En una hermosa laguna rodeada de verdes árboles y brillantes flores, vivía Nuri, una encantadora nutria pequeñita. Nuri era especial, diferente de su familia de nutrias, que nadaban con elegancia y destreza. A ella le costaba nadar, y el vasto mar le causaba un gran miedo.
Un día soleado, mientras Nuri jugaba con su familia en la orilla de la laguna, sus hermanos decidieron sumergirse en las aguas azules. En medio de la diversión, Nuri olvidó su miedo y se aventuró tras ellos. Pero, de repente, se encontró luchando por mantenerse a flote. El pánico la invadió al sentir que el agua la arrastraba.
La familia de Nuri, al verla en apuros, nadó rápidamente hacia ella. Con gran esfuerzo, lograron llevarla de vuelta a la orilla. Nuri, temblando y asustada, juró no volver a acercarse al agua.
Para ayudarla a superar su miedo, su familia tuvo una idea maravillosa: le regalaron un flotador hecho de hojas resistentes, decorado con ojos grandes y amigables. Con el flotador alrededor, Nuri se sintió más segura y se aventuró nuevamente al agua. Sus movimientos eran torpes al principio, pero poco a poco, con el flotador, comenzó a disfrutar nadando.
Un día, mientras Nuri se deslizaba felizmente en el agua, una familia de castores se acercó a ella. Los castores, al ver a Nuri con su flotador, comenzaron a reírse y a burlarse. Nuri se sintió triste y avergonzada, preguntándose por qué se reían de ella.
Al verla triste, la familia de Nuri se acercó preocupada y le preguntó qué sucedía. Nuri, con lágrimas en los ojos, les contó sobre las burlas de los castores. Su familia la abrazó fuerte y le explicó que no tenía nada de malo necesitar ayuda para nadar. El verdadero problema, le dijeron, era la actitud de los castores, que no debían burlarse de los demás.
Nuri, aunque aún se sentía un poco triste, entendió que ser diferente no era algo malo. Aprendió que todos tienen sus propios miedos y desafíos, y que está bien pedir ayuda cuando se necesita.
Con el apoyo de su familia, Nuri volvió al agua, esta vez con más confianza. Nadó cerca de los castores, que seguían riéndose. Pero esta vez, Nuri no les prestó atención. Se concentró en disfrutar del agua, sintiendo cómo el flotador la mantenía a salvo.
Los días pasaron, y Nuri se volvió más y más hábil en el agua. Incluso comenzó a enseñar a otros animales jóvenes que tenían miedo de nadar. Se convirtió en un ejemplo de valentía y perseverancia, mostrando a todos que con un poco de ayuda y mucho coraje, se pueden superar los miedos.
La familia de castores, al ver cómo Nuri se transformaba en una nadadora confiada y feliz, comenzaron a sentirse avergonzados de su comportamiento. Se acercaron a Nuri para disculparse por haberse burlado de ella. Nuri, con su corazón bondadoso, los perdonó y les ofreció enseñarles algunos trucos de natación.
Con el tiempo, la laguna se llenó de risas y juegos. Nuri, con su flotador siempre a su lado, se convirtió en la nutria más querida de la laguna. Los animales de la región venían de lejos para ver a la valiente nutria que había superado su miedo al agua.
Nuri aprendió que ser diferente era su mayor fortaleza. Entendió que cada uno tiene su propio camino y que lo importante es enfrentar los desafíos con valentía y amor. La laguna se convirtió en un lugar de alegría y amistad, donde todos eran bienvenidos, sin importar sus miedos o diferencias.
La pequeña nutria, que una vez temió al agua, ahora nadaba con una sonrisa, rodeada de amigos y admiradores. Su historia inspiró a muchos, enseñando que la verdadera valentía reside en enfrentar nuestros miedos y ayudar a los demás a hacer lo mismo.
Nuri y su flotador se convirtieron en símbolos de esperanza y superación. Y aunque aún necesitaba su flotador para nadar, Nuri sabía que eso no la hacía menos capaz o valiente. Al contrario, la hacía única y especial.
Y así, Nuri, la pequeña nutria, vivió muchas más aventuras, siempre con su flotador y su familia a su lado. En cada desafío, recordaba las palabras de amor y apoyo de su familia, dándole la fuerza para seguir adelante.
La laguna se convirtió en un lugar mágico, un refugio para aquellos que, como Nuri, necesitaban un poco de ayuda para encontrar su camino. Y en las noches estrelladas, cuando el agua reflejaba las luces del cielo, Nuri miraba las estrellas y se sentía agradecida por todo lo que había aprendido y por la familia que siempre la había apoyado.
El flotador de Nuri no era solo un objeto; era un recordatorio de que todos tenemos algo que nos hace únicos y especiales. Y que, con amor y apoyo, no hay miedo que no se pueda superar.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.