solo era majestuoso en apariencia, sino que también poseía una voz que resonaba como el trueno suave. Las ranas quedaron impresionadas y le dieron la bienvenida con canciones y saltos.
Sin embargo, a medida que pasaban los días, comenzaron a darse cuenta de que su nuevo rey no era lo que esperaban. El Rey Dorado prefería pasar sus días bajo el sol, admirando su reflejo en el agua, más que atender los asuntos de la charca. Las ranas comenzaron a murmurar entre ellas, sintiendo que el rey no representaba sus verdaderos valores.
— ¿Para qué queremos un rey que no hace más que mirarse a sí mismo? — cuestionaban unas.
— Nosotros saltábamos y cantábamos felices sin necesidad de un rey — recordaban otras.
La decepción creció hasta que un día, la misma Sabia Salvia se acercó al Rey Dorado.
— Majestad, un rey debe ser parte de su pueblo, no aparte de él. Nosotros deseábamos un líder, no una estatua para admirar.
El Rey Dorado, al escuchar estas palabras, miró a su alrededor y por primera vez realmente vio a sus súbditos. Se dio cuenta de que había fallado en su deber. Sin decir una palabra, se quitó la corona y el manto y los dejó sobre una piedra.
— Aprendan de este error — dijo antes de sumergirse en las profundidades de la charca, dejando atrás solo un destello dorado.
Las ranas, ahora reunidas, reflexionaron sobre los eventos. Sabia Salvia habló una vez más:
— No necesitamos un rey para ser una comunidad. Necesitamos cada uno de nosotros, contribuyendo y cuidando los unos de los otros.
Desde ese día, las ranas de LirioVivo decidieron que no tendrían más reyes. Trabajaron juntas, cuidaron su charca y vivieron en armonía, recordando siempre que la verdadera fuerza de su comunidad residía en cada una de ellas, no en la corona de un solo gobernante.
Y así, las ranas aprendieron que la humildad y el servicio son las verdaderas joyas que todo líder debería poseer.
Cuentos cortos que te pueden gustar
El Bosque Animado de Lyon, Jara y Caneli
La Historia de Alejandro y Clara en la Selva
Aventuras en Cuatro Patas
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.