Cuentos de Animales

Kusi y la Fuente Escondida

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En las altas montañas de los Andes vivía una vicuña llamada Kusi. Su pelaje era suave y de un color marrón dorado que brillaba bajo el sol. Kusi era ágil y ligera, capaz de escalar las pendientes más empinadas sin esfuerzo. Sin embargo, a pesar de su destreza y belleza, Kusi se sentía sola. No tenía amigos en las montañas y anhelaba compañía. Un día, sus padres decidieron mudarse a Lima, la capital, en busca de nuevas oportunidades y una vida diferente.

Al llegar a Lima, Kusi se dio cuenta de que todo era muy distinto a su hogar en la sierra. La ciudad estaba llena de animales domésticos y silvestres, ninguno de los cuales se parecía a ella. Los perros ladraban, los gatos maullaban, y las aves urbanas piaban, pero nadie parecía interesarse por la tímida vicuña. Kusi se sentía más sola que nunca.

Un día, mientras caminaba por las calles polvorientas de la ciudad, Kusi escuchó a un grupo de animales discutiendo acaloradamente. Se acercó con cautela y descubrió que el motivo de la pelea era la escasez de agua. Lima estaba pasando por una sequía severa y cada gota de agua era disputada con ferocidad. Los animales peleaban y se arrebataban el agua unos a otros, sin importarles el bienestar de los demás.

Kusi, conmovida por la situación y decidida a hacer algo al respecto, decidió buscar una solución. Sabía que sola no podría lograr mucho, así que comenzó a buscar a otros animales que quisieran unirse a su causa. Fue así como conoció a Pumacahua, un conejo blanco con largas orejas y una actitud juguetona. Pumacahua estaba siempre saltando de un lado a otro, pero cuando Kusi le explicó su plan, él se mostró dispuesto a ayudar.

Mientras buscaban más aliados, encontraron a Yuri, una ardilla de ojos brillantes y cola esponjosa. Yuri era ágil y curiosa, siempre trepando árboles y explorando nuevos lugares. Al escuchar la idea de Kusi, no dudó en unirse al grupo. Ahora eran tres, pero aún sentían que necesitaban más apoyo.

Un día, mientras descansaban bajo un árbol en el parque, escucharon una voz profunda y sabia. Era Sinchi, una vieja y sabia lechuza que observaba todo desde las alturas. Sinchi había vivido en la ciudad por muchos años y conocía cada rincón de Lima. Al enterarse del plan de Kusi, decidió ofrecer su conocimiento y guía al grupo.

Juntos, Kusi, Pumacahua, Yuri y Sinchi formaron un equipo determinado a encontrar una fuente de agua para todos los animales de la ciudad. Comenzaron su viaje explorando los parques, las colinas y los ríos secos de Lima. Aunque se enfrentaron a muchos desafíos, nunca se dieron por vencidos. Cada día, su amistad se fortalecía y aprendían a confiar y depender unos de otros.

Un día, después de muchas jornadas de búsqueda, llegaron a un bosque espeso en las afueras de la ciudad. Sinchi, con su aguda visión, divisó algo inusual entre los árboles. Guiados por la lechuza, el grupo se adentró en el bosque y, después de atravesar un sendero escondido, descubrieron una pequeña cascada que caía en una cristalina laguna. La fuente de agua estaba escondida y protegida por la densa vegetación, lo que la había mantenido a salvo de los ojos sedientos de la ciudad.

Kusi, emocionada, bebió del agua fresca y sintió una ola de alivio y felicidad. Pumacahua y Yuri también bebieron con avidez, mientras Sinchi observaba satisfecho. Sabían que habían encontrado la solución que tanto necesitaban.

Decidieron regresar a la ciudad y compartir su descubrimiento con los demás animales. Pero antes de hacerlo, pensaron en cómo asegurarse de que todos pudieran acceder al agua sin causar más conflictos. Sinchi sugirió que debían organizar un sistema de distribución justo, donde cada animal tuviera su turno para beber y llevar agua a sus hogares.

Al llegar a Lima, los cuatro amigos reunieron a todos los animales y les contaron sobre la fuente escondida. Al principio, muchos fueron escépticos y temieron que fuera otra pelea por el agua. Pero Kusi, con su calma y determinación, explicó el plan de Sinchi y cómo podían trabajar juntos para asegurarse de que todos tuvieran acceso al agua.

Poco a poco, los animales comenzaron a confiar en el plan de Kusi y sus amigos. Se organizaron en turnos y cada día, grupos de animales viajaban al bosque para traer agua fresca a la ciudad. La armonía y la cooperación comenzaron a florecer, reemplazando las peleas y disputas que antes eran comunes.

Kusi se sintió más feliz que nunca. No solo había encontrado amigos verdaderos en Pumacahua, Yuri y Sinchi, sino que también había ayudado a resolver un problema que afectaba a todos. Su corazón se llenaba de orgullo al ver cómo los animales trabajaban juntos y se apoyaban mutuamente.

Con el tiempo, la historia de Kusi y la fuente escondida se convirtió en una leyenda en Lima. Los animales aprendieron la importancia de la amistad, la cooperación y la justicia. Kusi, Pumacahua, Yuri y Sinchi continuaron explorando juntos, enfrentando nuevos desafíos y viviendo muchas más aventuras. Siempre recordaban que, sin importar las diferencias entre ellos, juntos eran más fuertes y podían superar cualquier obstáculo.

Y así, gracias a su valentía y esfuerzo, Kusi y sus amigos lograron cambiar la vida en Lima para mejor. Su historia se contó de generación en generación, inspirando a muchos a seguir su ejemplo y a valorar la importancia de la amistad y la colaboración. La sequía pasó, pero la lección que aprendieron permaneció para siempre en los corazones de todos los animales de la ciudad.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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